19. Sombras del pasado

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Abandonaron el edificio igual que habían hecho al entrar, sin disimular, como si tuvieran todo el derecho del mundo a estar allí. Frank sabía por experiencia que la gente sólo veía lo que quería ver. Si actuabas con seguridad podías colarte hasta en el sitio más vigilado.
Habían caminado hasta un callejón que había junto al edificio donde habían estado. El lugar estaba solitario.
—He calculado que entre el edificio en el que hemos entrado y el escenario dónde tendrá lugar el concierto, habrá unos trescientos metros. Sería muy fácil alcanzar a un objetivo a esa distancia utilizando el arma correcta. Pero en mi caso tendrán que ser tres objetivos y dispondré de muy poco margen de tiempo.
— Hablas como si de verdad fueras a cometer los asesinatos —dijo Violet tuteándolo por primera vez.
—Es deformación profesional, además quiero que mis acciones parezcan lo mas reales posibles. La vida de mi hija esta en juego y no pienso cometer ningún error.
—¿Serías capaz de hacerlo, si no tuvieses más remedio? —Le preguntó ella.
Frank la miró a los ojos y contestó con sinceridad.
—Sí, lo sería. Si no tuviese más remedio como tú misma has dicho. Pero yo sé que no será necesario. Tengo la esperanza de que todo se solucione de una manera en la que no tenga que intervenir.
—No tengo ni idea de lo que te traes en mente, pero espero de verdad que todo salga como tienes pensado.
¿Podría confiar en ella? Penso Frank. Tenía que arriesgarse, tarde o temprano acabaría enterándose, además así sabría a lo que atenerse.
—Cuento con ayuda —confesó —. Alguien intentará rescatar a mi hija antes del día del concierto.
— ¿Sabes dónde está? —Preguntó Violet.
—Sí, creo saberlo, estoy casi seguro de ello. Me permitieron hablar con Kelsey unos minutos y logré averiguarlo.
—Y esa persona en la que confías, ¿es de fiar?
—Creo que sí. De vez en cuando es necesario confiar en alguien aunque apenas lo conozcas.
—En mí puedes confiar, Frank —contestó Violet —. Estoy de tu lado.
—¿De verdad? —Frank escrutó sus ojos. Quería creerlo, necesitaba creerlo.
—Sí —dijo en voz baja —. Es lógico que sospeches de todo el mundo. Yo me sentiría igual que tú. Sobre todo si estuviese en juego algo tan importante como la vida de una hija. ¡Quiero ayudarte, Frank! ¡Quiero que confíes en mí!
—Entonces empieza por contarme la verdad.
Ella bajó la vista como una niña a la que hubieran pillado haciendo una travesura.
—¿La verdad...? Ya sabes toda la verdad. Todo lo que te he contado sobre mí es cierto.
—Eso no es del todo cierto — observó Frank —, pero lo que me interesa saber es lo que no me has contado. ¿Desde cuando trabajas para Orpheus?
Ella se volvió para no tener que seguir mirándolo. Sabía que su expresión la delataría.
—No sé de que me hablas, Frank. Yo no trabajo para Orpheus...
—Sí que lo haces, Violet. Aprovechaste que Leonard te pidió que me ayudaras para así poderles informar a ellos y de paso me tendrían vigilado sin que yo me diera cuenta. Es un buen plan, muy bien concebido. ¿Fue idea tuya?
Violet se mordía el labio y jugaba nerviosa con sus manos. En un instante sacó un arma de su bolsillo y apuntó a Frank.
—No tendrías que haberlo sabido, Frank. Esto pone las cosas más difíciles.
El miró el arma y luego la volvió a mirar a ella.
—Lo supe casi desde el primer momento. No estaba seguro al cien por cien, pero sabía que había algo extraño en nuestro encuentro. Fue, ¿como decirlo? Demasiado oportuno. De todas formas aún tenía mis dudas hasta que hace un momento las despejaste por completo.
—¿Cuándo?
—Allí arriba —aclaró Frank señalando a la azotea del edificio que tenían a sus espaldas —. Vi la forma en que mirabas desde allí al sitio donde pasado mañana estarán esas personas, escuché lo que dijiste: Sería muy fácil matarlos desde aquí, además vi algo en tu mirada que finalmente me convenció...
—¿Qué viste, Frank?
—Odio. Eso es lo que vi. Un odio tan frío y tan cortante como el filo de una cuchilla.
—No tienes idea, Frank. Esas personas deben morir. Es necesario que mueran.
—Creo que sí tengo algún tipo de idea. Desde el primer momento en que te vi, creí conocerte de algo, pero no le di mayor importancia. Hace un momento, cuando de verdad pensé en quién podías ser, caí en la cuenta. Tu apellido no es Norton, ¿verdad?
—Sí que lo es. Es el apellido de soltera de mi madre.
—Entiendo. Y Boorman es el de tu padre. ¿Estoy en lo cierto?
Ella asintió.
—Mi padre nos abandonó a mi madre y a mí cuando yo era muy pequeña. Nunca usé su apellido. Hace aproximadamente un año, él contactó conmigo. —Necesito tu ayuda, Violet —me dijo —. A pesar de que no nos conocemos, eres sangre de mi sangre y yo nunca dejé de pensar en ti - ¿Qué podría haber hecho? Era mi padre. Me explicó entonces que estaba metido en un turbio asunto. Varias personas querían acabar con su carrera. Dos periodistas, el conocido director de una cadena de televisión y un senador rival suyo. Tenían pruebas de cierta clase de operaciones que mi padre había realizado y de su dudosa legalidad. Aún las tienen, Frank. Y piensan hacerlas publicas en el plazo de un mes. Mi padre aprovechó sus contactos para ponerse en contacto con un grupo de personas que podían resolver sus problemas. El problema era que ninguno de ellos era lo suficientemente diestro para eliminar a esas personas. Necesitaban un experto...
—¿Yo?
—Sí, Frank. Tú. Pero estabas retirado, sino todo hubiera sido mucho más sencillo. Leonard te hubiera encargado él mismo el asesinato.
—¿Leonard también trabaja para tu padre?
—Sí, sospechaste de él desde el principio, a pesar de que se trata de tu amigo. No sé por qué te sorprendes.
—Sabía que estaba bajo la influencia de Boorman, pero no creí que fuera a traicionarme.
—Para ser un asesino, creo que confías demasiado en las personas, Frank.
—Quizás estés en lo cierto, confíe en ti a pesar de que imaginaba la verdad.
—Eso fue un tanto estúpido por tu parte. En cuanto les cuente tus planes de rescatar a tu hija, haremos todo lo posible por impedirlos. Tu plan fracasará y tu no tendrás más remedio que asesinar a esos cuatro malnacidos. Yo estaré contigo hasta que finalmente lo hagas, así no tendrás más tentaciones de intentar jugárnosla.
—¿Serías capaz de asesinar a mi hija, Violet?
Ella no respondió de momento. Miraba la pistola que tenía en su mano como esperando que alguien contestara por ella la pregunta. Por fin levantó la vista y le miró. Una mirada perdida en las mas oscuras tinieblas, hundida en las sombras del pasado.
—Lo haría sin dudarlo, Frank.

—Lo haría sin dudarlo, Frank

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Sombras del pasado (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora