Capítulo 29

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Abrió los ojos y supo al instante donde se encontraba, el rancho. Se levantó y bajó las escaleras. Se oían ruidos en la cocina, pensó que podía ser Eric cocinando, pero inmediatamente descartó la idea, él no sabía cocinar. Entro despacio, la persona que se encontraba allí levantó la cabeza y le sonrió.

-Mamá?

-Buen día, cariño! estoy haciendo la torta de limón que tanto te gusta. La recuerdas?

-S-si... claro. Qué haces aquí?

-Sufres mucho, mi niña. y las hadas madrinas no existen! así que hay que hacerte entrar en razón.- de repente su madre dejó de batir y sacó la torta del horno. Bella volvió a mirar la mesada, pero ya no estaba la mezcla.

-Q-qué...cómo?

-Solo voy a decirte una cosa, Isabella. Y quiero que prestes mucha atención.

-Bien.

-Tu no puedes hacer feliz a nadie- Bella no recordaba que su madre fuera tan malvada.- y no me malinterpretes, cariño.

-A que te refieres?

-A que una persona sólo puede ser feliz si él quiere. Tú no puedes hacer feliz a nadie, es él el que tiene que elegir ser feliz contigo. Pero no está a tu alcance. Dime algo. Si mañana un hombre toca la puerta de tu casa y te dice "oye, vengo a hacerte feliz!", tú serías feliz con él? sólo porque lo dice?

-No... yo sólo puedo ser feliz con Eric... pero está comprometido!

-Oh! un detalle sin importancia, cariño!

Bella abrió los ojos de golpe. Tendría razón su madre? Se levantó y comenzó a preparar la cena. Había dormido toda la tarde, por la mañana había salido a comprar algo de comida y se había cruzado con un local de ropa para bebe y no había podido resistirse. Había comprado todo blanco, ya que era muy pronto para saber el sexo. Comió algo por ahí y volvió a casa ya muy tarde. Se había cansado demasiado, suponía que era por el embarazo, porque ella siempre había tenido buena resistencia a los días agitados. Terminó de pelar las verduras y metió todo con el pollo al horno, luego se puso con la crema. Alguien llamó a la puerta. Seguro era el señor Sellers, que cada noche pasaba a ver si se encontraba bien o si necesitaba algo. El pobre hombre se estaba haciendo cargo de sus antojos, aunque por el momento sólo eran de helado de crema Mascarpone. Se limpió las manos y fue a abrir, no preguntó quien era, estaba segura de que era el encargado.

-Estoy muy bien, seño... Eric?

-Hola- dijo extendiendo un ramo de variadas flores. Bella tomó las flores y sonrió al encontrar entre ellas una Gerbera, eran sus flores favoritas. Levantó la mirada y la clavó en sus ojos.

-Qué haces aquí?

-Vine a buscarte, para llevarte de vuelta a casa.

Bella no podía dejar de pensar en su sueño, tal vez no estaba a su alcance decidir si Eric era feliz a su lado. Pero no podía dejar de creer que el hecho de que ella no sirviera para vivir en el lugar que el amaba, iba a afectar su felicidad.

-Yo estoy en casa- dijo sin mucho convencimiento.

-Crees que pueda pasar? Así hablamos?

-Lo siento, si- dijo abriendo del todo la puerta, Eric dejó una bolsa sobre la mesa ratona que estaba a un costado del sillón.

-Te sientes en casa, Bella?

-Eso no tiene nada que ver.

-Eso es un "no"?

Y que le guste el ranchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora