❥Capitulo 11

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Lance nunca ha sido una persona mañanera, pero había algo innegablemente perfecto en despertar con Keith Kogane enrollado a su alrededor como un pulpo pegajoso. En serio, Keith estaba aferrado a Lance con todas sus extremidades, oprimiendo el rostro literalmente entre el hombro y la axila de Lance, y no mostraba ningún signo de soltarlo pronto. También estaba babeando un poco, cosa que era igualmente linda y algo asquerosa. Pero recordando, tal vez habían pasado la parte asquerosa la noche anterior. Después de todo, Keith había hecho más que babear sobre él.

Lance acaricio su cabeza cariñosamente. Keith murmuro entre sueños, pero no despertó, lo que no fue sorprendente – el sol afuera estaba en lo alto, asi que ya era justo su hora de dormir. Lance miro la mesita de noche, en donde Hunk había dejado su teléfono, junto las dos cajas de jugo, la barra de granola, y... ¿un plato de cereal? Su entrecejo se arrugo. Tal vez, Shiro.

Shiro, Shiro...había algo que Lance estaba olvidando. Algo que había sucedido anoche... pero su cerebro estaba confuso, y seguía escapándose de sus recuerdos. A lo mejor no era nada. Si recordaba que Shiro había prometido contarle todo lo del campeón, pero había estado bastante molesto y Lance no quería presionarlo.

Lance miro su teléfono de nuevo, primero de mala gana. Luego, aceptando su destino, cuidadosamente se libero del agarre de Keith con algo de dificultad (Keith no quería soltarlo, pero afortuadamente sus extremidades parecían mas fideos medio crudos que mármol solido cuando estaba dormido).

Dedico unos segundos únicamente a admirar cuan adorable Keith lucia tendido sobre la cama, con cabello desordenado y esponjado, y sus dedos enredados en las almohadas, antes de suspirar y tomar su teléfono. Aun no se sentía muy confiado para caminar, asi que simplemente se arrastró a la esquina de la cama, se acomodó ahí mientras desbloqueaba su teléfono y paso por los mensajes que su madre la había dejado, mordiendo sus labios. Parecían lo suficientemente calmados, Hunk y Pidge habían hecho un buen trabajo haciéndolo algo convincente, pero...hombre, se sentía culpable. Incluso si técnicamente era su culpa haber terminado secuestrado durante una semana por vampiros...

Aun mordiendo su labio, pico el botón de llamada y espero a que sonara, golpeando con ritmo nervioso su muslo hasta que un débil click sonó y la voz de su mamá apareció al otro lado de la línea, ligeramente desesperada.

"¿Cariño?"

"Hey, Mamá. Lamento no haber podido llamar."

"¡no se como un chico puede perder su teléfono tantas veces!" exclamo, aunque escucho el distintivo tono de alivio. "¿Y luego tu señal no funcionaba, tu micrófono se descompuso, y alguien hackeo tu cuenta de Skype? ¿lo arreglaste?"

"Uhh – yo, sigo trabajando en eso," tartamudeo Lance, porque de momento no estaba en un estado presentable, y no quería tener que explicar porque estaba en una casa extraña o el enorme vendaje en su cuello. "¡pero estoy seguro de que estará bien!" añadió rápidamente. "Pidge es genial arreglando esas cosas, tu ni te preocupes."

Su mamá chasqueo la lengua. "¡eso espero! Extraño ver tu bonito rostro, mijito. Estaba lista para ir para allá yo sola."

"También te extraño," dijo Lance. "regresare pronto, ¿bien?"

"Tienes que." Hubo un momento de silencio. "¿Lance...todo está bien?"

"Uh. ¿de qué hablas, Mamá?"

"Yo..." ella suspiro fuertemente. "Me pongo paranoica a veces. Me asusta que algo te suceda. Estas tan lejos, y será por mucho tiempo...y ya eres un chico grande, pero sabes, puede ser un mundo horrible el de afuera, Lance."

El Huracán En Sus VenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora