r i e s g o

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Conocerte fue un deporte de riesgo,
que ni supe cómo o cuando empezaba ni acababa:
y ese era el factor más peligroso,
porque el más adictivo y placentero eras y siempre serás tú.
Primero era el turno de la adrenalina
de volver a verte,
escucharte y sentirte.
Después venía el éxtasis
tenerte delante
mirarte a los ojos
y ver mi corazón  reflejado en ellos.
Y por último,
y más doloroso,
el final, la vuelta a la realidad.
El golpe contra el suelo que ocurre cuando no sabes abrir el paracaídas  de la indiferencia y el olvido,
el corazón roto y la sabiduría
de que nunca volverás a experimentar lo mismo
ni practicar tu deporte favorito.

ReflexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora