PACIENTEMENTE

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Llevas la piel pintada como hombre de guerra y como tal has tenido tus batallas, las cuales has perdido y ganado.

Has ido y venido como el viajero que eres y ni cartas has mandado.

Han pasado veranos y largos inviernos sin saber nada de ti, mientras aquí llueve copiosamente.

Tienes dolores muy grandes que te parten el alma y como hombre de viajes prefieres la soledad para no contagiarme tu pena. Tú no entiendes que tu pena es mía, al igual que tus tormentos, llantos, triunfos y fracasos, pasiones y deseos, porque eso quiero, ser parte de ti, porque el amar es en lo dulce y lo amargo.

Mientras aquí, de pie junto a mi ventana, sigo mirando el sendero. Con anhelo espero tu regreso, mi dulce viajero.

Dioses y Demonios en la vida de una mortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora