Hoy es mi primer día de clase en el kínder. Estoy muy nerviosa y no me quiero quedar. Mi mamá me peinó con un moño tan apretado que apenas puedo cerrar los ojos. Mi camisa está tan blanca que molesta la vista. Llevo corbata azul, una mochila que es más grande que yo con todos los útiles del año por los que casi me voy de espaldas; si no fuera porque mi mamá y papá me tienen tomada de las manos ya estaría en el suelo. El colegio es de monjas y mixto; hay muchos niños y niñas con las que podré jugar y hacer amistad.
Nos reúnen a todos para escuchar el discurso que dará la directora que es una monja gorda y con cara de pocos amigos. Empieza a hablar sobre el compromiso de los padres y del compromiso de los niños como estudiantes. También menciona que ellas como religiosas y como católicas ayudan a una fundación de niños de escasos recursos, para ser más exactos tenían un colegio en Los Andes al que le mandaban los útiles que los niños más afortunados, es decir, nosotros, no usábamos durante el año. A mi mamá eso no le gustó nada. Esperó que la monja terminara el discurso y luego se acercó para hacerle notar su descontento: "Buenos días, Madre". "-Buenos días, hija, y bienvenida a nuestro colegio". "-Gracias, Madre. Bueno, le quería preguntar sobre lo que mencionó en su discurso de bienvenida, eso sobre lo del colegio de niños. Explíqueme bien". La monja le toma la mano a mi mamá y con voz suave y tierna le dice: "Pero, hija, ¿qué hay que explicar?, fui muy clara, todo lo que nuestros niños no utilicen se va para el colegio de niños pobres"; pero a mi mamá no le parece y le alega a la monja: "Madre, usted me tendrá que disculpar pero nosotros somos una familia humilde que con gran esfuerzo hemos puesto a mi hija en este colegio porque sabemos que la educación particular es mucho mejor que la pública por duro que suene. Como usted comprenderá quiero que mi hija aspire a algo mejor que nosotros, pero yo le compro los útiles a mi hija y no a niños que no conozco. No me tome como una mujer egoísta o poco solidaria, pero no es mi problema lo que pase con esos pobres niños. En verdad lo siento, pero las cosas de mi hija son para ella y no para la comunidad". La monja la mira como si estuviera loca y le dice: "Pero, hija, recuerde que todos somos hijos de Dios y hay que ser solidario con el prójimo, sobre todo con el más desvalido y más aún si son niños. Recuerde que el padre Alberto Hurtado dijo: 'hay que dar hasta que duela', y él lo dio todo"; pero mi mamá está firme en su posición e insiste en que no dará nada de lo que me ha comprado. La monja se acerca a mí y me pregunta: "Dígame, mi niñita, ¿a usted le gustaría mandarle los útiles que no usara a esos niños pobres?". Me quedo en silencio y miro a mi mamá. La monja insiste: "Responda, pequeña". "-A mí me gustaría ayudar a todos los niños del mundo pero es mi mamá la que manda". La monja no insistió más: "Está bien, hija, tampoco la voy a obligar. Uno tiene que ayudar de corazón y si usted se rehúsa, lo entiendo". "-Madre, insisto no me tome como mala católica, yo ayudo pero a mi manera". Después de esa conversación mi mamá se despidió de la monja y me dejó en la sala de clases con las profesoras, que no eran monjas. Las tías nos hicieron presentarnos uno a uno. Decíamos nuestro nombre y hablamos un poco de nuestras vidas, si teníamos hermanos o alguna mascota. Se acercaba mi turno y me puse muy nerviosa y me apretaba las manos asiendo sonar mis dedos. Una mano tomó las mías y me dijo: "¿Estás nerviosa?", "-Sí, le dije". Era la niña más linda que había visto en toda mi corta vida; era tan blanca como yo, tenía los ojos celestes como el cielo del verano, unas pecas que adornaban su nariz, su pelo era amarillo como el trigo, parecía un ángel. Me quedé callada para escucharla: "Quédate tranquila, no es tan difícil, sólo te paras al frente, dices tu nombre, hablas de tu mamá, tu perro, tus hermanos y listo". "-Pero yo no tengo hermanos y tengo gatos, tal vez no les caiga bien por eso". "-No, al contrario, tener gatos es mejor, además todos tienen perros, tu serás diferente". "-Y ¿diferente es malo?" Ella me sonrió y me dijo: "Diferente es mucho mejor". Cuando la profesora me llamó no la escuché y la niña sentada junto a mí me dijo: "Es tu turno". Tomé todo mi valor y salí al frente: "Hola, mi nombre es..., soy hija única, tengo una mamá y un papá". La profesora me preguntó: "¿Qué hace su papá?", y mi orgullo sale a flote: "Bueno, mi papá es cantante"; "-Ah, qué bueno, y ¿qué canta?", me preguntó la profesora. "-Canta en las radios y canta música para bailar, pero no lo veo casi nunca". La profesora 'saltó' a mi mamá: "Y la mamá ¿qué hace?", "-Ella trabaja haciendo ropa"; "-Ah, o sea que su mamá es modista". "-Sí, eso creo". "-Y ¿tiene macotas?", "-Sí, tenemos gatos, pollos y gallinas". "-Ah, qué bonito. Bueno, mi niña, ahora se puede sentar". Cuando me senté me relajé y la niña me dijo: "¿Tu papá canta?", "-Sí, es un artista y mi mamá lo quiere mucho". "-Qué bueno. Oye, ¿quieres que seamos amigas?", mi 'sí' se escucha en toda la sala y todos se rieron y yo también. Ese fue el mejor día de mi vida. Tenía a una mejor amiga, cantamos, jugamos, fue un súper día.
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Dioses y Demonios en la vida de una mortal
RomanceEste libro es un compilado de historias y poemas de amor, los poemas son cortos pero intensos, esta lleno de pasión, decepciones , alegrías y triunfos, habla del amor y de la magia que lo envuelve, no es apto para los que no creen que en el amor...