El entierro fue a las diez de la mañana de un frió día de finales de invierno. La lluvia, escasa casi siempre en Denver, se había convertido en una ligera nevada que había transformado el paisaje en una postal tardíamente navideña.
Al entierro habían asistido muchísimas personas. Todos los empleados del bufete estaban allí, dándole su último adiós a una joven que no merecía estar en ese lugar. No es que nadie lo merezca, pensó Frank, o por lo menos casi nadie, pero menos aún una persona joven, muy joven y con un maravilloso futuro aún por descubrir.
Frank estaba de pie junto a Margaret y un poco más alejado, el novio de ella. Frank y él nunca se habían llevado demasiado bien y cuando Kelsey le contó la forma en que la miraba, su indiferencia se volvió autentico asco. Nunca llegó a decirle lo que tenía pensado, porque su propia hija se lo impidió alegando que no quería hacerle daño a su madre. Matt parecía haber adivinado algo de ello, pues desde entonces, cada vez que Frank iba a recoger a su hija un viernes de cada dos para pasar con ella el fin de semana, el jovencito le evitaba, quitándose del medio. Algo que era muy de agradecer.
Frank le miró de reojo y le observó detenidamente durante un minuto. Tendría que hablar con él para que le explicara su conversación con su hija minutos antes de que esta falleciera, no por nada había sido la última persona que la vio con vida, excluyendo a su asesino, eso sí.
Una vez terminadas las exequias y cuando el cuerpo de su hija, reposaba ya en la tierra sagrada, Frank notó que alguien le tomaba del brazo.
—¡Leonard! ¿Qué haces tú aquí? —Preguntó Frank sorprendido.
—He venido a acompañar a un amigo en estos momentos de dolor, ¿cómo estás, Frank?
Leonard y Frank habían sido compañeros desde hacía más de veinte años. Se habían conocido en Beirut, en una época en la que tener un aliado podía significar la vida en vez de la muerte. En aquel entonces ambos trabajaban para agencias rivales, pero un enemigo bien puede convertirse en amigo, cuando todos los demás sólo piensan en asesinarlos a ambos. Desde ese momento firmaron un pacto de lealtad inquebrantable, algo insólito entre dos personas cuyo único objetivo era provocar todo lo contrario y sobre todo sobrevivir a expensas de los demás.
—Nunca había sentido un dolor tan terrible como este, Leo.
—Lo sé, amigo mio. No existe dolor más grande que sobrevivir a un hijo y sabes que lo digo con conocimiento de causa.
Leonard Noyce había perdido a su único hijo hacía unos cuantos años. El cáncer se lo había arrebatado, silencioso como una serpiente y sin poder presentarle batalla.
—Lo único que puedo decirte es que el tiempo actúa como un bálsamo. La herida nunca cicatrizará, pero dejará de dolerte como en este momento.
—Me alegro de que hayas venido. ¿Sigues trabajando aún?
—Ya sabes que nosotros nunca llegamos a retirarnos del todo, Frank.
—Yo lo hice, Leo.
—¿Tú crees?
—¿Por qué lo dices? —Frank acababa de darse cuenta de que la visita de su antiguo compañero no era tan sólo por motivos de amistad.
—Creo que hubo algo...turbio en el accidente de tú hija.
—¿Has estado indagando?
—Yo no. Pero ellos parecen saberlo todo.
—¿Y te han enviado a ti para enterarte de lo que ellos desconocen?
—No, Frank. Yo sólo he venido para darle mis condolencias a un amigo...y también para avisarte de paso. Alguien muy importante no quiere que la verdad salga a la luz. Alguien que tú y yo conocemos bien. Sabes de quién hablo, ¿no?
Frank asintió. Era mejor no dar nombres. Nunca podías estar seguro de quién podría estar escuchando.
—La guerra fría ya terminó, Leo.
—No, Frank, nunca terminó, sólo cambió de nombre.
—¿Es a mí a quien buscan, entonces? —Frank había comprendido que todo había sido una estrategia para localizarlo. La vida de su hija no importaba nada. Ella sólo había sido un mero señuelo.
—Puedes estar seguro de ello.
—¿Y sabemos quiénes son? ¿De los nuestros o de ellos?
—Por ahora no lo sabemos con seguridad, pero deberías estar alerta y no confiar en nadie, ya sabes como funcionan las cosas.
—Lo recuerdo perfectamente. ¿Tampoco debo confiar en ti, Leo?
—Hicimos un pacto de honor, amigo mío y eso está por encima de todo. Yo nunca te traicionaría, creo que lo sabes.
—Lo sé. Gracias por el aviso, pero creo que nuestro común amigo no va a tomárselo muy bien después de todo. Pienso encontrar al asesino de mi hija Leo, y pienso matarlo.
—Lo entiendo y no sabes lo que puedo llegar a envidiarte. El asesino de mi hijo nunca dio la cara.
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Sombras del pasado (Terminada)
Misterio / SuspensoFrank Riley ha perdido a la única persona que le quedaba en su vida. Su hija Kelsey. Pero su muerte no está demasiado clara y él no cree que se trate de un accidente. Cuando recibe la misteriosa llamada de un desconocido todo su mundo se tuerce, por...