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Él la admiro como a la luna, mientras que ella sólo quería viajar a través de las galaxias porque había olvidado cómo amar y cómo sentir por otro ser. Buscó amores por otros lugares, visitó mundos de rojas tierras y desde la ionosfera admiró su mundo azul. Su piel estaba fría; buscó calor cerca del sol, quiso andar por uno de los caminos de Júpiter pero este ya había perdido uno, de un salto llegó hasta los anillos de Saturno formado por hielo, polvo y piedras, mas no se quiso quedar.

Mientras seguía volando dio un vistazo rápido a tres hermosas Marías que se colgaban del cinturón de Orión. Desde lejos un solitario Neptuno lanzaba una cuerda hecha de estrellas hacia su cintura, diciéndole: "¿No quisieras quedarte, bella viajera, ser mi reina y disfrutar las maravillas de estos mundos inexplorados?", y desde lo lejos una bella mujer de esa tierra roja le gritó: "¡Recuerda que en la Tierra hay un corazón que te espera!".

Regresó a su mundo mientras él seguía contemplado la luna, rogando que regresara esa hembra, la cual no supo amar. Pedía que despertara cada día y juró que esperaría hasta el final de sus días.

Dioses y Demonios en la vida de una mortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora