Ojos de plata líquida sin rumbo

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El anden nueve y tres cuartos que como cada año se abarrotaba de alumnos se encontraba recibiendo a los niños de primer ingreso. Ahora que seria el ultimo grado que cursarían, el muy famoso trio de oro hacían memoria del primer dia que habían pisado ese lugar. Hermione quien no había tenido contacto con mago alguno experimentaba el miedo que todo niño al separarse de sus padres sentía aferrándose a la falda de mamá esperando se arrepintieran de dejarla con personas desconocidas y compañeros crueles.

Ronald no le tomaba importancia a su inicio en el ambiente escolar puesto que sus hermanos se encontrarían cerca dándole el calor de hogar a pesar de no estar en casa. Harry también hacía memoria del primer día en el que acompañado de Hagrid había llegado para subir a ese anden irregular; sitio en el que conoció a su amigo pelirrojo recordando que habían comprado todo el carrito de golosinas festejando a su peculiar estilo su ingreso al colegio de magia.

-Aun me debes esa rana Harry- Comentaba Ron al entrar al vagón que les correspondía mullendo el asiento de la ventanilla y mirando a su amigo de ojos verdes quien daba un largo suspiro dándose cuenta que esa sería la última vez que abordaría el expreso de Hogwarts .

-No ha pasado la señora del carrito, pero esta vez espero que la atrapes- Entre risas le lanzaba una de las mochilas en los brazos forcejeando como aquellos días en los que la ociosidad se hacia presente durante el lapso de Londres al colegio.

En ese momento una chica castaña llegaba tomando la portezuela con ambas manos observándolos con detenimiento, a pesar de ahora tener diez y ocho años seguían con la mentalidad de seis. No deseaba pensar en los últimos acontecimientos, no quería echar a perder aquella despedida que le darían al camarote donde seis años seguidos departían antes de llegar al colegio.

Un triángulo amoroso era el resultado de aquella confusión que sus corazones sentían, Hermione había vivido enamorada de Harry toda la estadía mientras que el pelirrojo soñaba con que la castaña lo mirara no como amigo ni como uno de sus hermanos; en cambio Harry no había tenido tiempo de pensar en el amor creyendo haberlo sentido en su momento por Cho Chang pero con el paso del tiempo descubrió que el amor y la admiración eran sentmientos que no debía mezclar, más tratándose del compañerismo del deporte en escobas. Por otra parte Ginny Weasley representaba para él, casi el vivo retrato de su madre por aquellas facciones tan finas y delicadas; aunque Hermione tuviera su misma habilidad en las pociones abanderando con orgullo el estandarte "Soy hija de muggles".

Harry no se atrevió a mirar a Hermione a la cara por mas de dos minutos, aún su indecisión le quemaba la garganta como un trago de aguardiente a tal grado de sonreír estúpidamente diciendo "Hola Hermione" con un hilo de voz débil. Ron le sonreía resignado aceptando su derrota prefiriendo su amistad a quedarse con las manos vacías, ante todo y por encima de cualquier sentimiento era su amiga, habían crecido juntos y por ende el lazo era indestructible. Hermione había tomado una decisión la noche en la que había recibido la carta del pelinegro, la amistad para ella sería lo más importante aún con el dolor y el corazón hecho pedazos pues prefería ver a todos felices que obtener esa misma a costa de la desdicha de otros.

Los tres tomaron asiento mirándose unos a otros para quizá compara lo que habían crecido y madurado, tres ahora adultos terminarían con broche de oro sus últimos doce meses de estudios mágicos esta vez sin un mago tenebroso de quien cuidarse.

-Hermione, ¿Sabias que Harry heredó la fortuna de los Black?, además de contar con el fondo que nos otorgó el ministerio por salvar el mundo mágico- Ronald como siempre no podía guardarse para si mismo las noticias que Arthur su padre hablaba en la madriguera cada hora de la comida. Harry quien lo miraba ceñudo lo golpeaba en el hombro para que se callara, pues la prudencia no era precisamente una virtud en el pelirrojo.

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