XIX

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Seis días después...

[Punto de Vista Ana]

Había retomado la mala e incómoda costumbre de dormir en el sofá del piso de las chicas. No había nada que pudiéramos hacer para remediar eso, al menos hasta que los chicos regresaran de su gira, así que me repetía una y otra vez que era a lo que tenía que acostumbrarme.

En realidad, con el paso de los días no resultó un problema tan grave. Rosa había decidido no parar un segundo quieta, y en la mayoría de sus aventuras por esa inmensa ciudad era yo quien debía acompañarla. Al teatro, al cine, a cualquier partido de fútbol, a un pequeño concierto o simplemente a pasear. Parecía haberse dado cuenta de que había estado “perdiendo” el tiempo en los últimos meses en una de las metrópolis más maravillosas que existían, y quería recuperarlo arrastrándome con ella. Judith y Alba nos acompañaban en muchos de esos planes, pero eran más prudentes en cuanto a tema de estudios. A Rosa, parecía habérsele olvidado que se encontraban en plena época de exámenes.

También parecía haberse olvidado de Niall. Solía dejar el teléfono en la mesilla de su habitación, en silencio, prácticamente en cada ocasión en la que salíamos de casa, aun sabiendo que eso ya le había acarreado más de una discusión con el rubio. Lo cierto es que nunca la había visto tan despreocupada, tan independiente, ni siquiera cuando no tenía una pareja a la que dar explicaciones. La veía libre, la sentía libre, y no sabía hasta qué punto eso era bueno.

Judith, en cambio, vivía pegada a su teléfono por ser la única manera que tenía de saber cómo estaba Louis. Se había aislado de cualquier programa de televisión que pudiera mencionarle, no podía entrar ningún tipo de revista en casa y, además, había cerrado su cuenta de Twitter. No quería nada cerca de ella que pudiera dañar su relación. No sabía cuánto de informado estaba Louis acerca de esa actitud, pero apostaba que no conocía ni la mitad. Mi amiga seguía fingiendo que todo estaba bien cuando hablaba con él, cuando la realidad era que, por mucho que quisiera alejarse de ello, los rumores en torno a él y la modelo chilena seguían resonando en su cabeza cada instante. Y mientras eso fuera así, nada estaba bien.

En cuanto a mí, me sentía renovada. Un mes atrás había partido de Londres con el corazón, precisamente, partido. Con la certeza de que Liam estaba cometiendo un error, de que sólo yo sabría quererle como él se merecía, y también con la dolorosa seguridad de que no era a mí a quien quería. En esos momentos, ya no me dolía pronunciar su nombre, como había ocurrido semanas atrás. En España, rodeada de mi familia, de amigos y entornos de toda la vida, había aprendido a pensar en lo que habíamos tenido como un bonito recuerdo que tenía que acabar tarde o temprano. Él no estaba hecho para mí, del mismo modo que yo no estaba hecha para él.

Días antes de regresar, me había prometido a mí misma que las lágrimas por él se habían acabado, que siempre debía pensar en lo que tuvimos con una sonrisa por los días tan maravillosos que habíamos pasado juntos. Destrocé todas las ilusiones y las esperanzas que había tenido con él y me renové. Y sólo cuando estuve completamente recuperada, regresé a Londres, a pasar los días que alguna vez había querido pasar. Lejos de complicaciones amorosas y de desolaciones, concentrándome únicamente en tres de mis mejores amigas y en esa preciosa ciudad.

Así las cosas, estaba de sobra preparada para volver a verle.

[Punto de Vista Liam]

Estaba al tanto de quién había regresado a Londres, incluso aunque no hubiera hablado con ella directamente en ningún momento. ¿Debía hacerlo? ¿Debía llamarle y explicarle cómo me sentía, cómo me había sentido siempre desde que se había marchado?

Mi teléfono rodaba de unos dedos a otros mientras esperaba sentado en el sofá de la casa de Tom a que éste volviera con un par de refrescos. Hacía cuatro horas que habíamos vuelto a la capital inglesa, y sólo podía pensar en volver a verla. La parte positiva es que no tendría que esperar demasiado tiempo para ello, pues esa misma noche habíamos quedado para reencontrarnos, todos.

Through the dark - Segunda parte de 'All their little things'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora