Parecía como si el mundo entero todavía siguiera de nuestra parte, a pesar de todo, y era algo que había que aprovechar. Convencer a otra humana de que la situación monstruosa que mi raza sufría desde hace siglos era injusta... No parecía un trabajo fácil, sobretodo porque Astrid parecía mucho más cerrada de mente que Hiccup. Y me llevó dos meses hacer que él se diera cuenta de la cruda realidad. Pero ahora mi humano y yo estábamos juntos, tanto para esto como para otras cosas que nos deparase el futuro... Siempre y cuando tuvieramos suerte con ese problema de cabello rubio llamado Astrid.
El cielo que los tres cruzabamos se había teñido de un hermoso naranja y todo, incluso las nubes, se veían mucho mejor que de costumbre. Me recordó a los pocos dragones moribundos que vi en mi corta vida. Después de llevar bastante tiempo terriblemente enfermos un día, de repente, se veían perfectos, geniales, rebosantes de energía y felicidad, mucho mejor a como nunca antes los podrías haber visto, y te tranquilizabas porque realmente llegabas a creerte que estaban curados... Entonces, al siguiente día de eso, su herida o enfermedad se los llevó sin piedad. No era más que una pequeña cría a la que todavía le importaban al menos un poco los que le importaban cuando tuve que despedirme de ellos.
"Pero, ¿por qué? Se veían tan bien ayer..." —recuerdo haber preguntado al aire entre sollozos.
"Es lo que siempre sucede con los que tienen los días contados —me había contestado por sorpresa uno de los dragones adultos—. Supongo que esa es la última oportunidad que nos da la naturaleza, para poder despedirnos de ellos sin que después los recordemos desfallecidos y destrozados".
Odie a la naturaleza por ser una hipócrita, por tener el poder para hacer eso, pero después dejar que los míos se muriesen lentamente de hambre y enfermedades que casi nos hacían desear morir jovenes y rápido en el campo de batalla. Ahora, con un poco de más edad, sabía que ante la naturaleza, no podía hacer otra cosa más allá de resignarme a sus mandatos. Pero los atardeceres siempre me recordaban a esos dragones que lucian radiantes justo antes de morir, y me preguntaba si el atardecer no seria justo eso para los días. Los momentos en los que más hermosos se ven... antes de desaparecer para siempre dejando paso a una noche, que horas después también moriría con el radiante sol del amanecer.
En mi lomo, estaba más que claro que no era en muerte en lo que mi humano y su "amiguita" pensaban, al menos no en esos instantes, donde daba la impresión de solo existiamos nosotros, el aire que nos envolvia dándonos la bienvenida en el cielo y las nubes. Nubes que Astrid se atrevió a tocar alargando un brazo y entonces rió, llena de gozo por la nueva sensación entre sus dedos. Podía jactarse de ser la primera humana en literalmente tocar las nubes. Y me alegré, después de todo ese era mi lugar feliz y que a otro también le agradaste extrañamente me llenaba de orgullo. Felicidad, también, al notar que ella no era la única maravillada. Me di cuenta de que esta era la primera vez que llevaba a Hiccup a volar incluso más alto que las propias nubes, en una parte del día-noche tan señalada. Para él también se sentía maravilloso, estar literalmente dentro de una nube debía ser como magia para él, un alma nacida para volar libre, pero tristemente atrapada dentro de un cuerpo obligatoriamente anclado a la tierra. Me di cuenta de que yo era el único que podía conectar a mi humano con el cielo, su verdadero hogar, como podía notar cualquiera que quisiera mirar bien. Había una diferencia entre él y Astrid, ella estaba maravillada por lo que veía, él por lo que sentía. El viento que arropaba su cara y que se colaba dentro de su ropa, dándole la sensación de que podía volar por si mismo a cualquier lugar que desease, sin ningún desalmado que se atreviese a cortarle las alas por haber nacido para volar en un sentido contrario al del resto de su raza. "Bienvenido a casa, Hiccup, llevábamos mucho tiempo esperándote" parecía susurrar calidamente el ambiente entre nosotros y por bastante tiempo y a pesar de mis afilados sentidos, no fui capaz de sentir sobre mi el aura de un humano, si no la de un dragón, un auténtico Night Fury. Y mi corazón revoloteó en mi pecho al contactar por primera vez con el verdadero Hiccup, ese que había estado encerrado por mucho tiempo, pero ya no más, al fin su verdadero ser, al que le valía tres cuernos ser aceptado o no por el resto, siempre y cuando pudiese ser feliz, siempre y cuando pudiese volar, el dragón que había en él había encontrado la salida de ese cuerpo tan limitado por las estúpidas reglas humanas. Era Hiccup al 100% y eso gracias a mi. Sus ojos verdes y su aroma atrayente ya me lo habían dichi desde la primera vez que nos encontramos y me liberó de la trampa, pero era en ese momento cuando yo era realmente capaz de escuchar que estaba con quien debía estar. Había encontrado a mi familia.
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Como Entrenar a Tu Vikingo
FanfictionHTTYD fanfiction _Conocemos de memoria la versión de Hiccup, pero ¿qué hay de la versión de nuestro gato alado? ¿Cómo fue para el hijo maldito de la muerte y el rayo instalar la paz entre vikingos y dragones? Un vistazo a la versión de la película d...