Capítulo 6

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Tardó un buen rato para que sus brazos me liberaran, decidí tranquilizarme y procurar no bajar la guardia. Por más que trato de sacar una conclusión no lo logro porque nada tiene sentido. Las piezas de este rompecabezas no tienen un inicio ni un final.

No quiero frustrarme más.

Todas mis emociones estaban hasta el tope, nunca me había pasado algo como esto, así que no se qué hacer ni como debo de actuar. Shawn Mendes seguía frente a mí solo que su mirada había cambiado radicalmente.

Aquella mirada era una llena de mucha ternura que me fue imposible creer que ese chico fuese capaz de encerrarme en su propia casa hace dos días. Nada que ver.

De un momento a otro, él mantuvo su distancia y no tardó en hacerme preguntas, cambiando en su totalidad la conversación. Me preguntó cuando fue la última vez que comí, la última vez que dormí bien, la última vez que lloré y la última vez que me autolesioné.

—¿Por qué lo haces? —continuó preguntando con toda la paciencia del mundo. No quería contarle mis motivos, no confío en él.

Con esa última me tensé. ¿Por qué él quería saberlo? La verdadera pregunta sería ¿cómo es que él sabe todo eso? No pude responder a todas las preguntas porque de solo pensar en una respuesta convincente, hace que me sienta avergonzada de mí misma.

Observó mis brazos con atención, sus dedos trazaron líneas imaginarias en ellos, y al final presionó suavemente sus labios en las cicatrices, las besó sin apartar su mirada de la mía. Su acción me causó escalofríos, a la vez me transmitió paz.

Fue un gesto sincero, un gesto tan simple y gentil que nadie jamás hará por mí. Deseé llorar, de verdad deseé llorar frente a él para que se diera cuenta de lo jodida que estoy.

No. No lo hagas, no lo eches a perder. Aguanta.
Si continuaba mirándome de esa forma que no soy capaz de explicar, voy a tirar todo por la borda.
—Por favor, vete —dije en un hilo de voz.
Shawn negó con la cabeza.
—No.
—Hazme caso y vete —repetí.
Él se cruzó de brazos. Bajé la mirada.
—Me necesitas, no puedo irme —respondió.

Necesito a mi madre, la necesito a ella. ¿Por qué nadie puede entender eso? Las lágrimas amenazaron con salir ante mis desesperados pensamientos.

Me las arreglé para volver a hablar.
—Eso no es verdad —dije siendo orgullosa.
Shawn enarcó una ceja, después hizo una inspección por todo el departamento, cuando terminó, tomó mi rostro con ambas manos y no tardó en volver a atacarme.

—No tienes porqué mentir —dijo seriamente—, me necesitas. No puedes hacer todo a la vez, cargas mucho peso sobre tus hombros, te haces responsable de todo. Incluso cuidas de una mujer que se hace llamar tu madre, pero dime, quién cuida de ti pequeña.

No lo soporté más. Él lo sabe absolutamente todo. ¿Cómo? Ni puta idea.

—No digas más. No quiero escuchar —dije tapandome los oídos con mis manos y cerré los ojos.

Este tipo de comentarios me alteran, no me ayudaban solo me hundían más.

Corrí hacia al baño de mi habitación, necesitaba calamarme y tomar el control de la situación porque creo que se me está escapando de las manos. Y aunque crea que mi vida es un desastre, amo tener el control de todo.

Me gusta el orden, no el caos. Él hace que mi cabeza sea un caos.

Golpeé varias veces mi cabeza contra la puerta, dejé de hacerlo cuando escuché sus pasos aproximarse.

—Caty, abre la puerta —ordenó él.
No me dejas pensar, maldita sea...
—Largate de mi casa —grité.

No insistió más y por fin se marchó. Sentí mucha ansiedad, desesperación y culpa, me sentía culpable por ser así y por tratarlo de esa manera. Salí del baño para buscar en mi closet la solución a mi ansiedad.

Comida chatarra.

Solo bastó una hora de mi existencia para devorarla como si fuese lo único comestible del mundo. Luego me sentí más culpable. Estaba haciendo todo mal. La decepción y la vergüenza me invadieron, prometí que pararía pero estoy haciendo justamente lo contrario.

Vomité, eso tampoco estaba bien, ni mucho menos era la solución correcta pero ya no había marcha atrás. Estaba consciente de que esto me mataría si continuaba en ese plan, pero, qué más da. No puedo evitar lo inevitable...

—Pequeña —me quedé estática al escuchar la voz ronca de Shawn—. Llevas tres horas encerrada, no puedes quedarte ahí por siempre —dijo él. Creí que se había ido.

Más sin embargo, él tiene razón, no puedo estar dentro de un baño por siempre. Una vez que decidí salir me encontré con el chico de rizos marrones en la cocina, en esta última habían muchas bolsas llenas de comida.

Fruncí el ceño. Nunca en mi vida había visto tanta comida en mi casa, jamás. Miré a Shawn furtivamente.

—Hice las compras. Así ya no habrá escusas para no comer —me miró con ternura.
Una leve sonrisa se formó en mi rostro. Dejé a un lado una parte de mi orgullo para reconocer que él fue muy amable. Sentí una opresión en el pecho.

—Gracias —me atreví a decir.
Él me devolvió la sonrisa.
—Con solo verte sonreír me es suficiente —me apretó suavemente las mejillas, haciendo que estas tomaran color.

Estaba sorprendida, no sólo por lo que hizo por mí, estaba sorprendida por no haber sido grosera o algo que se le parezca. No voy a mentir, todos tienen su lado amable, él lo tiene a pesar de que creo que hay algo mal dentro de su cabeza.

Si solo intenta ser bueno conmigo, ¿por qué trató de tenerme como rehén en su casa? Eso era lo que me mataba y la única forma de averiguarlo es interactuando con él. Me da temor.

—¿Podrías quedarte y hacerme compañía? —pregunté sin pensar demasiado. Por alguna razón quería la compañía de otra persona.
Shawn tomó asiento.
—Encantado —me guiñó un ojo.

Me esforcé lo suficiente para que su presencia no me fuese una tortura. Las horas pasaron y él me observaba intensamente, no me dejó moverme de mi asiento hasta que no terminase de comer.

—Ven a casa conmigo, ahí estarás mejor —sugirió.
Oh mierda...
—No puedo hacer eso —negué con la cabeza—, por el simple hecho de que apenas te conozco.
A penas sabía su nombre.

Shawn puso su mano sobre la mía.

—Entonces, seamos amigos. Cuando confíes en mí, vendrás conmigo. Te estaré esperando —me costaba creer lo que él decía.

Asentí no muy convencida.
Revisé la hora, mi madre no tardará en hacer su aparición estelar y no quiero hablar con ella sobre esto.

Shawn me miraba con atención, pareciera que quería estar sobre mí.

Concéntrate.
—Mi madre no tardará en llegar, lo mejor es que no te vea aquí porque si no dará por hecho de que te he traído aquí para hacer algo indebido en mi habitación —fue incómodo las palabras que salieron de mi boca y más por la mirada pícara que Shawn me dedicó.

—No me importaría que lo pensara —se acercó a mi oído —, podríamos hacerlo realidad.

Agarré un vaso con agua y se la arroje en la cara —: De acuerdo, me lo merecía.

—Que gracioso —musité.

Antes de irse, Shawn me reveló que le sacó una copia a las llaves que me quitó la noche que nos conocimos. Si, definitivamente algo no está bien en Shawn.

Segundos después, apareció mi madre y por su expresión, supe que me haría un interrogatorio.

Mistakes S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora