XX

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 [Punto de Vista Judith]

Fue Louis quien abrió la puerta, haciendo que aumentara considerablemente mi grado de nerviosismo, de urgencia y de entusiasmo. Todo a la misma vez. Todo al tenerlo delante. Una pequeña cinta gris echaba su pelo hacia atrás, consiguiendo de esa manera que no hubiera nada que pudiera impedirme apreciar la belleza de su rostro con absoluta claridad. Estaba guapísimo. Como siempre.

En primer lugar, abrazó a Alba, con mucha fuerza. La siguiente fue Rosa, a la que estrechó ente sus brazos de igual modo, cerrando durante unos segundos los ojos. Sonreí ante ello. Realmente nos querían a todas.

- Me alegro mucho de verte -sonrió, una vez que tuvo a Ana a su alcance.

Tal y como había hecho con Rosa y Alba, la rodeó con sus brazos durante un tiempo aún más largo.

- Yo también me alegro de verte a ti, Tommo -respondió mi amiga, con una evidente sinceridad-. No puedo creerme que esté aquí otra vez.

Ana giró su cabeza para buscar mi mirada y la pedí con ésta que nos concedieran unos instantes en soledad. Asintió entre risas, colocó una mano sobre el hombro de Louis y, esquivándole, entró en el piso, dejándonos en el descansillo del portal completamente solos.

- A ti me alegro de verte más -susurró, con una sonrisa cargada de picardía.

Reí con el labio inferior atrapado entre mis dientes y extendí mis brazos hacia él para poder abrazarlo tanto tiempo como fuera posible. Mi cintura quedó completamente inmovilizada por la fuerza con la que se aferró a mí y me elevó por los aires, dando vueltas sobre sí mismo.

Una vez que mi cuerpo pisó tierra firme de nuevo, nuestros labios se encontraron. Me obsequió con una serie de besos breves, pero intensos, que dieron paso a uno largo, muy largo, igual de vivo.

- Que alguien me pare... -Murmuró, una vez que comprobamos que nos era imposible detenernos.

Emití una nueva risa y acaricié las preciosas facciones de su cara. Sus labios sonrosados, sus mejillas, su frente, allí donde empezaba su cabello... ¿Cómo había podido alguna vez rechazar a ese hombre?

- ¿Sólo sabes reírte? -Preguntó, divertido-. ¿No vas a decirme nada?

- ¿Qué quieres que te diga? -Respondí con otra pregunta. Y con una sonrisa-. Te quiero.

- Joder -echó la cabeza hacia atrás, sonriente-, ¡eso es más que perfecto!

Reí nuevamente cuando mi cuerpo comenzó a volar otra vez por los aires en sus brazos. Los besos se sucedían, también las risas, y los comentarios sin mucho sentido pero cargados de una emoción que pocas veces antes había sentido. Volvía a tenerle junto a mí, y nunca experimentaría una mejor sensación que esa.

- Deberíamos entrar -comentó, cuando ya nos era imposible respirar con normalidad-. Tenemos una noche entera para los dos.

- ¿Sólo una? Espero que sean muchas más.

Pasó una mano por mi cuello con cariño, besó mi frente, y me instó a que comenzáramos a andar hacia el interior de la vivienda. Cerramos la puerta al unísono e intercambiamos una mirada cargada de complicidad.

- Por supuesto que no es sólo una noche -dijo, una vez dentro-. Mira, calcula. Tenemos veintidós años...

- Tú tienes veintidós años, viejo -le saqué la lengua y rió.

- Vale, vale. El caso es... una vida entera por delante son muchas noches, ¿no? -Lo miré maravillada. Fascinada. Enamorada-. Eso es lo que tenemos.

Through the dark - Segunda parte de 'All their little things'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora