❥Capitulo 5

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El Galra era más grande que Keith, y su figura parecía masculina, pero vestía extrañas, sueltas, prendas rasgadas y su rostro no se veía para nada humano, asi que era difícil de decir. Su piel estaba teñida de un extraño color, casi...purpura, y suficientemente delgada para ver claramente más oscuras venas y arterias debajo. Parecía tener pelaje o alguna cosa creciendo en su cara, colgando de sus hombros y a los costados de su cabeza. Tenía garras, colmillos, obviamente; largos y filosos, sobresaliendo mientras le gruñía a Keith.

Keith gruño de vuelta. "Este no es tu territorio," dijo, voz firme y autoritaria. "Vete, ahora, antes de que te muestre lo que le hacemos a los intrusos."

"no soy el único intruso," Siseo el Galra. "¿O finalmente te has dado cuenta que debes alimentarte de humanos en lugar de bestias comunes?" sonrió como lobo. "si ese es el caso, amerita una celebración – incluso te dejare compartirlo."

Lance sostuvo más fuerte la improvisada estaca. Quería decir algo genial como sobre mi cadáver, pero esa era básicamente la finalidad del Galra, asi que mantuvo la boca cerrada.

"jodete," Keith respondió rencorosamente. "no somos monstros, a diferencia de los Galra."

El continuaba sonriendo, e inclino la cabeza, abriendo las fosas nasales. "es uno de los dulces, ¿cierto? No mientas, lo hueles también– ya está sangrando."

"Lance, no te muevas," Keith gruño, interponiéndose más entre él y el Galra, de espalda a Lance. "te lo advierto, vete ahora, o vas a lamentarlo."

"lo dudo," el Galra rompió, con la sonrisa cayendo, abalanzándose a Keith.

Keith arremetió contra el Galra, y mientras Lance observaba, Keith cambio – sus orejas se alargaron, volviéndose afiladas, ligeramente curveadas como un elfo o un hada, pegándose hacia su cráneo. Sus hombros parecieron ensancharse, la línea de su cuerpo volverse delgada, más ligera, y la palidez de su piel se intensifico. Con garras en sus manos, y de lo que Lance podía ver de su cara, se volvió...más afilada. Menos humana. Al igual que sus dientes.

El Galra lo golpeo, estampando sus fauces intentando alcanzar su cuello. Keith se soltó de su agarre, lanzando y estampando un fuerte golpe contra el medio del Galra. Rugió de dolor y arremetió en su contra con más fuerza, y esta vez Keith fue tumbado al suelo. Lance observo con aterrorizada fascinación como los vampiros luchaban, Keith resistiéndose y arañando bajo el Galra como un gato salvaje mientras el Galra luchaba por mantenerlo sujeto. Sus garras rasgando cruelmente por el brazo de Keith mientras Keith aullaba, golpeando su codo en el pecho del Galra y, aprovechando su dolor, hundiendo sus colmillos en su hombro.

El Galra grito y salto lejos, agarrando su bicep herido. La sangre corriendo por sus dedos definitivamente no era humana – era más oscura, espesa, y más purpura que roja. Pero era extrañamente satisfactorio ver que los vampiros podían, en efecto, sangrar. Keith mostro sus sangrientos dientes hacia el Galra, quien lo rodeaba, más cautelosamente que antes. "¿proteges a este humano?" el Galra gruño. "¿Por qué gastar tu energía? Si no soy yo quien lo obtenga, el príncipe Lotor enviara más. Su tipo es preciado para nosotros."

"no puedes tomarlo," Keith respondió. "no es uno de tus sometidos esclavos. La gente notara su desaparece. Lo buscaran. Pones en riesgo todo tu cuartel."

"lo vale," dijo el Galra. "además... si van en su búsqueda, te encontraran a ti y a tu sire primero."

"No," Keith dijo. "encontraran tu cadáver." Y volvieron a forcejear y morderse.

Keith podría haber sido más pequeño y débil, pero era más rápido, y más acertado infringiendo heridas. El Galra asestaba más golpes pero eran torpes y aleatorios, ligeros tajos y rasguños por todo el cuerpo de Keith. Keith se dirigía con una mortífera precisión, yendo por las arterias, garras abriendo líneas en su pecho, rasgando en la tela, dientes cerrándose en el antebrazo del Galra y no dejándolo ir hasta que el Galra soltó un grito agonizante. Ambos vampiros estaban cubiertos en su propia sangre, aun asi mientras Lance observaba podía notar las heridas más pequeñas ya sanando, la sangre coagulándose rápidamente y manteniéndolos de pie.

El Huracán En Sus VenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora