XXX

2.8K 163 36
                                    

 [Punto de Vista Ana]

Esa noche, por suerte, la cena transcurrió mucho más tranquila y más relajada de lo que lo habían sido las anteriores, en las que habíamos intentando aparentar normalidad cuando la única realidad era que todos, por unos motivos o por otros, estábamos desquiciados.

Yo misma había sido la primera en negar todo lo que estaba sucediendo, en aparentar esa normalidad que no existía y que me empeñaba en mantener cada vez que Liam cruzaba una mirada conmigo. Pero esa noche, por alguna razón, me fue difícil soportar sus ojos anclados a mi rostro casi a cada segundo.

Esa noche, por alguna razón, sentía que ya no podía negar, aparentar o fingir mucho más tiempo.

Zayn había comprado una inmensa tarta de chocolate con la que pretendía levantar los ánimos de todos, probablemente prestando especial interés en un Niall decaído y silencioso, sin duda el más afectado de los allí presentes por todos los giros que habían dado los acontecimientos desde que los chicos habían vuelto de América.

En otra ocasión, ese postre hubiera sido un manjar para mí. Esa noche, por alguna otra razón, apenas podía probar bocado. Quizá estuviera ya cansada de sentirme el centro de atención para el chico que había querido borrar de mis pensamientos; quizá simplemente me hubiera rendido ante la evidencia de que no lo había conseguido. Liam seguía presente en cada centímetro de mi ser.

Esa noche, por muchas razones, todo fue diferente para mí.

No habíamos vuelto a mantener una conversación relevante desde que sus labios habían estado sobre los míos. En realidad, no habíamos vuelto a hablar mucho. Cuatro frases contadas que decían mucho menos de lo que dos queríamos decirnos. Cuatro frases contadas que nada tenían que ver con los sentimientos que guardaba en mi interior.

Esa noche, frente a él, entendí con plena conciencia que no lo había olvidado nunca.

- Venga, ¡todos a recoger! -Pidió Harry, con la voz grave, levantándose al tiempo que cogía dos platos situados en el sitio que había ocupado durante la cena-. No os escapéis ninguno que luego me toca a mí hacerlo todo.

- Tendrás morro, ¿y qué pasa conmigo? -Preguntó un divertido Louis, que no se había separado en toda la noche de mi amiga, que ya le miraba como siempre le había mirado-. Dices eso como si yo no contribuyera en el orden y mantenimiento de la casa.

Todos nos incorporamos entre risas por el último comentario de la persona más vaga y más despreocupada por los asuntos del hogar que se encontraba en esos momentos allí. Cogí tres vasos como bien pude y bordeé la mesa con intención de encaminarme hasta la cocina, sin querer reparar en la figura de un Liam que seguía clavado en su sitio, de pie, detrás de la silla en la que había estado sentado.

Caminé con seguridad evitando mirarle de reojo y fue un error hacer aquello. Por haber rechazado mirarle, no pude advertir que se estaba acercando a mí. Con un rápido movimiento, acabó impidiéndome avanzar y no choqué con su cuerpo por unos pocos centímetros. Nos miramos y mis manos empezaron a temblar.

- Voy a llevar estos dos platos a la cocina y después me iré a casa -me explicó, a pesar de que no entendía a qué venía ese comentario. Miré por encima de su hombro y observé que nos habíamos quedado solos en el salón-. He hecho un sin fin de cosas mal, pero quiero explicarte cada una de ellas y quiero pedirte perdón mil veces. Ven conmigo, por favor -tragué saliva. Y no dije nada porque no había nada que pudiese decir-. Por favor, Ana, por favor -insistió-. Por favor.

Me miró con sinceridad. Había auténtica súplica en él, que incluso había juntado sus manos en señal de oración, colocando de forma extraña los platos que llevaba en ellas. Se inclinó hasta que nuestros rostros quedaron a la misma altura y agradecí su cercanía, su preocupación y, de nuevo, su sinceridad.

Through the dark - Segunda parte de 'All their little things'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora