Capítulo 21

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Shawn Mendes.
Mucho tiempo después...

Llevo buscándola por tres años y no he podido encontrarla. Se fue, no hay rastro de ella y yo mismo la aparté de mi lado. Quise detenerla en el instante que dijo en voz alta que iba a dejarme pero sabía que sólo le causaría más daño.

Por primera vez en mucho tiempo decidí hacer lo correcto, dejarla ir. Fue lo mejor para ambos.

Tres años  han pasado y no he podido superarla. No me he vuelto a meter con nadie más. Todas las chicas las cuáles solo usé, eran como el método de ensayo y error; iba por chica tras chica para ver si alguna de ellas  lograba enamorarme pero ninguna lo consiguió. Hasta que vi a Catherine Cowell por primera vez.

Hace cinco años.

Supe que ella tenía problemas de todo tipo al darme cuenta de la forma en que ella miraba a su madre, eran idénticas pero no fue difícil confundirlas. En ese entonces, Caty se veía más joven y su cuerpo no era delgado. Su madre la observaba como si fuera un estorbo con el cuál debía de cargar.

Su mirada era fría, no existía destellos de amor o cariño por su única hija.

Ese día fue la primera vez que  fotografié a Caty, ella estaba distraída, capturé su rostro a la perfección memorizando sus facciones y el color de sus ojos. Desde ese día no fui en busca de una nueva víctima, ya no hacía falta que lo hiciera, ella era mi nuevo objetivo y capricho.

Con el tiempo me di cuenta de que mi capricho por ella nunca se me pasaría y que en realidad no deseaba acabar con esa pobre chica. Al contrario, a ella le perdonaría la vida, a ella no le haría nada. A ella le ofrecería todo lo que le hiciera falta.

Pero hice terminé haciendo todo lo contrario. Todo el tiempo fui un monstruo con ella. La hice trizas cuando sólo quería tener la compañía de alguien más. Cuando sólo ella quería que alguien la amara.

Nunca supe como demostrarle que la quería. Tal vez si lo hice pero no con las acciones ni con las palabras correctas.

Esta mañana fui a buscarla una vez más, me atreví a ir a su departamento. Me encontré con su viejo amigo, John, al verme su cara cambió radicalmente. Y con toda la desesperación del mundo le rogué para que me dijera en donde se encontraba.

John no quería decirme, por más que le supliqué.

—¡Está bien! Te lo diré —exclamó harto.
Esperé con poca paciencia. El corazón se me iba a salir de tanta adrenalina.
—Está con Richard —odie su respuesta pero lo que dijo después me pesó demasiado—. Se fueron a Italia.

Suspiré frustrado. ¿Italia?

—¿Por qué no te quedaste con ella? Eres su amigo —John estaba a punto de llorar.
—Caty intentó suicidarse en frente de mí, Shawn —confesó—. Ella necesita a un padre y Richard estuvo en rehabilitación para poder serlo, Richard adora a mi Caty. Me lo ha dicho.

Era muy evidente, hasta yo lo sé.

—¿Por qué, Richard?—susurré derrotado.
John me escuchó y respondió.

—Caty pidió ayuda. Fue con él, le confesó todo, Richard lo sabe todo. Él sabe que tú abusaste de ella y la razón por la cuál no estás en prisión es porque Caty no quiso poner cargos en tu contra. A cambio de que se fueran lejos.  No intentes buscarla, ella se encuentra en buenas manos.

Fácilmente ella pudo demandarme por abuso sexual y por todo lo que le hice a esas chicas pero prefirió no hacerlo. No la merezco, ella siempre ha sido buena y no quiso arruinarme la vida llevándome a una prisión, me dejó en libertad. Pero yo le arruiné la mayor parte de su vida.

Eso hace que me sienta peor. Lo único que he hecho en mi vida es cometer muchos errores.

*****

Me importó una mierda y fui a Italia a buscarla. Solo por ella, necesitaba verla otra vez. Lo conseguí, la encontré saliendo de una institución —la universidad, logró ingresar y está en su tercer y último año por lo que veo—. Vi que no era la Caty que vi la última vez.

Ya no más. No existía.

No más ojeras ni ojos llorosos, se veía descansada y radiante.
No más lentes de contacto, usaba lentes de armazón, adaptándose a su necesidad.
No más cabello pelirrojo y esponjado, lo tiñó de una tonalidad chocolate y estaba lacio.
No más ropa holgada, fea y vieja, era más femenina.
No más problemas alimenticios, su físico estaba bien.
Y no más tristeza, la alegría invadía su rostro.

Richard fue a recogerla, la esperaba junto con una mujer morena. Caty se acercó a ellos y caminó en medio de los mismos. Noté que a a ambos les tomó de la mano, entonces supe que Richard se había casado con la morena, convirtiéndose en los padres adoptivos de Caty.

Ya no era más Catherine Cowell.
Ella era Milla Jones. Se cambió legalmente el nombre, lo sé porque todas las personas que se le acercaban la llamaban así. También lo hizo para que no pudiera encontrarla.

Tiene una familia al menos y parece que es feliz.

Los seguí a una distancia considerable. Vi que entraron a un local y tomaron asiento. Una señora de cuarenta años entró al local con una niña de tres años en brazos. Por alguna tonta razón, eso llamó mi atención.

La señora se acercó a la mesa donde ellos se encontraban, la pequeña niña saltó a los brazos de Caty —corrección de Milla —, me acerqué más, y observé a esa curiosa niña.

Tenía la piel de porcelana. Su cabello era ondulado —casi como el mío—, y pelirrojo pero no fue hasta que miré sus ojos cuando me di cuenta de lo que estaba sucediendo. Esa niña tenía los ojos castaños. Tenía el color de mis ojos.

Esa niña era su hija, era mi hija. Nuestra hija.

Sentí un dolor tan grande en el pecho por ser consciente de que ella nunca me llamará papá. Tuve una hija y hasta ahora me enteré.

Cuando menos lo imaginé. Milla me miró.
Su sonrisa desapareció.
Su rostro era un poema. Pero no era de odio. Me miraba con mucha calidez y como si solo fuese un conocido. Un recuerdo solamente.

De pronto, en uno de mis tantos parpadeos, las lágrimas se deslizaron por mis mejillas.

Ella continuó mirándome y entonces, sonrió de manera angelical. Me sonrió y le sonreí también, sonreí con tristeza, ya no había nada que hacer, ya era tarde. La perdí.

Dejó al descubierto sus brazos. Sus cicatrices no han desaparecido, siguen ahí, como un recordatorio. Eso significaba lo siguiente: ella sigue dolida, sigue sufriendo en silencio, sufre por el abandono de su madre y por mi recuerdo. Ella tampoco me ha olvidado y no creo que lo haga nunca...

Solo sé que ya no podré verla nunca más, ella no quiere verme y me lo merezco por haberle hecho todo lo que le hice. Lo único que quiero y lo único que espero hasta el último día de mi vida, es que, ella me perdone.

La amo y nunca podré decírselo. Porque ella nunca fue para mí.

No sé cuando será su último respiro, pero cuando ese día llegue, ojalá ella lo haya hecho para poder seguir en paz conmigo mismo...

Fin.

Mistakes S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora