Capítulo 19

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Cerré lo ojos, sus labios se negaban a  alejarse de los míos. Nunca me había besado así, tan a punto de perder el control y con tanta pasión. No que yo recuerde, él lo estaba haciendo de nuevo, estaba haciéndome caer...

¿Por qué eres tan débil por un hombre, Caty?

Sabía que él no se daría por vencido, nunca lo haría, negarme solo empeorará las cosas. No quiero más desastres, no quiero más descontrol, no quiero nada de eso. Para suavizar las cosas tenía que ceder ante él. Tenía que perder, otra vez.

Shawn aún continuaba besando mis labios, solo que su tacto era más relajado, casi nulo. Sus manos sostenían mi rostro, por instinto mis manos se posaron en sus hombros.

Quise mantener mi mente en blanco pero no podía. Estaba recordando todo y fue ahí  cuando hablé cortando con aquel beso.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté con la voz entrecortada.
Shawn respondió pero no a mi pregunta exactamente:
—Te necesito —dijo en un suspiro y puso sus manos en mi cintura para pegarme más a su cuerpo, me tensé más.
—No —susurré, tratando de apartarme—, tú no me necesitas.

Apreté los labios para evitar decir algo sumamente estúpido. Él ya estaba molesto y no es una buena idea molestarlo de más.

—Quiero hacer las cosas bien —soltó de repente. Tomándome por sorpresa, el impacto duró en mí unos cuantos segundos.

Eso es lo que todos te dicen, ¿verdad? Eso mismo se lo decían a mamá cada vez que una de sus relaciones comenzaba a fracasar. Tanto que parece una frase sacada de un clásico literario.

No quiero que me pase lo mismo que a ella.

—¿Para ti  que significa "hacer las cosas bien"? —me crucé de brazos.

Shawn pasó una mano por su cabello y me dedicó una mirada de arrepentimiento. De un momento a otro me tomó de la mano, él se puso de rodillas en modo de rendición y me indicó que hiciera lo mismo.

Y lo hice. Soltó mi mano para tomarme de la cintura y pegar su frente con la mía. Shawn tenía los ojos cerrados y sentía su respiración en rostro. Me limité a observar el largo de sus pestañas.

No respondió a mi pregunta.

—Lo único que haces es destruirme —dije en un susurro a penas audible—. No funcionamos juntos, Shawn. No eres bueno para mí.

Era la pura verdad. No existía otra.

Shawn frunció el ceño aún con los ojos cerrados.

—Te necesito, pequeña —volvió a repetir—. No quiero estar sin ti.

Lloré. Ya no sabía que hacer. 
Shawn me besó y yo le rodeo el cuello con mis brazos. Con un movimiento ágil me levantó y me recostó sobre la cama. Sin dejar de besarme se dejó caer sobre mí, sabía lo que pasaría y justamente eso quería evitar.

Dejó de besarme, abrí la boca para murmurar las palabras que harían que se detuviera pero volví a cerrarla cuando él repartía besos por todo mi rostro, lo hacía con lentitud y suavidad, sin ser brusco ni nada parecido.

La actitud que estaba tomando era de cariño. Sus manos no estaban en todas partes, de hecho, no se encontraban en ninguna parte. Sus besos continuaron en mi cuello hasta llegar a mis hombros.

Shawn se detuvo.

—A esto me refiero cuando dije que quiero hacer las cosas bien —dijo con voz ronca.

Lo miré sin comprender nada.

—Quiero borrar el recuerdo de esa noche, quiero que lo superes —pidió—.  Solo así me dejarás estar junto a ti.

La verdad no lo sé.

Una montaña rusa. Lo nuestro es una montaña rusa, que sube y baja a cada segundo sin detenerse. Mi mente se convirtió en una desde que le conocí y por más que lo intente no puedo frenarla. Desafortunadamente soy fanática de las cosas que son peligrosas.

Solo quiero dejar este recuerdo en una profunda parte de mi mente para que me cueste trabajo acceder a el. En otras palabras, quiero reemplazarlo por otro menos doloroso.

—Caty —volví a la realidad—. Vamos a hacer el amor.

¿Qué? En verdad él quiere... ¿Qué?

Enloqueció. Ha enloquecido.

Todo lo que Shawn había demostrado la última vez que estuve tan cerca de él, se desvaneció. Era todo lo contrario. Por primera vez pude admitir que me encantaban sus caricias. Todo iban en orden hasta que él me dijo que uniría su cuerpo al mío.

Cuando lo hizo, escondí mi rostro entre su  cuello y hombro. Se movía lentamente, después de unos segundos. Me aferraba a las sábanas y trataba de no gemir.

Su ritmo se hizo más rápido y mi mente dejó de pensar en aquella noche. Solo pensaba en lo que estaba pasando en ese momento.

—¿No creés que hacerlo en una cama que no es tuya ni mía está mal? —pregunté en un jadeo.

Shawn se echó a reír. Me besó en la frente.

—No creés que ya es demasiado tarde como para echarmelo en cara, cariño —susurró.

La cama de John se convirtió en la nuestra durante una hora. Compartiendo algo tan íntimo.

Shawn me acariciaba la espalda a la vez que me dejaba descansar sobre su pecho.

—Terminemos lo que empezamos —murmuró.

Hice una mueca.
—¿Ahora?

Él negó.

—No —hizo una pausa—, es la casa de John, vamos a otra parte.

A su casa. Ya a la mierda.

Nos vestimos en silencio y el salió primero, no si antes decirme.
—Te esperaré afuera.

Asentí.

Al salir de la habitación, John me miraba atónito y sin entender nada. Ya nada tiene sentido.

—¿Todo en orden? ¿Por qué estás sudando? —preguntó con curiosidad.

Mierda John, no me hagas decírtelo. Por cierto, le dimos un buen uso a tu cama.

No respondí a sus preguntas.

—Volveré mañana —dije con cautela.
John se puso en frente de mi, impidiendo el paso.
—Estás loca, Caty. No estás pensando con claridad.

No, no estoy pensando.

—Volveré John. Confía en mí.

Me acerqué para abrazarlo firmemente. Era un abrazo de agradecimiento por todo lo que ha hecho por mí.
—Te quiero John —susurré, con honestidad—no quiero dejarte...

Sentí temblar el cuerpo de John. No sé porqué dije eso último.

Mi amigo me miró a los ojos.

—¿Por qué tus palabras suenan como a una despedida?

No me estoy despidiendo. Aunque tengo la sensación de que tendré que marcharme de este lugar en cualquier instante.

—No quiero dejarte — volví a repetir.

Lo besé en la mejilla. Y él me alborotó el cabello. Traté de memorizar la tonalidad azul de sus ojos.

Volví a la casa de Shawn, al origen de este maldito punto muerto. Volví solo para dejar en el pasado lo que sucedió. Y no voy a mentir, lo mismo que hicimos en la habitación de John fue exactamente lo que hicimos en su casa.

Estoy perdida y llena de confusión pero al demonio, no me importa.

Mistakes S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora