XVIII

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 [Punto de Vista Rosa]

Era extraño, pero por primera vez en mucho tiempo me sentí completamente libre, de una manera que ni siquiera era capaz de explicar por completo. Dos días después de nuestra llegada a Londres, decidí abandonar una tarde el teléfono, cualquier otra conexión con el mundo, incluso a las chicas, y salí de casa decidida a perderme por los rincones más ocultos de la ciudad. A pasear, simplemente. Sin necesidad de pensar en nadie que no fuera yo misma.

Era extraño porque en esos momentos sentí que ni siquiera necesitaba a Niall para sentirme bien con lo que me rodeaba, aun sabiendo que, obviamente, lo necesitaba. Pero había algo que me urgía más, algo que llevaba tratando de reprimir muchas semanas y que, en el fondo, sabía que tarde o temprano saldría a la luz: necesitaba esa libertad que estaba experimentando.

Necesitaba saber que no dependía de nadie. Necesitaba no tener que dar explicaciones a nadie acerca de dónde iba, con quién, hasta qué hora y por qué. Necesitaba respirar hondo, mirar a mi alrededor y no conocer a ninguna de las personas que allí se encontraban. Necesitaba anonimato, aunque fuera por una sola tarde. Necesitaba soledad, un sentimiento que llevaba demasiado tiempo sin acudir a mí y que en ocasiones echaba en falta.

Necesitaba, aunque fuera durante unas horas, sentir que en mi mundo no había cabida para otra persona que no fuera yo, que era exactamente como me había sentido en mis veintiún años de vida, hasta que Niall apareció.

Alba me sonrió ampliamente cuando llegué a casa y me senté a su lado, exhausta, agotada y feliz.

- Qué buena cara tienes -observó.

- No te imaginas cuánto echaba en falta unas horas a solas conmigo misma -suspiré, dichosa tras el viaje interior que había realizado-. ¿Te das cuenta de lo mucho que han cambiado nuestras vidas en tan poco tiempo? Hemos pasado de vivir con nuestros padres a vivir juntas, y de ahí a prácticamente vivir con cinco idiotas. ¿Qué hay de los momentos de intimidad?

- Veo que valoras mucho la convivencia entre nosotras -me sacó la lengua, fingiendo indignación, y reí.

- No seas tonta, sabes que no es así. Sólo que todo esto se ha vuelto una locura, y tenía que distanciarme un poco de ella.

- La locura es cuánto te ha sonado el móvil durante toda la tarde -afirmó, con una mueca-. He acabado por ponerlo en silencio para poder concentrarme.

Me fijé en los apuntes que portaba en su mano derecha y caí en la cuenta de que en apenas cinco días teníamos un examen. Agité la cabeza, lanzando ese pensamiento a la otra punta de mi cabeza, y me concentré en lo que Alba había comentado.

- ¿Quién me llamaba? -Cuestioné-. ¿Mi madre?

- Niall.

Asentí.

- ¿Ves? Ya he vuelto a la realidad -dije, exánime, levantándome desanimada hasta donde había dejado cargando el móvil.

Efectivamente, tenía seis llamadas perdidas suyas. Seis en tan solo cuatro horas que llevaba fuera de casa. ¿Había pasado algo o es que simplemente había evolucionado a un novio controlador y pesado?

Desconecté el cargador del enchufe y, cogiendo éste y el teléfono, anuncié a Alba que me iba a la habitación a hablar con la persona que, presumiblemente, tenía muchas ganas de hablar conmigo. Cerré la puerta cuando entré, me dejé caer en la cama y me tomé un par de minutos para mirar al techo y darme cuenta de que toda la calma que había experimentado hasta entonces se había esfumado. De nuevo tocaba la dependencia de alguien, el dar explicaciones, la falta de soledad y la introducción de otra persona en mi universo que tenía el mismo poder sobre él del que tenía yo.

Through the dark - Segunda parte de 'All their little things'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora