UN VERANO EN UN INVIERNO

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Llegó a vivir a mi casa la hija de una prima. Es una adolescente, lo que ya es complicado, es una edad difícil pero, en fin...:

- Hola, tía...

- Hola, sobrina, ¿cómo estás?

- Bien. Oye, ¿me vas a ir a dejar mañana al colegio?

Mi cara fue de pregunta.

- ¿Por qué tendría yo que ir a dejarte a clases?

- Bueno, es simple: porque mañana 'tienes libre' y además queda cerca.

- Pero, sobrina, ¿es necesario? Ya eres grande para irte sola, es primero medio, no el kínder, por Dios... Además, como dijiste, es mi día libre; me levanto temprano todos los días y quiero dormir hasta tarde, por favor ten piedad de mí, niña.

Ella insistió apelando al afecto que tengo por ella:

- ¿Acaso no me quieres, tía? Imagina que soy tu hermana menor.

Me reí y le dije:

- Está bien, y claro que te quiero, hermanita. ¿A qué hora entras mañana?

- A las ocho en punto.

- ¡O sea que me voy a tener que levantar a las siete! -mi lamento se escuchó hasta la Patagonia-. Está bien, sólo porque te quiero.

- Gracias, hermana mayor.

Al otro día y muy temprano por la mañana me levanté y me metí rápido en la ducha antes que mi sobrina ya que se demora una eternidad en el baño.

- Oye, niñita, está desocupado el baño para que te des una ducha...


- No quiero, además me bañé anoche.

- No seas sucia y date una ducha rápida.

- ¡No quiero! -reclamaba mi sobrina-.

- ¡Que te bañes! ¿Cómo se te ocurre andar con olor a cama?

- Está bien... -dijo y se fue reclamando hasta el baño mientras yo le preparaba una taza de café con leche y un sándwich de jamón con queso en el microondas-.

- Ya estoy lista.

- Vaya, esa ha sido la ducha más corta de la historia. En fin, por lo menos hueles mejor. Siéntate que te tengo servido el desayuno.

- Qué rico, tía, te pasaste, y está calentito el pan...

Mientras tomábamos nuestro desayuno hablamos de este su colegio nuevo y por cuánto tiempo se quedaría conmigo.

- Bueno, se supone que sólo va a ser este año, tía.

- No me digas tía. Me siento vieja cuando me llamas así.

- No eres vieja. ¿Qué edad tienes?

- Veintiséis.

- Te ves más joven, tía.

- Otra vez con la misma canción...

- Está bien. ¿Cómo prefieres que te llame? ¿Por tu nombre?

- Sí, lo prefiero.

- Está bien. Almendra es un lindo nombre.

- Sí, lo es.

- ¿En qué estarían pensando los tíos para ponerte ese nombre...?

- Quién sabe, seguramente estaban drogados...

Dioses y Demonios en la vida de una mortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora