Si amas algo, déjalo libre

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El gran reloj había dado otra estruendosa campanada hacienda eco por toda la mansión como si se tratara de un gran mounstro que le recordara al platinado los instantes que se le escapaban de las manos. Pasó con dificultad su mano por la frente dándose cuenta del copioso sudor que se posaba empapando sus mechones rubios asi como también el calor tan sofocante que le quemaba como una braza; deseaba salir como pudiese hacia el exterior de la casa para poder tragar generosamente puñados de nieve para calmar su fuego interno o dejar que el mismo ambiente lo congelara de ser precsio.

-Vaya que estoy jodido- Se decía a si mismo cambiando de posición en la cama sintiendo que sus huesos le molían con el movimiento por más minusculo que fuese. Su cuerpo lastimado y desgastado no era nada con el dolor que su corazón sentía al venir a su memoria aquellos ojos color miel que se habían marchado para siempre, esa sonrisa que traviesamente la chica esbozaba mientras dormía eran claro ejemplo de lo mucho que la extrañaría.

Todas las noches solía entrar a hurtadillas a contemplar el rostro de la chica que había caido rendida a causa de la monotonía de Estocolmo; acostumbraba quitarse los zapatos para no emitir ruidos y no irrumpir en el sueño que estaba disfrutando. Se quedaba recargado en la ventana con los brazos cruzados observando el respirar de Hermione, la forma en la que sus cabellos rizados y castaños se esparcían por la almohada asi como su vientre al momento de respirar apaciblemente.

 Se preguntaba sobre lo que estaría en su mente, el motivo por el cual sonreía constantemente deseando estar ahí siendo el responsable de esa felicidad que solo el descanso puede otorgar, pero también tenía en mente que Harry Potter era quien habitaba en su cabeza deseando arrancarlo de tajo para tomar su lugar y disfrutar con la chica por lo menos esos pequeños momentos dejando de lado sus diferencias sociales.

-Estas en sus brazos… el hijo de puta tiene tus labios, y yo… muriendo- Se repetía a si mismo con los ojos cerrados como si estuviera en un profundo sueño llegando a él esas imágenes tan atroces y crueles que la sugestión acompañada de los celos se hacían cita para torturarlo hasta la locura. -…Por que tenias que irte?.. -En ese instante volvía a cerrar los ojos pensando también en su madre, ella no sabía sobre el estado del chico; volvía a sentir miedo, pánico experimentando su corazón latir demasiado rápido, el sudor regresaba más intenso que de costumbre, ese era su fin, debía aceptar lo que el destino le tenía preparado siendo merecedor de ese castigo que se le había impuesto.

-Es… en este momento cuando tomas mi vida…-Malfoy no era creyente, pero dicen que al estar en contacto con la muerte viene a ti la imagen divina que te hace sentir paz interior para darte la fuerza suficiente para cruzar al otro lado. No abría los ojos, deseaba tener ese momento digno de soledad para poder irse en paz, se arrepentía de sus errores, de su falta de buen juico al no tomar desiciones por su cuenta. Su cuerpo estaba ardiendo como nunca, sus mejillas estaban enrojecidas y su camisa se ecnontraba empapada totalmente de sudor.

Todo lo creía perdido cuando en ese momento sintió una mano que no era la suya, deseaba abrir los ojos pero su cansancio no se lo permitía. Acariciando lentamente el contorno de su cara sintió que su respiracion se calmaba, pues si moría esa noche, lo haría acompañado, fuese de quien fuese aquel toque simplemente no deseaba saber mas que el hecho de no estar solo en esos instantes.

-Quien… es… ¿Eres tu madre?... -Mencionaba con dificultad esbozando una sonrisa al imaginarse que su progenitora había llegado a auxiliarlo o para darle el últmo adiós.

-No Draco, soy …-En ese momento el chico reconcía esa voz que estaba escuchando, pensaba que su imaginación le estaba jugando una mala pasada recreando incluso fisicamente la imagen de la chica a la que tanto extrañaba. Abrió sus ojos sintiendo que su corazón se salia de su sito, una gran felicidad inundaba su cuerpo poro a poro , pues si moría en ese instante lo haría contendo y agradeciendo a dios haberle dado la oportunidad de verla una vez más.

EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora