Epílogo

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Los años habían pasado en un parpadear, o así lo veía George en ese momento, observando como un pelirrojo idéntico a él jugaba tranquilamente con un niño en el pasto verde del jardín.

Ya habían pasado tres años desde que habían adoptado a Aryeh*, un pequeño metamorfomago con mucha energía y extremadamente tierno, hace una semana había cumplido ocho años y le había regalado una escoba de juguete, con la que ahora jugaba y hacia sufrir mini-infartos a Fred.

—¡Aryeh!—llamó al pelirrojo una vez más, mirando que se elevaba en el aire más allá de lo permitido—.¿Qué te dije de hacer eso?.

—¡Pero papá...!—se quejó y volvió a bajar con destreza—.Me aburro.

—Es peligroso...

—¿Como hiciste eso? La escoba tiene hechizos de protección para que no suba más de un metro.

Aryeh se encogió de hombros, frunciendo el ceño con sus ojos verdes brillantes de curiosidad.

—Solo pensé que quería ir más alto—respondió a su padre.

—¿Otra vez rompiste los hechizos de protección? Pero si estos son más fuertes—dijo Fred en un gemido de frustración.

Ese era el pequeño problema con Aryeh, para su edad había demostrado ser un poderoso mago, su magia accidental solía romper cosas cuando estaba molesto, también hacía que los animales se acercaran cuando el quisiera y más de una vez a roto los hechizos de protección que le ponían para mantenerlo a salvo, por más fuertes que estos fueran.

—Hagamos un trato—dije con una sonrisa, el pequeño niño lo miró con curiosidad—.Si dejas de volar tan alto, después de jugar te daremos pastel de chocolate y leche.

Sintió la mirada de Fred fulminándolo, pero su sonrisa no flaqueó.

—¡Bien, trato hecho papá!—con una reluciente sonrisa y un apretón de manos, el niño siguió jugando con entusiasmo, persiguiendo a una velocidad moderada a su pequeño cachorro.

—George, luego no querrá cenar o le dolerá el estomago—el pelirrojo se acercó a su ahora esposo y pasó su dedo por el ceño fruncido de este.

—Vamos, ya pareces mamá—se burló—.Recuerda que nosotros hacíamos cosas peores a su edad—susurró.

Fred infló las mejillas—Bien, pero tú te encargarás de él si se enferma—sentenció.

George asintió sonriendo, sabiendo que si su pequeño mostraba un atisbo de malestar Fred estaría junto a él cuidándolo.

—Por cierto, Draco quiere que vaya a jugar con Scorpius y con Albus—informó George.

—Claro, se que dragón los cuidará bien.
•••

George salió de la chimenea y se estiró todo lo que podía, sintiendo como su cuerpo se relajaba y soltaba un suspiro de alivio, recién había llegado del trabajo, por lo que subió a paso rápido hacia la habitación que compartía con su gemelo esperando encontrarlo en el lugar.

Sonrió cuando lo encontró allí, acostado mientras leía con tranquilidad y en la mesa estaban dos francos de pociones para la gripe vacíos.

—Veo que mi enfermo favorito ya esta mejor—Fred levantó la mirada de un desgastado libro de tapa roja.

—Odio que me digas así—sonrió y dejo el libro a un lado, en ese momento George se dio cuenta de las letras y las manchas en el libro y sonrió.

—¿Estabas leyendo las bromas que no hicimos?—se sentó al lado de su gemelo, abrazándolo por la cintura con cariño.

—Si, estoy pensando darle el libro a los merodeadores—a George le brillaron los ojos, asintiendo frenéticamente.

Mi rayo de luz (FredxGeorge)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora