XXI

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 [Punto de Vista Rosa]

Lo miré estupefacta, intentando descifrar en él la expresión que se había hecho dueña de su cara. ¿Era temor lo que veía? ¿Podía llegar a ser enfado? Estupendo, porque yo también empezaba a enfadarme. ¿Por qué dudaba de mí de esa manera?

- ¿Pero qué dices? -Pregunté, tras unos segundos en silencio.

- Contéstame -exigió, sin un ápice de delicadeza.

- No debería contestarte a esa pregunta, y más teniendo en cuenta la forma en la que estás realizándola -espeté, borrando también todo el tacto en mis palabras-. ¿A qué viene esto de repente?

- Viene a que estoy preocupado, por si no eres capaz de verlo.

Negué con la cabeza.

- No tendrías que estarlo porq...

- ¡Vale! -Me cortó, queriendo zanjar a través de gestos la conversación, moviendo sus manos a izquierda y derecha y cruzándolas en el centro. Bajó la mirada al suelo y se acercó a mí-. Deja de decir que no debería estar así, deja de decir que no debería preocuparme, y si de verdad no pasa nada, entonces, acaba con esa preocupación. Deja de echarme en cara cómo me siento y remédialo de alguna forma, por favor -pidió, con sus ojos azules clavándose en mí y suplicándome una acción inmediata por mi parte.

Fruncí los labios. No tenía por qué soportar que desconfiara de mí como lo estaba haciendo. No tenía por qué soportar que dudara de mí en algo tan fundamental como mis sentimientos o la implicación que tenía en nuestra relación. Era algo de lo que no debía dudar nunca, y no tenía por qué cargar con ello si empezaba a hacerlo.

- Rosa, por favor, ¿qué estás pensándote tanto? -Preguntó, viendo que el mutismo continuaba presente en mí-. Necesito que me digas algo.

- No deberías necesitarlo.

- ¡Pero lo hago! -Clamó, abriendo excesivamente los ojos-. Si en algún momento necesitaras algo lo haría por ti, incluso aunque no entendiera la necesidad. No soportaría verte angustiada y tú lo estás haciendo, me estás viendo así, y lo estás alargando.

Caminé hasta él y apoyé mis manos en sus hombros, queriendo que ese momento desagradable finalizara de una vez. En parte, llevaba razón. No tenía por qué hacerlo, pero aclararle las dudas que sentía me suponía un mínimo esfuerzo.

- Niall, todo está bien -hablé despacio, con cuidado, y asegurándome de que contaba con toda su atención-. Quiero estar contigo como siempre he querido. Por favor, deja de pensar todo lo que estás pensando y mírame -dio un paso hacia el frente y nuestros cuerpos chocaron-. Estamos aquí, los dos, juntos. Olvídate de lo demás.

Me hubiera gustado que una sonrisa se presentara de inmediato en su rostro, pero no fue así. Extendió sus brazos hacia los lados, hasta que pudo cerrarlos en torno mío, y me abrazó en silencio. Asenté mi cabeza en su omóplato y esperé que todo hubiera terminado.

Incluido la cantidad de pensamientos negativos que seguían azotándome. ¿Por qué no le había echado tanto de menos como había imaginado cuando llegué a Londres? ¿Por qué sentía que sí echaría en falta esos días de libertad de los que había disfrutado en su ausencia?

- Me ha dolido mucho todo esto -dijo. Su voz sonó amortiguada al tener sus labios adheridos a mi cabello-. He temido demasiado perderte.

Levanté la cabeza y lo miré con una mueca.

- Yo estaré llena de inseguridades, pero tú no te quedas atrás.

- Me vuelvo inseguro cuando considero que no soy suficiente para alguien.

Through the dark - Segunda parte de 'All their little things'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora