Los tonos rojizos del anochecer en el cielo fue lo primero que vi al despertar... y el aroma de mi mascota lo primero que olí.
Él seguía ahí. Sentado en una piedra de espaldas a mi y encorvado, seguramente no estaba consciente de que yo acababa de despertar. Pero eso no era lo importante. Aquí el detalle era que estaba anocheciendo. Y él seguía conmigo. ¿Se había pasado todo el día en el claro? Si así era, entonces tendría que reivindicar fuertemente mi anterior impresión de que él no tenía nada por lo que luchar o que perder, así como yo.
Este humano era un misterio. No era ruidoso (bueno, no demasiado), era dócil, en vez de enfrentarme me mimaba, se esforzaba por entenderme, respetaba mi espacio, por no hablar de su extrema delgadez y pequeño tamaño. Parecía un humano, un muy pequeño humano, pero a la vez no actuaba como uno... ¿dónde estaría la trampa en todo esto?
Me acerqué a él para ver que era lo que estaba haciendo, pues esta cría realmente me infundía mucha curiosidad y no iba a molestarme en ocultarlo o negarlo.
Mi animal de compañía mantenía la cabeza apoyada en su garra derecha y cuando se giro para mirarme durante unos segundos, para luego volver a lo que estaba haciendo antes (un detalle que me agradó bastante, así ya sabía que él ya no me temía en lo más mínimo al actuar tan tranquilo, aun teniéndome en sus desprotegidas espaldas), mantenía una mirada de relajada concentración. Estaba pensando, tal vez haciendo un mínimo esfuerzo por recordar algo, y por la serenidad que manaba de su cuerpo, me di cuenta de que pensar no era precisamente un acto difícil para él. Sorprendente, un humano con raciocinio innato. En ese momento jamás pensé que viviría los siglos suficientes como para ver uno. Mi atención estuvo sobre él y su cabeza de pelo del color del bronce gastado más segundos de los que me hubiera agradado, pero sabía que era por el efecto que su dulce aroma provocaba en mi. Después, lo que él se encontraba haciendo fue lo que captó mi atención de forma extraordinaria, pues nunca antes de ese momento había visto algo así.
Él tenía un palo en su garra izquierda que mantenía extendido en un trozo de tierra inerte, sin pasto, y con él trazaba marcas delgadas y largas. Yo de momento no tenía ninguna palabra para describir eso, después descubrí que era lo que los humanos definían como "líneas". Como sea, no eran solo unas líneas cualesquiera, no. Pronto me di cuenta de que mi mascota no marcaba la tierra por aburrimiento de forma aleatoria, como había pensado en un principio, si no que la posición de cada marca estaba previamente pensada para crear lo que pronto reconocí como una imagen... Una imagen que me recordaba enormemente a mi reflejo cada vez que me acercaba al agua. Era lo que los humanos llamaban "dibujo". Me estaba dibujando; y con una enorme maestría, además... Bueno, mi cabeza no era tan cuadrada como él la hacía ver, pero ya me entendéis. Y aunque no tenía ni una misera idea de que era un dibujo en ese entonces, mentiría si no dijera que me fascinó.
En seguida quise imitarle.
Con algo de irritación, me di cuenta, al verle tomar ese palo, de que las garras de los humanos son prensiles y pueden adoptar varías formas muy útiles. Las de los dragones no son así (por primera vez, ¡punto de ventaja para ellos!). Así que no tuve más remedio que tomar un palo mucho más grande que el de él, (arranqué la rama de un árbol, más bien) con la boca (algo bastante incómodo, si queréis mi opinión) y formar mi primera obra de principiante.
Las tornas se habían cambiado y ahora era mi mascota quien no quitaba la vista de mi y mi "obra". Supongo que los humanos creerían que nosotros, los dragones, eramos los monstruos aquí, como nosotros pensábamos de ellos, así que él estaría tan sorprendido como yo de que pudiera pensar y hacer algo que no era propio de un dragón (bueno, por lo menos intentarlo).
Intenté plasmar la forma de su rostro en la tierra, pero las formas de los humanos eran todavía tan misteriosas para mi (comprendan, él era el primer humano que veía de cerca y también la primera vez que hacía algo como eso), que no lo logré. En su lugar, una gran marca que formaba círculos aquí y allá era la protagonista (puede que no fuera lo que quería, pero era mi primer dibujo y estaba orgulloso de el). Mi humano se había levantado del sitio y observaba, desde toda la altura que alcanzaba, las marcas con las que yo acababa de remover el suelo. El brillo de sorprendida expectación en sus ojos del color del pasto tan solo subió más mi ego, pues comprendí sin palabras ni gestos que le había gustado.

ESTÁS LEYENDO
Como Entrenar a Tu Vikingo
FanfictionHTTYD fanfiction _Conocemos de memoria la versión de Hiccup, pero ¿qué hay de la versión de nuestro gato alado? ¿Cómo fue para el hijo maldito de la muerte y el rayo instalar la paz entre vikingos y dragones? Un vistazo a la versión de la película d...