Capítulo 14

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—Cowell, lárgate de aquí, son las seis de la mañana —bramó el dueño del bar.

Así es, me pasé el día anterior bebiendo, copa tras copa, para intentar olvidar más no funcionó. No bebí sola por supuesto. John estuvo conmigo, solo me vigilaba en distancia, porque tenía que trabajar. Lo último que me dijo fue que no me moviera de aquí, él volverá por mí y eso es lo que estoy haciendo. Esperando.

Ha transcurrido una hora y nada...
—¿Estás seguro, John? —oh esa voz. ¿Qué hace aquí? Me la pagarás John.

—Completamente, no ha dicho una sola palabra en toda la noche, me preocupa. Ella no es así —explicó John.

—¿Cuánto bebió? —preguntó aquella voz, se escuchaba más cerca. Físicamente estaba allí pero mentalmente estaba en otra parte, en cualquier otra menos en la realidad.

—Muchísimo —fue lo único que John pudo decirle. Luego sentí una mano en mi hombro. Él dijo mi nombre con suavidad, siendo gentil, pero no había respuesta por parte mía. No porque no quisiera responder, si no porque en realidad no podía. Estaba muy mal.

Mis ojos miraron la mano que descansaba en mi hombro, si, era él. Reconocería esa mano en cualquier parte. Tenía un tatuaje de una golondrina e inevitablemente sonreí, solo por unos cuantos segundos, nadie lo notó.

—¿Qué fue lo que hiciste? —preguntó Shawn Mendes.
John respondió por mí:
—No creo ella haya hecho algo esta vez, creo que le hicieron algo.
Me sentía tan ajena a la conversación. Shawn me susurró al oído—. ¿Quieres que te lleve a casa, pequeña?

—No —respondí automáticamente.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres?
Desaparecer, lo antes posible...

Shawn me cargó en brazos, se sintió bien, me volví a desconectar del mundo. No cerré los ojos en ningún momento, a pesar de que la cabeza me daba vueltas y me doliera con intensidad.

Cuando presté más atención, noté que estábamos dentro del auto de John.

—Maldita sea —siseo—. Creo que voy a...
—Maldita seas, Catherine. Mi auto, acabas de tirar tu mierda en mi puto auto. Gracias.

Fruncí el ceño sin mucho ánimo.
—Y a quién carajos le importa tu auto —dije para luego vomitar otra vez.

Me llevaron a la casa de Richard, carajo. Mi funeral, eso creo.

—Tranquila, Richard no se encuentra —dijo Shawn para calmar mis nervios. En estos momentos soy tan predecible y obvia. Entramos a la casa y me llevaron a la habitación de Richard. Cuando me dejaron sola, me di una ducha. Me volví a poner la misma ropa y para disfrazar el olor a alcohol le rocié uno de los perfumes de mi padrastro. Estoy cometiendo muchas estupideces. 

—¿Qué mierda estás haciendo?  ---preguntó Shawn en cuanto aparecí en la sala de estar. Tenía que marcharme. Aun tenía que desquitarme.

—No lo sé —dije en un hilo de voz, apunto de quebrarme.

—Necesitas calmarte pequeña.
—Ella tiene la culpa —grité, tanto que la garganta me dolía.
—Ella, ¿Cristina?
—No digas su nombre --- le supliqué.
—Pues la innombrable te está llamando.
—Que se vaya al carajo —dije. No deseo hablar con ella.

—No seas tan mal hablada.
Cuando uno está enojado, no piensa con claridad, todos los sentimientos que tienes por otra persona se bloquean, como si los olvidaras. Tendiendo a ser más propensos a decir cosas que pueden herir.

No estoy pensando con claridad. Estoy siendo una estúpida...

Shawn se retiró para responder y cuando regresó su expresión era de disgusto. Me alteró más.
—¿Quién es Oliver? —gruñó.
¿Qué? ¿Oliver? Pero qué leches...
—No tengo idea de quien es Oliver.

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