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George sin duda alguna sabía que algo le ocurría a su hermano, y de cierta forma se sentía traicionado ¿no confiaba suficiente en él para contarle?.

—Tal vez solo estoy paranoico—susurro para sí mientras se ponía la camisa de la pijama.

Era imposible que no confiara en él, después de todo, es su hermano gemelo, su compañero de travesuras y su mejor amigo, habían hecho miles de planes y promesas.

—Definitivamente soy paranoico—soltó un suspiro y fue a su cama, sentándose en el esponjoso colchón y la suave tela de su cobija escarlata—.Estas camas serían geniales para el se...

Una almohada impacto en su cara, interrumpiendo sus siguientes palabras y soltó una carcajada al ver quién era.

—Eres un asco hermano—Fred hizo un mohín y se acostó a su lado, abrazando su cintura.

—Venga, sabes que también piensas en...

—¡¡Shhhh!!—George volvió a reír y se acostó, dejándolos a ambos en una mejor posición.

—Morirás virgen.

—Um...yo creo que no. Tengo muchas chicas atrás.

—Oh sí, el Don Juan de Hogwarts, creí que ese era Malfoy, y no me sorprendería.

Fred apretó más el agarré en la cintura de George, algo que no pasó desapercibido para el segundo.

—¿Te gusta Malfoy?—preguntó Fred, sus ojos brillaban de curiosidad y algo más que su gemelo no pudo descifrar...¿miedo tal vez?.

—¿Gustarme?...nah—una sonrisa surcó sus labios—.Aunque sí está bueno.

—Lo besaste cuando tenía doce.

—Y cada año se pone mejor.

Fred lo volvió a golpear con una almohada, mordisqueando su labio para no gritar improperios como un poseso, su hermano a veces llegaba a ser un tonto, sí, pero joder que ahora rayaba en lo idiota.

—¡He! ¿y por qué fue eso?—reclamó George.

—Te gusta un Slytherin—dijo, tratando de sonar bromista, fallando en el intento.

—No me gusta, bueno, al menos no de manera sentimental—resto importancia al asunto alzando sus hombros y se recostó en el hombro de su gemelo, como solían hacerlo de niños.

—Entonces ¿no te gusta nadie?—preguntó nuevamente Fred mientras olfateaba con cuidado el cabello de su gemelo.

—O sí, me gusta la tarta de melaza que sirven en el desayuno.

Fred soltó una pequeña risa y cerró los ojos disfrutando la cercanía de sus cuerpos, quedando a los segundos entre los brazos de morfeo.

—∆—

La mañana había llegado al castillo de Hogwarts y con ella, miles de travesuras por parte de los gemelos Weasley.

Aún no se habían despertando bien cuando escucharon un grito proveniente del cuarto de las chicas y no hicieron más que reír cuando vieron a tres de ellas entrar furiosas a la habitación, con la cara llena de harina y el cabello color rosa.

Todos sabían que las bromas eran por parte de los Weasley, sin embargo quedaba la incógnita de cómo podían llegar a lugares sumamente prohibidos para cualquier alumno –en este caso, chicos– como lo era el llegar a los pasillos de habitaciones de las chicas.

—Que lindo color de cabello Alice, te ves di-vi-na—comento Fred entre risas y antes de que la Gryffindor pudiera lanzarle un imperdonable, ambos se encerraron en el baño sin dejar las carcajadas.

Más tarde, al llegar al gran comedor, vieron como la Señora Norris corría despavorida sobre la mesa de Slytherin, siendo perseguida por una de las ilusiones más realistas a los gemelos pudieron hacer hasta el momento, un lobo de color negro con ojos rojos como la sangre.

Todo Slytherin entró en pánico al momento en que el gran lobo subía a las mesas y todo el comedor estalló en risas al ver como Draco Malfoy caía de su silla y una tarta de calabaza caía sobre él, ensuciándolo por completo.

Los gemelos reían con disimulo y chocaron sus puños bajo la mesa, ahora dirigiendo a la ilusión y a la aterrada Señora Norris fuera del comedor.

—¿¡Estaba rica la tarta Malfoy?!—gritó Ron entre risas, recibiendo una mirada fulminante por parte de la serpiente quién salía con toda la dignidad que se le permitia del comedor.

—¿Fueron ustedes?—preguntó Hermione con una mirada severa, que avecinaba una gran reprimenda.

—¿De qué nos estas hablando?—preguntaron en unísono fingiendo confusión.

—De las bromas de hoy—gruñó.

—Claro que no—empezó Fred con una sonrisa ladina.

—¿Cómo puedes acusarnos de eso?—termino George, claramente fingiendo estar ofendido.

—Nos decepcionas Mione—volvieron a decir al unísono.

Hermione, cansada, se fue a su lugar aun sin dejarlos de fulminar con la mirada, mientras ellos simplemente sonrieron y empezaron a comer sus tostadas.

—∆—


La tarde había llegado y los gemelos ahora se encontraban sentados sobre la rama de un árbol, escondidos entre las hojas, observando a los demás alumnos pasear por el lugar.

—Hoy estas más callado de lo normal—susurro George a su hermano, mirándolo con curiosidad.

Fred lo miró unos segundos, examinando su expresión y controlándose para no quedar nuevamente atontado.

—Solo he estado pensando hermanito—le resto importancia con un movimiento de mano.

George estaba por decir algo hasta escuchar dos voces conocidas debajo del árbol.

—Te lo advierto Potter, si nos descubren te cruciare el culo.

—Shh, nos descubrirán si sigues hablando Malfoy.

Ambos chicos miraron hacía abajo con el ceño fruncido, confundidos por la conversación de los menores y como era de esperarse, no vieron nada, sabían que probablemente estaban usando la capa de invisibilidad.

La gran pregunta era, ¿qué rayos hacían Draco Malfoy y Harry Potter juntos, ocultándose bajo una capa donde estaban a escasos centímetros de distancia y probablemente con un secreto?.

Decidiendo averiguar que sucedía a partir de miradas, susurraron un hechizo hacia donde se creía estaban los dos chicos y grande fue su sorpresa al escuchar pequeños jadeos y el sonido de un beso bastante pasado de tono ser roto.

George incluso casi cayó del árbol por la impresión y esto solo no sucedió por los reflejos rápidos de Fred quien lo halo con destreza  y lo sentó más cerca de él.

—Están...—empezó George en un susurro y Fred asintió dándole la razón.

De cierta forma, Fred sintió celos de los dos chicos bajo la capa, después de todo lograron estar juntos de alguna forma y podían darse muestras de afecto–a escondidas del resto–pero eran muestras de afecto al fin y al cabo.

Él quería tener eso con el chico a su lado, besarlo cuando le apeteciera, y no le importaría ocultarlo si con ello conseguía lo qué quería.

«Soñar es fácil» Pensó antes de escuchar ahora un quejido de disgusto por parte de alguno de los chicos.

 

Mi rayo de luz (FredxGeorge)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora