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Como supuse, se terminó el hambre. Apenas acababa de despertar al día siguiente, cuando Hiccup llegó temprano en la mañana al grito de "Toothless".

Mi nuevo nombre reverberaba por todo Raven Point, segundos antes de que él hiciera acto de presencia en el claro. En su garra llevaba un extrañó artilugio del color de la tierra que no había visto en mi vida, pero que era el inicio de mi "viaje" a la curación. También cargaba en su lomo una gran cesta de comida que por poco y no le sobrepasaba en tamaño, motivo por el cual llegaba ligeramente encorvado, pero no así menos vivaracho... Tal vez, demasiado vivaracho. Debí darme cuenta de que algo me ocultaba desde el inicio, pero aunque había mejorado en la pesca, el pescado que lograba no era el suficiente, por eso el olor que desprendía la cesta era suficiente para en votar mis sentidos y mi capacidad pensante.

— Toothless~~~~ —volvio a repetir a mi frente, captando mi atención (como si no la tuviera ya). Me estaba acostumbrado a tener una palabra propia, solo para mi, y la verdad es que era bastante fácil—. El desayuno está servido.

El. Desayuno. Está. Servido.

Me guarde esas cuatro palabras del idioma humano dentro de mi mente, para después poder encontrarle sentido, si veía la oportunidad. De momento solo podía captar que tenían algo que ver con comida, por como Hiccup se libró, no sin alivió, de la exagerada cesta de mimbre que cargaba, para después descargar el contenido de su interior de cualquier manera en el pasto. Contenido que no era otra cosa que grandes cantidades de delicioso, delicioso, delicioso pescado. Sí, sería suficiente para saciar mi hambre. Pero en cuanto me acerque noté algo, algo que no estaba correcto...

— Sí, ya sé que no es una presentación muy buena. Pero tenemos salmón, rico bacalao irlandés y también tenemos... —gruñía todo eso mientras yo inspeccionaba la comida, sin hacerle mucho caso. Parecía que todo estaba correcto, pero...— una anguila.

Gruñí asustado sin poderlo evitar, al ver lo que él alzaba ante mi.

Una anguila.

Una maldita anguila muerta en medio del pescado.

— ¡Deshazte de eso, deshazte de eso! —exclamé en pánico, hasta mis dientes afilados salieron de su escondite sin que yo lo quisiera.

No me gusta tener que admitirlo, que grite como una hembra pequeña, pero por encima de todo soy honesto. Además, todos tenemos un punto débil; y el mio eran esos malditos seres acuáticos que ni pescado eran... bueno, el mio y el de todos los dragones que conozco.

"Que patético", diréis (gracias, en serio muchas gracias por la comprensión). En mi defensa solo diré que no era más que una cría pequeña, muy pequeña, y manejable cuando apenas estaba aprendiendo a pescar. En eso tuve un episodio muy, muy, muy desalentador (y tremendamente doloroso como no os hacéis una idea) con uno de esos seres electrizantes (en el mal sentido). Os lo contaría, pero me da mucha ravía recordarlo. Además creo que divague de más, así que mejor regreso al hilo de la historia que nos concierne.

— ¡Eh, eh, eh, no, tranquilo! —Hiccup me decía algo, no sabía lo que y estaba demasiado asustado como para tratar de comprenderle.

Solo noté que me hablaba con voz más o menos arrolladora (el toque cortado por el nerviosismo que le daba verme así). Agradecía el gesto, aún así...

— ¡DESHAZTE DE ESO! ¡NO QUIERO VERLO DELANTE!

Ante mis dilatados ojos al fin la lanzó lejos, dejando que el cadáver de eso se hundiera en el fondo del lago, como lo hiciera anteriormente con el cuchillo.

Solo entonces pude calmarme.

— Sí... —gruñó un tanto mi humano mirando hacía el lago— Aquí, entre nosotros, a mi tampoco me gusta mucho la anguila.

Como Entrenar a Tu VikingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora