Cuerpo a Cuerpo

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Malfoy seguía furico por la manera en la que la ojimiel había osado escapar no importando las atenciones que tuvo con ella en los dias anteriores; se encontraba en su recamara después de haber ido al colegio unicamente para reportarse y no levantar sospechas sobre su ausencia. Esos dias transcurridos del altercado no le tomó importancia a la detective que parecía una loba usmeando por los corredores en busca de pistas sobre el secuestrador, por otro lado también había un problema mas grave; Potter.

Aun tenía la mirada fija en la chimenea que tan cálidamente bailaba al consumirse la madera para convertirse poco a poco en cenizas, sostenía en su mano derecha una copa vacía ondeandola como si en realidad estuviera a la mitad de moscatel que tanto le encantaba. Recordaba esa furia, esos ojos llevados por la ira y la desesperación por salir de aquel sitio donde se les había confinado, ese vestido de color azul que si en su madre se veía exquisito en la castaña era totalmente sensual y sofisticado. Esa sonrisa tan inocente adornando esos ojos tan expresivos, llenos de vida, de jovialidad, de entereza pero sobre todo de inocencia hacían que el platinado suspirara entrecortadamente sintiendo su corazón casi salir de su sitio.

-Maldita sangre sucia- Draco lanzaba su copa con toda furia a la pared para hacerla añicos descargando esa rabia que sentía no contra la castaña, pues ahora estaba confrondando a su peor enemigo; no era aquel que llamaba "san potter", no era ese quien se había negado a formar una alianza con el para demostrar su supremacía. Su peor enemigo era él mismo, siempre lo había sido al tener esa lucha interna entre lo bueno y lo malo creandole un conflicto de intereses entre lo que era correcto y lo que era fácil.

Tenía ganas de verla, por alguna razón no podía quitarse esos ojos , esa sonrisa de su cabeza por más que intentaba distraerse con el pretexto de llevar a cabo su venganza al pie de la letra; había postergado su cita con Potter para otra ocasión pues no le apetecía ver al tipo que era dueño del corazón de quien había capturado, no podía ahora contenerse estando tan vulnerable, podría actuar como un animal e irsele a golpes con el solo hecho de imaginarselos juntos, sencillamente eso le llenaba de ira y desesperación.

-¡Que carajos te pasa Malfoy- El rubio se preguntaba sintiendo sus cabellos despeinados tras sus dedos blanquecinos llenos de desesperación temblando un poco por el choque de emociones que evidenemente le atormentaban no solo en sus pesadillas, pues cada minuto que el reloj repicaba era una forma de recordarle que muy a su pesar, aún en contra de su voluntad, ella estaba ahí.

-Te odio maldita sangre sucia, te detesto- Draco cerraba los ojos no por el hecho del arrebato de desear extirpar ahora lo que lo invadía, poco a poco su corazón estaba perdiendo su escencia para ir a manos de una chica que desde siempre había molestado.

Ahí se encontraba Malfoy debatiendose entre el corazón y el deber, cosas que no debían mezclarse para poder obtener un resultado favorable en ese plan que había maquinado para recuperar la gloria que le juró a su madre la noche antes de regresar al colegio de magia. Debía continuar por aquel sendero a pesar de que anhelaba terminar con todo y quedarse en esa mansión de estocolmo, el unico lugar donde podía ser él mismo sin ataduras o etiquetas. En ese instante el elfo domestico de orejas dobladas se aparecia frente a la cama de su amo con las manos entrelazadas temblando como una gelatina recien hecha; chillaba un poco al parecer preocupado por alguna noticia que estaba a punto decir.

-Que haces aquí parásito, te he dicho que no me molestes a menos que yo te llame!- Malfoy molesto bufaba levantándose rapidamente de la cama para poder reprenderlo de la mejor manera.

EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora