II

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[Punto de Vista Liam]

Tiré el móvil al suelo, directamente. Sin pensármelo dos veces. Estaba harto de que sonara y no fuera la persona que me gustaría que fuera. Sophia no había dejado de llamarme ni un solo instante y yo rechazaba de cualquier manera posible hablar con ella porque, esta vez sí, lo que había pasado había sido la gota que había colmado el vaso. No quería saber nada más. No quería escuchar qué tenía que decirme simplemente porque ya no iba a interesarme más por ella.

Punto y final. De los grandes, de los de verdad.

Recogí el móvil del suelo, a regañadientes, y me senté en la cama. Sabía que no debería llamar a Ana y realmente estaba convencido de que no reuniría el valor suficiente para hacerlo, así que no me preocupaba tantear su número una y otra vez. No iba a hacerlo incluso aunque muriera de ganas. Si después de todo le llamaba lo único que pensaría es que sólo quería su presencia cuando no tenía la de Sophia, cuando las cosas con ella iban mal. Y eso no era así. Puede que en un principio sí, pero todo había cambiado demasiado en muy poco tiempo.

Negué con la cabeza, incapaz de creerme que en esos momentos estuviera tan lejos.

Me costó decir adiós a Ana porque no quería hacerlo, pero ya no había manera de solucionar eso.

Por eso me concentré en otras cosas. Esa tarde teníamos ensayo, pero antes había quedado con Louis para comer. Llevaba tres días sin casi dar señales de vida y empezaba a preocuparme seriamente, incluso aunque estuviera convencido de que lo suyo sí tenía solución. Él y Judith se querían, se querían de verdad, y no tardarían mucho tiempo en volver a estar juntos. Todos lo sabíamos igual que yo.

Casi me atrevía a afirmar que Louis también, aunque no nos hubiera hablado nunca de la posibilidad de volver con ella en un futuro. En realidad, había hablado más bien poco. Se había limitado a decir que lo suyo no funcionaba y que se había acabado. Poco más.

Sólo Harry le había visto desde que eso había pasado; y le había visto mal.

Y así le vi yo también. Me abrió la puerta de su casa con unas ojeras hasta los pies, en pijama y completamente despeinado.

- Hola, Payne.

Carraspeó y se alejó de la entrada cuando puse los pies en casa. Lo seguí hasta la cocina, de la que se desprendía un olor delicioso. Al menos, no había perdido la habilidad para cocinar en esos tres días en los que parecía que lo había perdido todo.

- ¿Cómo estás? -Pregunté, una vez dentro.

- Bien. Esto ya casi está, vamos a dejarlo reposar un poco, ¿vale?

Caminó hasta el frigorífico, sacó dos cervezas y me hizo un gesto con la cabeza de que saliéramos de allí. Nos sentamos en el sofá más grande todos y dio un trago rápido a su bebida.

- ¿Cómo estás? -Preguntó él, devolviéndome la pregunta que le había hecho instantes antes.

- Bien -le imité.

- Venga, Payne -exhibió una media sonrisa-. Sabes que no. ¿Has hablado c...?

- No he hablado con nadie -le corté, antes de que pudiera pronunciar cualquier nombre-. De Sophia no quiero saber nada. Nada, Louis. Esta vez lo ha estropeado de verdad, como nunca lo había hecho.

Se apoyó en el respaldo del sofá y me miró confuso.

- ¿De verdad pasó algo tan gordo entre ella y...?

Sentí cómo tragaba saliva, dejando la frase en el aire. Como si le costara pensar en ella.

- Sí. Pasó que Sophia ha terminado de demostrarme que no merece la pena. Así que se acabó y te prometo que esta vez es de verdad, Tommo. Te lo juro.

Through the dark - Segunda parte de 'All their little things'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora