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Sería una mentira si dijeran que a George no se le habían declarado varias personas en su corta vida, tanto chicas como chicos de diferentes casas y diferente estatus social, incluso llegó a salir con alguna que otra persona, entre ellas un joven de cabello azabache y ojos cafés de la casa de Slytherin, que si bien no duraron más de dos meses en la relación se podía decir que fue una de las mejores, el chico era carismático, inteligente y espontáneo, siempre con un comentario para cualquier ocasión.

También aquella chica rubia de Ravenclaw, era más centrada y callada, siempre llevaba un libro en sus manos y muchas veces lo regaño por las bromas que hacia, sin embargo también fue una buena relación, casi medio año.

Pero no estaba preparado para que alguien importante en su vida se le declarara, alguien que lo apoyaba en todo, que estaba con él en las buenas y en las malas, que era su compañero de travesuras, aquel que se había comportado raro desde el año pasado y ahora estaba junto a él, abrazándolo mientras soltaba sollozos ahogados, repitiendo un “lo lamento” con la voz quebrada, ese alguien que era su hermano gemelo.

—¿De...mi?—sus manos fueron hasta las mejillas de su hermano y lo miro a los ojos—¿Freddie?.

El pelirrojo no respondió, cautivo de los nervios y el miedo que se hacia cada ves más grande en su interior.

—Freddie tranquilo, hey—un suspiro cansado escapó de los labios de George, el asunto lo estaba cansando físico y mentalmente—.Debemos hablar, ven, debes aclararme esto.

Como un gesto de valor Gryffindor, Fred levantó su mirada y secó sus lágrimas antes de asentir, aún sin atreverse a mirar a su hermano a los ojos.

Ambos se sentaron en la cama y permanecieron en silencio por varios minutos, uno creando preguntas en su cabeza y otro tratando de darse el valor necesario para responderlas sin titubear, también queriendo golpearse por sus impulsos.

No me molesta” esas palabras volvieron a su mente y mordió su labio, ahora pensando que tal vez... él creía que gustaba de otra persona y no de él.

—Así que...—George aclaró su garganta—.¿Estas...de mi? ¿no de Snape?.

Eso fue como una campanilla en la cabeza de Fred, levantó su mirada tan rápido que sintió dolor en su cuello, pero estaba lejos de importarle, solo se centro en los ojos aguamarina de su hermano.

—¿Q-qué? ¿creías que...—lamió sus labios tratando de humedecerlos—.me gustaba Severus?.

George asintió apenado, sintiéndose tonto por creer que su hermano tenía algo con el profesor de pociones, pero era casi imposible no pensarlo desde que empezaron los rumores.

—Si, perdón, pero Fred esto es...—acarició sus sienés buscando las palabras correctas, no quería dañarlo, esa era su primera prioridad, pero ¿como decirle a tu hermano que no puedes estar con él?—.Esta situación es difícil para ambos ¿lo sabes no?.

Su gemelo asintió cabizbajo, sintiendo ahora el peso de lo que había dicho, él no quería, se había impuesto la regla de no declararse y lo había hecho en una situación desesperada, cuando se creyó en un callejón sin salida y ahora debía pagar el precio.

—No te pido que me aceptes—dijo en un hilo de voz que, de no haber sido por la cercanía de George le hubiera sido imposible escuchar—.No quería que lo supieras, no quiero que te separes de mi Georgie...Nunca imaginé que sentiría algo más que amor fraternal por ti y es difícil ¡joder que si lo es!.

Fred llevó una mano a su cabello, halando los mechones sin dar señal de ello a su gemelo, se sentía frustrado, él no había pedido albergar aquellos sentimientos en él, pero aún así ahí estaban, atosigándole.

»No sabes lo duro que es estar tan cerca y tan lejos de la persona que amas Georgie, no sabes lo que se siente que te mantengan al tanto de quien le gusta o con quién saldrá cuando tu debes ocultar tus sentimientos para no sentir que haces algo incorrecto, para no dañar la relación que tienen.

George sentía que con cada palabra su corazón se hacía añicos, nunca le paso por la mente que su hermano pudiera sentirse así respectó a él, pero entonces recordó todas las veces que vio un atisbo de celos en la mirada de su gemelo cuando le hablaba de aquella chica Hufflepuff o porqué cambiaba de tema cuando en más de una ocasión trato de sonsacarle quién llegaba a llamar su atención aunque sea mínimamente.

»No te pediré que aceptes mis sentimientos, de verdad, solo...solo no quiero que te alejes por favor...

Fred acercó una mano temblorosa a la de su hermano, temiendo que la apartara; en cambió recibió un abrazo y suaves caricias en su desordenado cabello, una sonrisa temblorosa se formó en sus labios, recordando con añoranza las tantas veces que George hacia eso en su época de infantes cuando admitía que tenía miedo o en otro caso, cuando jugaban de forma ruda y terminaba lastimado.

—No me alejaré Freddie—susurro de forma tranquilizadora en su oído—.Nunca, nunca te dejaré ¿entiendes?.

George trató de calmar a su hermano entre caricias y palabras dulces, lográndolo poco después al dejarlo adormilado. Ya sabía que le sucedía a su hermano, ahora solo necesitaba pensarlo en silencio.

—Georgie—murmuro Fred antes de caer totalmente en la inconsciencia—.¿Puedes hacer algo...por mi?...

Su gemelo solo asintió, sabiendo que estaba siendo observado por su gemelo.

—Besame...

Sus ojos se cerraron completamente después de eso, quedando profundamente dormido, sin enterarse que su hermano había cedido a su petición y le dio un casto beso en los labios.

🎀🎀🎀


Por los terrenos de Hogwarts se encontraba caminando el profesor de pociones tal vez más temido de todo el colegio, normalmente estaría en su despacho haciendo algunas pociones curativas para madame pomfrey, o empezando con la poción matalobos para el profesor de DCAO, pero como pocas veces pasaba, siguió sus instintos y salió a recorrer los terrenos, específicamente el bosque prohibido.

Se sintió frustrado cuando no encontró nada anormal en él, y, dispuesto a volver por donde había llegado se dio la vuelta, solo para encontrarse con un enorme perro negro.

—¿Pero qué...—se paró antes de soltar una palabrota y sacó su varita, solo por protección—.¿Qué haces tu aquí?.

Susurro para sí, era imposible que algún alumno haya traído a una mascota de semejante tamaño, por su mente pasó la posibilidad de que Hagrid era el responsable, pero se vio interrumpido al sentir dos patas presionar en su pecho.

—¡He!—había algo extraño en aquel perro, no parecía ser la clase de bestia que le gustaban a Hagrid, y sus ojos grises le recordaban a alguien—.¿Como entraste al castillo?...

Sin poder contenerse llevó sus manos a las orejas del perro y empezó a acariciarlas, era una de sus debilidades, amaba los perros aunque no lo demostrara.

El perro no fue lento y termino por tumbarlo al piso y meterse entre sus piernas esperando más caricias que no se hicieron esperar, hacia años que no recibía ningún contacto con un humano y se sentía realmente satisfactorio las caricias que le proporcionaban aquellas pálidas manos, aunque debía admitir que se sentía un poco resentido con el azabache que no logró reconocerlo.

Luego de algunos minutos las caricias fueron cesando y dispuesto a saber por qué alzo la cabeza solo encontrándose con el azabache abrazándolo, sumido en un profundo sueño.

El animago lo movió con sumo cuidado, logrando acostarse y dejar a Severus recostado en su pelaje, abrigándolo de el frío de la noche.

Mi rayo de luz (FredxGeorge)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora