Capítulo 4

87.6K 4.9K 559
                                    


Un grito desgarrador lo despertó. Se sentó en la cama, pensando que lo había soñado y se frotó los ojos. Miró el reloj en su mesita de luz, las 4:30am. Giró la cabeza para ver por la ventana, y como imaginó era todavía de noche. Se acostó de nuevo con la idea de volver a dormir al menos una hora más, cuando otro grito lo sobresaltó. No lo había soñado. Alguien gritaba, era un grito desesperado, y solo podía venir de una persona. Isabella. Su piel se erizo por completo. Un escalofrío le recorrió la espalda. Corrió las sábanas de un manotazo, y sin pensar siquiera en que solo llevaba un pantalón de pijama, con el torso descubierto, salió corriendo a la habitación de al lado. El problema fue que cuando puso la mano en el picaporte, la puerta no se abrió. Otro grito. Horribles imágenes de un hombre atacando a Bella se cruzaron por su cabeza. Desesperado, temblando empezó a golpear la puerta y gritar.

-Isabella! Isabella! Abre la puerta!

Al otro lado, Isabella, que se había despertado con los gritos, intentaba serenar su corazón. Hacia mucho tiempo que no era tan real, todavía podía sentir las mano de aquel hombre en sus tobillos y sus muñecas. Tampoco nunca había llegado tan lejos.

-Isabella! Por Dios! Abre la maldita puerta!

Se levantó todavía temblorosa y fue a abrir la cerradura, antes de que pudiera abrir, Eric lo hizo del otro lado, la agarró de la muñeca y la puso detrás de él en un gesto protector, mirando a todos lados, esperando ver a su atacante. Pero no habia nada alli, y cuando se giró a mirarla, para revisar que no estaba herida, se percató de las gruesas lágrimas que se deslizaban por sus mejillas. Tomó su cara entre sus manos y lo hizo mirarlo.

-Estás bien?- ella solo asintió, cerrando los ojos con fuerza. Justamente eso era lo que había querido evitar. Justo esa era la razón por la que había querido una habitación alejada de él. Ahora iba a echarla. Seguro. Lo último que necesitaba un ranchero que se levantaba al alba, era una mujer con traumas nocturnos que le impidieran dormir. Pero en lugar de eso, él la abrazó, haciendo que su cabeza se apoyara en su pecho. Desnudo. Solo en ese momento se dió cuenta de que él no llevaba nada que le cubriera el torso, y no quiso ni siquiera pensar que no llevaba nada debajo. El pensamiento la hizo sonrojarse y apartarse. Discretamente comprobó que si llevaba puesto un pantalón de pijama y se relajo, Eric pensó que su sonrojo se debía a que lo había despertado en mitad de la noche, asique no le dio importancia, la tomó de la mano y la llevó a la cama, sentándose a su lado y abrazándola nuevamente. Se quedaron abrazados un buen rato, solo se oía la respiración irregular de ella. Cuando por fin se hubo calmado el decidió preguntar.

-Es por eso que querías la habitación del fondo?

-Lo siento- dijo asintiendo con la cabeza.

-Pues entonces olvidalo- a ella el alma se le cayó a los pies. Si. La iba a despedir. Solo había esperado a que se calme para hacerlo.-Vas a quedarte en esta. No quiero ni pensar en que tengas otra pesadilla y yo no te escuche. Por Dios! En toda mi vida había estado tan asustado! Pensé que alguién te estaba atacando!

No la estaba echando! Y encima quería quedarse cerca para poder acudir cuando lo necesitara! Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas, nunca nadie había hecho algo tan hermoso por ella. Él notó que lloraba y la abrazó aún más fuerte.

-Shhh... Ya está, cariño. Ya no llores.- su corazón latía acelerado. De repente fue consciente de lo cerca que estaban y la poca ropa que había en medio de ambos. Nunca le había gustado la proximidad de ningún hombre, siempre había evitado que se acercaran más de lo estrictamente necesario. Pero ese hombre le hacía sentir cosas que jamás imaginó. Se sentía a gusto en sus fuerte brazos. Se sentía segura. Sabía que corría un riesgo muy grande, que era ella quien tenía todas las de perder, pero aún así no le importo. Era la primera vez que la vida le daba la oportunidad de conocer al amor, y si eso significaba terminar con el corazón roto por no ser correspondida, entonces correría el riesgo.

Y que le guste el ranchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora