Ocurrió en lo que parecía ser una noche cualquiera, en un saqueo cualquiera.
Nos encontrábamos explotando la única habilidad que los humanos parecían tener, la de conservar alimentos, en nuestro beneficio.
Después de lo que dije antes sobre estos seres, es de entender que nosotros los dragones, seres racionales, nos mantuviéramos alejados de ellos. Encantados lo haríamos, si no fuera porque nuestro estilo de vida no nos lo permite.
Veréis, la verdad es que la vida para nosotros antes de hacer las paces con los humanos no era nada fácil, pues teníamos a una Alpha que nos hacía la vida imposible. Únicamente pensaba en ella misma y nos tenía a todos para el uso de sus comodidades. Seriamente, si yo fuese Alpha jamás haría eso.
Lo que ella más exigía era la comida. Pues su envergadura era cinco veces la de todos nosotros, tal vez incluso más, y necesitaba de bastante alimento. Como dije, nos tenía para cumplir sus caprichos, así que en vez de moverse y buscar ella misma su alimento y el de todos nosotros, cono una auténtica Alpha debiera hacer. Nos obligaba a todos nosotros a buscar su alimento. Y si por alguna razón, la cantidad que le dabas no le agradaba, ella se saciaba... ¡comiéndote a ti!
En ese sentido nuestra Alpha se parecía bastante a los humanos. Desde luego la detestábamos tanto como los detestábamos a ellos.
Era muy difícil para nosotros saciar su apetito, y como obviamente ninguno queríamos acabar en su estomago, nos aprovechábamos de la habilidad de esos seres con los alimentos.
Sin embargo, no sabíamos como comunicarnos con ellos, pues a la mínima ellos sacaban sus armas y era obvio que no iban a ayudarnos de estar enterados de la situación.
Así que dejamos a un lado el orgullo y comenzamos a robarles. No sentíamos culpabilidad, pero si miedo. Pánico, más bien. Pues cada vez que les urtabamos el alimento, comenzaba una lucha encarnizada entre nosotros. Y entre ambos bandos siempre había bajas. Demasiadas.
Cuando era pequeño tenía pesadillas con solo imaginarlo, después, cuando fui lo suficientemente mayor para no escaquearme de las incursiones... el horror que vi superaba el de mis pesadillas. Me volvió más solitario de lo que una vez fui, los míos obligados a matar a esos seres, esos seres matando a los míos.
Me desentendí de todo. Dejé la madriguera para vivir yo solo y aparecía en los saqueos muy de vez en cuando. Nadie me culpó por eso.
Yo no me culpaba por eso.
Solo una vez, un error, volé demasiado bajo, ellos me vieron.
— ¡Night Fury! —gruñeron. Y sabía lo suficiente para reconocer que ese gruñido era el que utilizaban para referirse a mi.
Cada vez que lo escuchaba, a prisa alzaba el vuelo hacía la densa oscuridad de la noche, y en cuanto se cansaban de lanzar a ciegas objetos al cielo (pues me di cuenta de que ellos, al igual que el resto de dragones, no poseía visión nocturna, pero yo si) tratando de alcanzarme, me permitía respirar tranquilo e irme.
Jamás comprendí porque tenía esa fascinación por algo que me asqueaba, porque a veces tenía la necesidad de volver a verlo cuando anteriormente me había prometido a mi mismo que nunca más. Más tarde descubrí que los humanos tenían una palabra para eso: Masoquista.
La verdad, nunca me importó serlo.
Pero esa noche, respirar tranquilo sintiéndome seguro fue un error. Un error del que, sin embargo, ya no me arrepiento.
Fue un sonido, como de piedras rompiendo el aire, que se escuchó en un tiempo tan corto, que ni yo mismo pude reconocer, hasta que sentí el choque y el inmenso dolor en mi cola.
Por un momento creí que mi garganta se iba a desgarrar del grito de dolor que no pude contener. Me habían roto la cola, lo supe en cuanto descubrí que no era capaz de llevar un vuelo de huida con normalidad y caí en picado poco después de que algo me impidiera mover las alas.
Me estrellé en lo profundo del bosque, donde nunca había visto a un humano. El dolor de mi cabeza chocando contra los arboles, que se partieron bajo mi peso, dejándome tirado e inmóvil en el suelo, fue algo que a duras penas note comparado con el desgarrador dolor físico y emocional que manaba de mi.
En lo único que podía pensar era en que me habían roto la cola. Aunque sobreviviera, nunca más podría volver a volar. Y eso fue peor que estar seguro de que iba a morir. Infinitamente peor.
Pero no tuve mucho tiempo para compadecerme de mi mismo, pues por culpa del golpe en la cabeza, ese que apenas me importaba, perdí el conocimiento, creyendo (y deseando) que no volvería a abrir los ojos nunca más.
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Como Entrenar a Tu Vikingo
FanfictionHTTYD fanfiction _Conocemos de memoria la versión de Hiccup, pero ¿qué hay de la versión de nuestro gato alado? ¿Cómo fue para el hijo maldito de la muerte y el rayo instalar la paz entre vikingos y dragones? Un vistazo a la versión de la película d...