XXIV

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[Punto de Vista Ana]

Esperamos impacientes que Judith regresara a casa. Lo hizo entre lágrimas y una media sonrisa que quiso decir un inútil “estoy bien, no os preocupéis”. Todas corrimos a abrazarla sintiendo el dolor como el nuestro propio, y me preocupé particularmente de mirarla a los ojos y preguntarle si estaba segura de lo que había hecho.

- Lo estoy -tartamudeó, haciendo evidente la ansiedad que existía en ella-. Nos irá... mejor... como amigos -continuó, sin dejar de llorar, sin poder evitar que su voz temblase.

Entre Rosa y yo la escoltamos hasta el sofá, sujetándola cada una de un brazo, como si temiéramos que en cualquier momento fuera a desplomarse. Me preocupaba realmente escuchar cómo inspiraba aire como si le faltara en los pulmones. Quise darle todo lo que yo tenía dentro si conseguía que de esa forma se tranquilizara.

Se sentó entre ambas mientras que Alba se agachó frente a ella y apoyó las manos en sus rodillas, mostrándola todo su apoyo. Poco a poco, dejó de llorar. Llegó un momento en que decidió comenzar a secarse las lágrimas que aún resbalaban por sus carrillos y la tranquilidad llegó al mismo tiempo que su respiración se normalizó. Intercambié una mirada de sosiego con Rosa, que había estado tan atenta como yo a un más que posible ataque de ansiedad que habíamos logrado evitar entre todas sujetando sus manos, acariciando su espalda y pronunciando todo tipo de palabras de consuelo.

- Estoy bien, de verdad... esto se pasará, igual que se pasa todo.

Nos miramos entre las tres. Me hubiera gustado advertir seguridad en las palabras de mi amiga pero lo cierto era que la veía como nunca hasta entonces la había visto. Ni siquiera un mes atrás, cuando fue Louis el que decidió poner punto y final. Ni siquiera entonces había sentido ese desconsuelo en ella. Quizá porque le dolía aún más haber tomado ella misma la decisión de alejarse de la persona que quería. Quizá porque lo sentía más definitivo que entonces. Quizá porque estaba cansada.

- ¿Sabéis lo que necesito? Mantener la cabeza ocupada en todo momento. No pensar en lo que he hecho, no pensar en él ni tampoco pensar en mí -giró la cabeza hacia su derecha, hacia mí-. Cuéntame tú. Por favor. Cuéntame. Aún no hemos hablado de Liam -negué con la cabeza, con los labios fruncidos. No era mi momento-. Ana, te juro que si sigo así me volveré loca. Sé lo que piensas, pero lo que menos necesito es hablar de mí, te lo juro -repitió el “juramento” y empecé a tomármelo más en serio-. Habla.

Fue casi una exigencia. Carraspeé, sin saber exactamente de qué forma podría distraer a mi amiga. ¿Mi vida amorosa inexistente era una distracción para ella? Sentí todas las miradas clavadas en mí y, de pronto, se habían vuelto severas.

- En realidad... -Habló Rosa, despacio, como si estuviera asimilando lo que iba a decir-. Judith lleva razón. ¿Por qué no hemos tenido una charla en profundidad que gire en torno a ti y Payne?

- Porque no es necesario -solté a Judith y me crucé de brazos, temiendo lo que se avecinaba sobre mí-. Estoy bien. No siento absolutamente nada por él, ni siquiera me gusta el corte de pelo que se ha dado -me burlé-. Si alguna vez he sentido algo por él, lo he olvidado. El deseo está aparcado muy lejos de mis pensamientos más fundamentales y ni se me pasa por la cabeza quererlo otra vez. Punto y final -traté de sonar convincente, pero incluso Judith cambió su expresión de tristeza por una acusatoria. Suspiré, me moví hasta quedar en el borde del sofá, donde pudiera mirarlas a todas, y volví a hablar-. Chicas, de verdad. Ha pasado un mes desde entonces. Todo se ha perdido.

- Cuesta bastante creerte teniendo en cuenta lo que llegaste a sentir por él -apuntó Rosa.

- ¿Sabéis lo que creo? Que lo que sentía por él, sobre todo, era euforia. ¡Era Liam! ¡Liam Payne! -Exclamé, gesticulando con las manos-. Vosotras sabéis cuánto ha significado siempre para mí y de repente estaba acostándome con él. ¡Con Liam Payne! -Insistí, queriéndolas hacer entender a qué me refería-. Es un chico fantástico, pero si estuve como estuve con él es porque me dejé llevar por la euforia. En ninguna otra circunstancia, con ningún otro chico, me hubiera sucedido algo así. Estoy segura.

Through the dark - Segunda parte de 'All their little things'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora