De pequeña siempre intentan mostrarte el lado mágico del amor. Las mariposas, los fuegos artificiales. Los sí, los no. Todo lo que ese maravilloso estado puede provocar en ti y todos los bonitos sentimientos que eso provoca. Sin embargo, jamás te cuentan sobre el lado oscuro del amor. Aquella nube gris que puede destruir el mejor día soleado: los celos.
Destiny, que desde el momento que había reaccionado a todo lo que actualmente estaba pasando a su alrededor, había desconocido por completo el sentimiento de amor, se sintió extraña, fuera de este mundo, sin comprensión alguna cuando la vio parada en el umbral de la puerta de la casa de Scorpius.
Y algo dentro de ella, comenzó a pulsar muy cerca de su corazón.
No recordaba bien los hechos pero por alguna extraño motivo su enrulado cabello, sus ojos brillantes y su perfecto cuerpo le provocaban un estilo de nauseas que no estaba acostumbrada a vivir pese a que estaba embarazada.
-Scorpius ya viene- le avisó Charlotte, sonriendo, mientras se hacía hacia atrás- Pasa si quieres, por si demoran.
-No- negó Destiny rápidamente, sabía que no quería estar cerca de ella. Sin intención, apretó las palmas contra su abultado abdomen bajo el vestido, haciéndolo más notorio ante los ojos de la castaña.
-Felicitaciones- comentó entonces Charlotte, casi por obligación. Sus ojos no se apartaban del abdomen- No sabía que tú y Scamender estaban buscando tan pronto concebir un hijo.
-No es hijo de Lysander- le cortó, bruscamente.
Destiny observó cómo lentamente la expresión de Charlotte comenzó a cambiar. La castaña pasó sin escalas del asombro a la furia.
-¿No es hijo de Lysander Scamender?- preguntó en un siseo, aferrándose fuertemente a la puerta mientras no dejaba de mirarle esta vez directo a los ojos.
-No es hijo de Lysander- repitió, esta vez, más dócil.
-Le diré a Scorpius que se apure- le terminó por avisar entonces, antes de cerrarle la puerta en el rostro y hacerla tambalear en su propio lugar.
Destiny frunció el ceño ante aquella actitud brusca por parte de Charlotte. Nunca habían sido amigas, eso sí que lo tenía claro, pero tampoco se había imaginado que una persona le cerrara de aquella forma una puerta en el rostro de una embarazada. Suspiró, sin comprender aún que estaba pasando y volteó nuevamente hacía donde la castaña estaba cuando la puerta se volvió a abrir ante sus ojos. Scorpius le miró encantado.
-Enserio no podría creer que estuvieras aquí- dijo sonriendo enormemente, mientras sus brazos se cerraban fuertemente alrededor de los hombros de su mejor amiga- Hace mucho tiempo no vienes por casa.
-Es por algo serio- le informó apenas él había dejado de abrazarla y ya se habían separado- Tenemos que hablar de...
-Ven- le detuvo, tomándole de la mano y llevándola hacía el jardín- Aquí nos pueden escuchar- le jaló suave nuevamente y pronto estaban alejándose de la entrada para así sentarse en un banquillo que había entre las plantas que Astoria, la madre de Scorpius, había plantado para su propio deleite- Ahora dime, ¿de qué quieres hablar?
-Quiero que me cuentes todo sobre mi relación con cada uno de los Potter- pidió mirándole directo a los ojos.
Scorpius intentó disimular la sorpresa y luego la preocupación, pero sabía que delante de ella era verdaderamente imposible y optó por mirar hacía el frente.
-¿Sobre los Potter?- preguntó, fingiendo haber escuchado mal.
-¡No te hagas el que no me ha escuchado!- protestó golpeándolo levemente en el hombro- Quiero saber. Sé que te dije que no, pero tengo muchas dudas en la cabeza.
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Adiós, Albus Potter
Roman d'amourDesde el primer momento que lo vio sentarse en el banquillo de la selección supo que su corazón le pertenerceria a él durante toda la eternidad. Y a pesar de que muchos querían ser los que pudieran besar sus labios, todos sabían que ella solo le cor...