t í t e r e

327 10 5
                                    

Fuiste de ese tipo de errores que te deja de rodillas en el suelo, con lágrimas cubriendo tu cara y el dolor llenando el vacío que te han dejado. Ese dolor que te llena y que nunca desaparece.
Y tú te lamentas, te culpas y te quedas sentada mientras todos avanzan con planes y la promesa de un futuro perfecto. Mientras todos tienen a su coprotagonista y tú te has quedado sola: Te atascaste en el nudo y llegaste destrozada al cruel desenlace, mientras tu compañero luchaba por enlazarse con otras muñecas más hábiles que tú.
Porque sólo has sido una marioneta más, fácil de manejar y destruir. La misma a la que le han cortado las cuerdas y ya no sabe ni cómo moverse. La misma que observa la función que debía protagonizar, paralizada en el suelo sin saber cómo salir de ese infierno incomprensible.
Pero lo que nunca pensó aquella mente es que, al cortarle las cuerdas, le ofreció la libertad de la que la había privado tanto tiempo.
De que con el paso de los días aprendería a caminar, a moverse al son del viento y a buscar aquello que la apasionase:
Porque aquella prisionera había sido liberada por su carcelero, sin siquiera saberlo.

ReflexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora