Frank había decidido acudir a la policía para escuchar personalmente los resultados de la autopsia a la que habían sometido a su hija. Tuvo que esperar cerca de media hora para que le atendieran y cuando por fin le avisaron, le hicieron pasar a un despacho en el que de nuevo le toco esperar.
—Siento que haya tenido que esperar tanto, señor Riley, soy el detective Murray —dijo el recién llegado estrechándole la mano. El detective Murray era un hombre de color, de unos cuarenta años, algo calvo y de complexión fuerte. Con un gesto le indicó que se sentara —Antes de nada, quiero expresarle mi más sentido pésame por su irreemplazable perdida...
—Muchas gracias.
—Creo que ha venido para conocer los resultados de la autopsia ¿verdad? Nosotros ya le entregamos una copia a su esposa con el informe del forense...
—Margaret no es mi esposa, estamos divorciados, de todas formas no era el momento adecuado para sacar el tema a colación.
—Lo comprendo —dijo el teniente Murray —, no se preocupe, tengo aquí mismo el informe.
Murray sacó una carpeta de uno de los cajones del armario que tenía junto a la ventana del despacho y se la entregó a Frank. Él abrió la carpeta y leyó durante unos minutos.
—Según el informe médico, su hija falleció debido a un lamentable accidente...
—¿Accidente? —Repuso Frank —. Un accidente es cuando ocurre algo que no puede evitarse, en este caso no creo que se trate de un simple accidente. Según este informe, el coche que atropelló a mi hija recorrió más de veinte metros por la acera antes de estrellarse contra varias de las mesas de la terraza de la sala de fiestas. ¿Es eso lo que ustedes consideran un accidente?
—Créame, señor Riley, sé cómo se siente usted...
—No, no creo que lo sepa, detective. No creo que tenga usted idea de cómo me siento en este momento.
—Yo... —Murray no sabía qué contestar —. Le aseguro que le atraparemos.
—Eso ya no importa, teniente. Mi hija no volverá...
—No, no lo hará, pero con su detención evitaremos que vuelva a suceder de nuevo. Además, se dio a la fuga y eso, créame, es lo más detestable de todo.
—¿Saben ustedes quién fue? —Frank nunca había dudado de la capacidad de la policía, pero en un caso como ese era muy difícil atrapar al culpable.
—Tenemos los datos del coche y parte de su matrícula. Hubo un testigo que presenció el atropello. Se trata de un indigente que dormía en el cajero de un banco que había frente al salón de fiesta. El nos dijo haberlo visto todo, incluso nos describió al presunto homicida.
—¿Lo describió? ¿Cómo llegó a verlo?
—No debería contarle esto, señor Riley, porque aún es material policial clasificado, pero créame, sé por lo que está pasando. Lo sé muy bien y además también sé quien es usted. Tenemos la descripción de ese hombre, porque, se bajó del coche y se arrodilló junto a su hija.
—¿Cómo dice?
—Lo ha escuchado perfectamente. El conductor del automóvil que atropelló a su hija, bajó del auto y se arrodillo junto a su hija antes de volver a montar en su coche y darse a la fuga.
—¡Grandísimo hijo de puta! Y, ¿por qué lo hizo?
—Eso aún no lo sabemos. De todas formas los hechos no mienten, su hija murió debido a los traumas sufridos durante el atropello. Cuando esa persona se acercó a ella, ya estaba muerta.
—No es algo, normal, en este tipo de casos ¿verdad? —Quiso saber Frank.
—No, no lo es, es algo más bien inusual, pero gracias a ello, tenemos su descripción: varón, raza blanca, de entre treinta y cuarenta años, un metro ochenta y cinco de estatura, aproximadamente y vestido de negro de la cabeza a los pies y... aquí nuestro testigo está casi seguro al cien por cien, sin dar muestras de estar bajo los efectos del alcohol...
—¿Me está usted diciendo que mi hija fue asesinada con premeditación? —Frank no salía de su asombro.
—Le estoy diciendo que hay algo muy extraño en el accidente de su hija, pero aún no sabemos exactamente lo que ocurrió y es pronto para hacer suposiciones, señor Riley. Si le cuento todo esto es porque sé de sus antecedentes y creo que podría sernos de utilidad. Su trabajo...
—Me retiré hace ya cinco años, inspector. Si cree que el asesinato o el accidente, como todo el mundo se empeña en creer, tiene algo que ver con mi anterior trabajo...
—No podemos descartar nada, podría estar relacionado con su trabajo o con el de su esposa...perdón, con el de su exmujer, ella trabaja en un bufete de abogados, ¿no es así?
—Sí, aunque creo que ustedes ya lo saben perfectamente.
—Hemos hecho nuestras indagaciones, sí. Usted trabajaba para el gobierno si no me equivoco...
—Era asesor —contestó Frank, sin dar más explicaciones.
—Ya, asesor...y, ¿a quién o qué asesoraba?
—Eso sigue siendo algo que no me está permitido revelar todavía hoy. Mi trabajo era muy preciso, señor Murray y altamente secreto. No creo que esté usted cualificado...
—¡No es mi intención inmiscuirme en esa clase de asuntos! —Aclaró el detective —. Perdóneme, sólo era curiosidad.
—La curiosidad puede llegar a ser muy peligrosa en estos tiempos, inspector. A veces es mejor permanecer al margen. ¿Lo entiende?
—Sí, sí...lo entiendo perfectamente —Murray tragó saliva antes de continuar —. Con respecto a su exmujer ¿cree usted que alguien podría estar, molesto con ella?
—No he seguido con mucha atención los casos que lleva el bufete de Margaret, aunque creo que últimamente ha cosechado bastantes triunfos, pudiera haber alguien molesto, pero llegar al extremo de asesinar a nuestra hija, me parece...
—No sabe usted bien de lo que es capaz la gente —dijo Murray pensativo.
—Sí, sí que lo sé...
—¡Ya, claro! Y si me contara todo lo que sabe, tendría que matarme después, ¿no? Exactamente igual que en las películas.
—No, yo no le mataría, sin duda sería algún otro el que lo hiciese.
El detective Murray le miró, esperando la broma que sin duda llegaría detrás de semejante afirmación, pero esta nunca llegó.
—¿Lo dice en serio?
—Muy en serio, inspector, lo digo muy en serio.
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Sombras del pasado (Terminada)
Mystery / ThrillerFrank Riley ha perdido a la única persona que le quedaba en su vida. Su hija Kelsey. Pero su muerte no está demasiado clara y él no cree que se trate de un accidente. Cuando recibe la misteriosa llamada de un desconocido todo su mundo se tuerce, por...