Mi Pasión Prohibida

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Habian transcurrido dos semanas desde la última entrevista con Potter, el rubio se encontraba frente a su chimenea ondeando una copa de moscatel fijando su gris mirada en el danzar del fuego. Con una sonrisa de satisfaccion planeaba poco a poco manuipular el temperamento de su archienemigo cara rajada; encendiendo un cigarrillo maquinaba la forma de hacerlo sufrir hasta verlo vulnerable.

-Esto será divertido-

Pensaba en voz alta al momento de que el elfo doméstico llamado Plumber aparecía con sus orejas dobladas y sus manos aferradas una con la otra en espera de un arrebato de ira por parte de su amo; Draco no había tenido tiempo de capitalizarse dandose el lujo de tener servidumbre mágica, por lo que a travez de los contactos que tenía en esas epoocas de enmascarado buscó la manera de localizar a todos aquellos que habían servido por mucho o corto tiempo a los seguidores de Voldemort, mismos que sin tener un hogar a donde ir se congregaban en pequeñas comarcas en espera de su nueva "administracion". El platinado había viajado a varias de ellas para poder hacer una buena elección, pues a pesar de que estos seres no recibían paga alguna monetariamente hablando, lo hacían en especie con el sentido de la "pertenencia", pues estaban acostumbrados a no estar solos.

Aquel hombrecillo se acercaba con la cabeza agachada mientras que el platinado seguia contemplando el fuego de su chimenea como si el mundo no existiera. -Amo, Plumber tiene que… decirle algo- Declaraba en un hilo de voz aquel harapiento personaje de orejas dobladas - La prisionera desea.. que la desaten- En ese momento el rubio lo miraba de reojo restandole importancia a aquella declaracion dejando su copa de vino en la mesa.

-Y yo quiero ser el rey del mundo- Reía a carcajadas dando otra calada a su cigarrillo disfrutando su primer triunfo en la cita con su enemigo.

-Amo Malfoy, pero ella quiere bañarse- Indicaba con dificultad hasta que el platinado lo miraba con furia y desaprobacion haciendo que el hombrecillo se cubriera la cabeza con ambas manos amortiguando lo que sería un millar de golpes por aquella declaración tan "fuera de lugar". En ese instante el chico sentía curiosidad, quizá algo de morbo pero sobre todo curiosidad; se levantó del sillón y tan solo miró con aprobación al pequeño elfo que lo miraba con acuosos y desesperados ojos.

-Creo que ire a ver a nuestra invitada- Riendo un poco y ondeando la copa todavía se dirigia subiendo las escaleras lentamente tarareando una canción que había escuchado recientemente; después de todo para las cosas que estaban saliendo a pedir de boca eran un motivo de júbilo y festejo para aquel chico que por primera vez estaba siendo el actor intelectual en todo aquel numero para sacar de quicio al supuesto "heroe del mundo mágico".

La castaña no se encontraba tensa, sus nervios se habían tranquizado dandose cuenta  de que si Malfoy deseara realmente matarla, lo hubiera hecho desde el primer momento de la captura; consideraba que con el historial de aversión que tenía por la impureza de la sangre no se tentaría las entrañas para lanzarle un rayo color verde directo al pecho o atravezarle el corazón con una daga pensando que con eso salvaría la estirpe de los que deacuerdo a los encapuchados "merecian ser magos".

Escuchaba los pasos que emitían los mocasines negros, seguramente aquel hombrecillo había habldo con el consultando el deseo de la chica; ella solo se quedaba quieta en la espera de cualquier cosa que pudiera venir, ya que probablemente la obligaría a permanecer sucia, con el sudor en la frente a causa de los nervios derrochados en semanas por la incertidumbre de su libertad, sintiendose asqueada de si misma no solo por no haber tenido contacto con el agua sino por la relación a escondidas que habia llevado con Potter.

Siempre que tenía que acudir al sanitario lo hacía acompáñada del elfo; cosa que le desagradaba ya que en esos momentos es dificil poder hacer cualquier cosa si se siente "en vigilancia", pero poco a poco ella fue perdiendo ese miedo hasta que su cuerpo se resigno a la falta de privacidad; si estaba secuestrada, era imposible tener aunque fuera ese tipo de libertad.

EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora