Capítulo 5

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Dos días después...

No fue nada fácil convencer a Richard de que me hiciera el favor. Hizo muchas preguntas y para no complicar las cosas me he mantenido lo más privada posible.

En estos dos días, cada vez que mi madre salía de casa, le pedía a John que me hiciese compañía. No quería quedarme sola de nuevo. No quiero que él venga por mí...

Minutos antes del medio día John se ofreció a acompañarme a la casa de Richard, no estaba lejos pero temía encontrarme con Mendes, sabía que si lo volvía a ver, no escaparía de él.

Parecía una paranoica porque sentía que nos seguían, por más que miraba de un lado a otro solo hacía que mi amigo me mirara como si estuviera mal de la cabeza. Tal vez si lo estoy, existen demasiadas razones para creerlo.  Al llegar  Richard parecía encantado con mi presencia, tanto, que me invitó a comer, acepté para mantenerlos contentos no porque yo quisiese hacerlo. John se tuvo por asuntos personales.

Richard me dejó a solas por unos minutos. Esperar hacía que mi paciencia se agotara. Ya no soy tan paciente como antes. 

—Aquí está lo que pediste —apareció Richard entregándome una carpeta. Asentí una vez que la tuve en mis manos, me permití observarlo fijamente, él me transmitía confusión. Eso me puso nerviosa, puede que la información que encontró no es la que yo realmente he estado pensando. O tal vez encontró algo malo y no quiere decírmelo.

Las manos me temblaban, literalmente y preferí no abrir la carpeta hasta que llegar a casa. 

—¿Me podrías decir por qué querías que investigara a este tipo? ¿Te ha dicho algo o te ha estado fastidiando? —inquirió.

De verdad  quería decirle absolutamente todo pero creo que ya lo estoy exponiendo muchísimo y no quiero que le pasa nada. No me lo perdonaría nunca. Él está tratando de llevar las paces conmigo y yo estoy tratando de hacer las cosas bien, sin causarle problemas a nadie.

—No puedo, Richard. Es un asunto privado —fue lo único que se me ocurrió decirle. Nunca se te quitará lo orgullosa. Me dije a mí misma.

—¿No estás metida en algún lío con él ? ¿o sí? —me miró alarmado y sorprendido, mientras que su dedo índice apunta a la carpeta. 

¡Mi único problema es  el mismísimo Shawn Mendes! ¡Me encerró en su propia casa! Él no es normal, de eso estoy segura.

Negué con la cabeza, no puedo revelar nada. La respuesta de Richard me alteró más:

—Ese historial está limpio, Catherine —¿qué carajos? él continuó hablando— . No hay antecedentes penales, no hay multas, no hay escándalos ni ningún tipo de trastorno mental. Es un tipo normal que trabaja como traductor.

Confió en Richard, solo hizo lo que le pedí pero sé que nada de eso es cierto. No creo nada de lo que encontró. 

Las pocas ganas que tenía de comer se esfumaron.

—Te veo luego Richard, gracias —me levanté de mi asiento y antes de ejecutar otro movimiento mi padrastro habló—. ¿No te quedarás a comer? 

Suspiré.

—No, no tengo hambre —creo que esa es la frase que más uso. No comeré esta semana. No quiero.
No me he portado bien.




*****


Volví al departamento lo más pronto posible cerrando la puerta con llave y entré a la cocina para servirme un vaso de jugo de naranja.

—¿Leíste la información? —Preguntó una voz masculina y el vaso que sostenía cayó al suelo. Esa voz. Esa voz era la que única que no quería oír.  Creo que estoy imaginando cosas. Todo está en mi mente.

—No es real, no es real —susurré.

—No me ignores, pequeña.  No soy producto de tu imaginación —dijo con irritación, como si pudiera leer la mente.

Es una pesadilla ¿verdad?

Me moví un poco para verle. Él estaba recargado sobre la pared, con los brazos cruzados mirándome con diversión y calma. El chico que tengo frente a mí es jodidamente atractivo en muchos aspectos, pero la palabra "atractivo" no aplica para la situación en la que me encuentro.

No pude tragar saliva. ¿En qué momento llegó? ¿Cómo mierda entró si cerré la puerta y las llaves están en el bolsillo de mi pantalón?

Mi mente estaba hecha un lío. No sabía que hacer.  Mendes se me acercó y sus manos se deslizaban por el largo de mi cabello. Lo hacía con tanta suavidad que me era difícil de asimilar.

—Te fuiste sin avisar —susurró, yo ni siquiera quería parpadear. Él sonrió de una manera que me resultó extraña y perturbadora—, ¿sabes, pequeña? Planeaba liberarte, pedirte una disculpa por mi comportamiento y traerte a casa pero preferiste escapar. Ya te lo dije y espero que lo entiendas, nunca te librarás de mí.

Me atreví a hablar.

—¡Basta! ¿Quién te crees que eres, maldita sea? No puedes hacerme esto, ya déjame en paz. Eres abrumador —retrocedí y él se quedó en su misma posición mientras estaba en un estado de perplejidad.

Sus ojos castaños estaban cristalizados.
—Solo quiero ayudarte —dijo con suavidad.

Me reí de la manera más falsa posible y luego exploté:

—¿Ayudarme? Me seguiste después de lo ocurrido en el bar, dices cosas extrañas. Me acosas, te veo en todas partes, me encerraste en tu propia casa y casi matas a un tipo. NO ERES NORMAL —la ira era muy notoria en mí. Sabía que lo había ofendido pero con todo ese enojo no me importaba ni un carajo, ni pensaba con coherencia. No merecía mi amabilidad.

Él se aclaró la garganta.
—Tengo ciertos problemas... Más bien una obsesión contigo —dijo mirándome fijamente.

—Si das un paso más llamaré a la policía por acoso y invasión a la privacidad —lo amenacé. No estaba bromeando.

Shawn apretó los puños, no le gustó mi respuesta, como siempre.
—No te atreverías.
—No me subestimes —dije entre dientes.

La tensión entre nosotros podía tocarse con facilidad. Shawn dio un paso adelante ignorando mis palabras, sus brazos me rodearon, en otras palabras. Shawn estaba apretandome contra él. Me estaba abrazando.

Ese simple abrazo me estaba torturando.

Me moví para apartarlo pero eso lo hacía abrazarme más y me di cuenta de que su tacto no era gélido, me resultaba agradable y tan cálido pero no borraba lo mal que me hace sentir el contacto físico.

—Modifiqué la información mucho antes de que padrastro la buscara —dijo de golpe. De alguna manera eso no me sorprende. Yo no me creía toda esa mierda de que su historial está en limpio.

—¿cómo supiste que yo te investigaría? —pregunté con cautela.

—Escuchó cada llamada que recibes y haces,  —habló en susurro.

Estaba más confundida. No tenía ni idea de por qué él me estaba abrazando. No sabía por qué demonios no había llamado a la policía ya.

De pronto sentí los labios de Shawn detrás de mí oreja.
—Quiero darte todo —me moví incómoda y Shawn gruñó—, todo lo que tú necesitas pequeña.

No supe cómo interpretar sus palabras pero no eran una advertencia ni nada que se le pueda parecer. Pero no me convenció, ni me gustaba como sonaban viniendo de él.

—No necesito nada.
—Deja de poner resistencia.
—Vete ya.

Mistakes S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora