Te vi y de presencia me caíste bien. "-Hola, ¿qué andas buscando?", "-Una película de vampiros". "-Ok, pero ¿cuál? Hay muchas". Te ríes y yo te sigo. "-'Drácula', pero la del noventa y dos, esa versión ando buscando". Rápidamente revisas en tu carpeta: "Aquí está". Comienzas a darme un resumen de la película y te interrumpo: "Oye, ya la vi, sólo que quiero volver a verla pero gracias por la charla". "-Ok, cualquier cosa si te sale mala la vienes a cambiar". "-Bueno". Me despido y no puedo evitar preguntarme: "¿Será casado o soltero este vendedor pirata?" y río en mi mente. Llego a mi casa, pongo la película y mientras la veo no puedo dejar de pensar en este simpático vendedor. Me agrada y tengo ganas de conocerlo. Hoy mi actitud es otra y ya no creo en sentimentalismos ni romance, sólo me interesan los placeres de la carne. He perdido la sensibilidad y la capacidad de amar a otros; me he puesto más fría y directa, de ese modo me ahorro tanto problema y nadie sale dañado, sobre todo yo.
Regreso el fin de semana siguiente con la excusa de otra película. "Hola". Tu cara es de sorpresa. "-Hola, ¿otra vez por acá?", "-Sí, quiero ser cliente frecuente, ¿acaso te molesta?", "-No, al contrario". Pasan los meses y los sujetos que trabajan contigo se dan cuenta que quiero algo más que unas películas. Un día te ofreces a acompañarme y por fin sé tu nombre. "Qué lindo nombre. Y, cuéntame, ¿qué hay con tu vida?, ¿eres casado, soltero, tienes hijos, vives solo?"; te bombardeo con preguntas y tú me respondes: "Bueno, tengo dos hijos y me estoy separando". Mis alarmas se encienden gritando: "¡Peligro, peligro, un mentiroso se asoma!". "-Vaya, y ¿por qué te estás separando?, ¿quién no ama quién?, o ¿quién engañó a quién?", comienzas a darme la lata, me hablas de que ya no es lo mismo, que te molestan hasta por no hacer nada, que prácticamente eres un mártir y que ya no puedes con la cruz de tu dolor y a mí me da lo mismo; sólo atino a decirte: "Pucha, lo siento, ojala salgas pronto de eso porque a la larga siempre son los hijos los que sufren". Me preguntas: "¿Tú tienes hijos?", "-No, estás loco... Pero eso es todo lo que el mudo dice, ¿o no? En fin, gracias por acompañarme", "-¿No quieres que te vaya a dejar hasta tu casa?", "-No, gracias, caminaré sola, además ya estoy cerca". Me fui pensando en que tal vez el pobre tipo sí lo estaba pasando mal y que podría ser su amiga o al menos lo intentaría.
Ya tenía su teléfono y nos habíamos echo amigos pero yo seguía pensando en él sólo como una buena entretención, pero al recordar a sus hijos y a su mujer esos pensamientos se esfumaban. Tal vez podría ser fría y calculadora pero era solidaria con el género. Pasaron los años y seguíamos siendo amigos. Un día después del trabajo lo llamé: "Oye, ¿estás en tu puesto?", "Sí", me dijo. "-¿Te puedo pasar a ver o estás con alguna polola?"; se ríe y me dice: "Tranquila, ven, además que hace mucho que no te veo, ingrata", "Ok, -le digo- llegaré en la tarde". Salgo de la pega, tomo la micro, me siento y el sueño comienza a hacer presa de mí, se me quitan todas las ganas de ir a ver a mi amigo el infiel. De pronto mi celular suena y es él. Lo dejo sonar por que ya no quiero ir a visitarlo, estoy cansada y con sueño pero él insiste. Al final contesto: "Aló", "-Hola, amiga, ¿vienes cerca?", y te contesto entre bostezos: "Sí, ya voy llegando". "¿Estás cansada?, me preguntas. "-Sí, súper". "-Ah, no sé yo, tú dijiste que vendrías a verme y te estoy esperando, amiga, no me dejes plantado". "-Pucha, es que ando con tacos". Trato de que te apiades de mí para ver si logro zafar de mi compromiso. "-Te estoy esperando". "-Está bien, ya voy". Llego a tu puesto y me abrazas. "¿Cómo estás, mi guachita más ingrata que no me llama, no manda mensajes ni nada?"; "-¿Cómo estás, amigo?"; "-Como me ves, trabajando como los pobres"; "-Seguro yo soy millonaria, idiota", y nos echamos a reír. Hablamos de todo, de mi pega, de sus hijos, "¿Aún te estás separando?", le pregunto; "-Sí, amiga, esto está cada vez peor pero ahora sí ya me voy a ir de la casa" y mis risas no se hacen esperar. Te pones serio y me dices: "¿Qué te causa tanta gracia?"; "-Pero, amigo, desde que te conozco que te estás separando, pobre de la ingenua que te compre ese cuento". Me quedo acompañándote y me compras un café, luego me encaminas hasta una plaza que queda cerca de mi casa. "Ya, déjame hasta acá". Me abrazas y me besas. "-Pucha, de verdad que ahora sí me estoy separando". "-El chiste repetido, amigo. Ya déjame que me tengo que ir". Me tomas por la cintura e insistes: "¿Acaso ya no te gusto?, ¿te acuerdas cuando nos juntábamos en esta plaza?"; "-Jajaja, claro, cómo olvidarlo, cómo no recordar tus palabras tan tiernas y tan chantas"; "-Pucha, amiga, ¿te das cuenta cómo eres?, hieres mis sentimientos", mientras que yo sigo riendo. Te quedas mirándome por un minuto y me dices: "¿Te puedo hacer una pregunta y te dejo tranquila?"; "-Está bien, pregunta". "-¿Te gustaría ser mi amante?". Mi rabia es casi explosiva y te doy un golpe para que me sueltes acompañado de insultos y gritos: "¡¿Qué te pasa?!, ¡¿eres güeón o te haces?!; ¡métete algo en esa cabeza: sí, yo te busqué, pero al conocer tus antecedentes me retiré y lo que menos me interesa es ser o tener algo contigo excepto una honesta y sincera amistad, ¿te quedó claro, agüeonao?!". "-Chuta, amiga, lo siento". Me voy y te dejo de hablar por un tiempo.
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Dioses y Demonios en la vida de una mortal
RomanceEste libro es un compilado de historias y poemas de amor, los poemas son cortos pero intensos, esta lleno de pasión, decepciones , alegrías y triunfos, habla del amor y de la magia que lo envuelve, no es apto para los que no creen que en el amor...