Capítulo 15

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Le di un puñetazo a Oliver y me apresuré a abandonar el Empire State.

Ella no me importa ni en lo más mínimo. Las palabras de mi madre se reproducían una y otra vez en mi cabeza. Me aguanté las próximas lágrimas que amenazaban con salir, sabía que mi relación con ella no era la mejor del mundo pero no podía aceptar  que mi propia madre fuese tan hipócrita. Tan venenosa... sí, es tan venenosa.

Llegué a casa para encontrarme con la siguiente escena; mi madre estaba en la sala de estar con muchas maletas en sus manos. Se puso pálida al verme. La tensión se apoderó  de la casa.

Oh, no. Otra vez no... ¡No!
---¿Qué estás haciendo? ---pregunté con tristeza, aunque ya sabía su respuesta.
Ella se iba, me estaba dejando.
---Lo que debí hacer hace mucho tiempo, Catherine---dijo con mucha soberbia---. Me voy.

Esas palabras aclaraban mi repentino encuentro con Oliver. Ellos planearon todo, ella se va a ir con él. Prefirió a su nuevo novio que a su hija. No la culpo, ni yo misma me elegiría. Sé que esto es una mierda pero no debería terminar así... Me está abandonando, me está dejando sin nada. 

Tragué saliva ruidosamente.

---No te vayas, mamá ---murmuré, a la vez estaba rezando en mi cabeza para que ella me escuchara---. Te quiero ---le dije desesperada, era verdad, aunque nunca pude decírselo a tiempo. No me dio la oportunidad de hacérselo saber en el pasado.

La tomé del brazo, obligándola a mirarme a los ojos---. Quédate ---hablé siendo lo más sincera posible.

La mirada de mi madre se suavizó y sucedió algo que jamás creí que sucedería. Ella lloró frente a mis ojos, nunca le había visto llorar, solo la escuchaba llorar en su habitación pero  muy rara la vez. Ella comprendió mi dolor y me dio un abrazo. Uno real, no uno falso como los que solía darme cuando tenía ocho años. Ella me acarició lentamente la espalda, a pesar de que no dijo nada sabía que en su mente estaba preguntándose el por qué estaba muy delgada. Me sentí avergonzada.

Estaba disfrutando del momento, de su compañía, dejando de lado que ella es la causante de todos mis errores en esta vida. Ella me dio la vida y era tan injusto que ella me hiciera esto.

---Lo siento mucho, mi amor ---susurró ella, llorando todavía ---. Por no ser la madre que te mereces.

De pronto, toda la calidez que mi madre me proporcionaba se evaporó, pues, ella me soltó bruscamente. Tomó sus cosas sin siquiera mirarme.

---Hasta nunca, Caty ---ella se marchó. Esta vez es para siempre
Me dejé caer de rodillas, me permití llorar, sacar todo, absolutamente todo lo que llevaba días comprimiendo. Todo en esta vida tiene un límite, y creo yo que he llegado al mío.

Exploté. 

Primero me encargué de destruir la sala de estar, solo se salvó la foto de mi madre que había en la pared, salía  sonriendo y usando una toga, fue su graduación. No pude hacerla pedazos. Destruí la ventana de su habitación y de la mía. Rompí todos los espejos. Segundo, hice mierda la cocina y tercera, terminé por hacerme mierda. Hacerme daño. Con la poca comida que había, no lo pensé dos veces, me la comí sin sentir remordimiento. No podía parar de comer. Luego vomité y quise autolesionarme pero preferí no hacerlo.

El dolor que me causaba un objeto filoso no se comparaba con el dolor que mi madre me hice sentir. 

Ya no quería gritar, ni lastimarme más. Pero tenía la necesidad de liberar mis pensamientos así que escribí una carta.

Querida mamá. 

Si es que te puedo llamar así, gracias por dejarme aquí. Con el corazón hecho pedazos. Sabes, nunca podré unir todas las piezas porque tú te llevaste la mayoría de ellas y lamentablemente sé que nunca volverás. Nunca estaré completa. Aunque tú no me ames, yo lo haré por las dos. No importa que eso me mate, solo quiero acabar con el dolor. Me cansé de luchar por algo que está roto.

Aprendí algo: Para que te rompan el corazón, no tiene que ser necesariamente tu pareja o tu amor platónico. Cualquiera puede romper tu corazón, un amigo, un hermano, un padre o una madre. Lo único que se necesita para hacerlo es tener un lazo que los una.



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