Miedo a Perderte

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Habia sido una tarde llena de sorpresas para Draco Malfoy; se notaba mas ojeroso y pálido que de costumbre probablemente por la falta de tranquilidad y sueño que la soledad de Estocolmo le producía. No comprendía por que motivo se sentía cansado, más agotado que nunca puesto que esa mañana despertó con desgano, incluso no se había preocupado por su "moneda de cambio" ya que llevaban días sin cruzar palabra por más que ambos lo desearan.

Llevaba el maletín de piel de becerro no solo lleno de billetes, sino de algunos galeones en oro que le había solicitado a Potter la última ocasión donde le había enviado la lechuza. Caminó a paso lento hacia la mansión escuchándose el crujir de la nieve; abrió el portón topándose con el hombrecillo harapiento que había terminado de asear la vivienda.

-Bienvenido sea amo Malfoy, Plumber le tiene lista su copa de Moscatel como a usted tanto le gusta- El hombrecillo de orejas dobladas se frotaba las manos sin mirar al platinado quien restándole importancia entraba para dirigirse a la sala y sentarse en el sofá para tomar un descanso bien merecido. Soltó un gran suspiro esbozando una sonrisa para después servirse copiosa y abundantemente su bebida predilecta.

-Donde carajos esta Granger- Preguntaba encendiendo un cigarrillo.

-La prisionera esta en la biblioteca amo, usted tenía razón ese lugar le gusta mucho- Indicaba el elfo quien por alguna razón se frotaba las manos con más ansiedad que las anteriores.

-Que me estas ocultando maldito parásito inútil- El platinado se levantaba acercándose al elfo quien retrocedía pensando que sería el fin; sus oojos cristalizados y vidriosos se abrían un poco más al notar el enfado de su amo.

-Plumber malo!..- En ese instante el hombrecillo desaparecía en un parpadear de ojos dejando al chico de mirada gris con la palabra en la boca.

-Hijo de la mierda!, después de esto arreglo cuentas contigo- Draco amenazaba dando el último trago a su copa de Moscatel para salir corriendo hacia la biblioteca; sus pasos se hacían escuchar debido a la amplitud y volumen de la casona. Pensaba que quizá el elfo lo había engañado dejándose influenciar  por el poder de convencimiento e idealismos de Hermione Granger.

Recordaba que a esa chica le encantaba interceder por las criaturas mágicas por lo que no se le hacía extraño que hubiese persuadido al harapiento sirviente que la liberase otorgándole una prende que probablemente habría hurtado de su recamara mientras el no se encontraba en casa. No deseaba pensar que había huído dando la ubicación exacta de la mansión de Estocolmo, se negaba a creer que había llegado el final de sus planes que tan cuidadosamente había maquinado cubriendo el más mínimo detalle.

Casi podía apreciar la cara de burla de Harry potter mientras unos tipos lo escoltaban a una celda contigua a la de su padre; aunque en el peor de los escenarios estaría Hermione al lado de ese tipo mirándolo con asco, con rabia pero a la vez con triunfo ya que se cobraría cada segundo que la había tenido encerrada degustando el veredicto del Wizengamot una vez aprehendido.

Llegó rápidamente al lugar donde Plumber le había dicho que se encontraba sintiéndose cansado, agotado quizá por las incontables ocasiones en las que se había transformado en cuervo. Abrió el portón con demasiada fuerza observando que la chica no se encontraba por ningún lado, volteó agresivamente  mirándo los estantes que seguramente había revuelto preocupado de su partida.

-Maldita sangre sucia!- Sacó su varita apuntando hacia uno de los libreros directamente.

-Repulso!- Sus ojos se concentraban con demasiada ira en cada uno de los manuscritos.

-Reducto!- Vociferaba de la misma manera destrizando varios tomos que estaban ubicados en el fondo haciéndolos añicos como un huevo relleno de confeti que es reventado con alevosía por un niño malcriado en una fiesta infantil. Su respiración era más pesada y arrastrada, se acuclillaba casi dejándose caer en seco sobre sus rodillas sintiendo la impotencia de no haber estado antes para evitar que aquella chica castaña se escapara de Estocolmo.

EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora