Reflexiones

u n a ñ o

Es increíble la cantidad de cosas que pueden pasar en un año: los recuerdos que siempre guardarás en un lugar especial de tu corazón, todos los momentos vividos y todas las cosas que cambian.
Porque un año marca una gran diferencia en todo el mundo, porque no todos seguimos igual:
Dediquemos un minuto para pensar en cómo el tiempo cambió a las personas, ya sea para bien o para mal.
Un minuto por los grupos de amigas que poco a poco se van dispersando, queriendo o sin querer.
Por la gente que te defrauda cada vez más.
Por la gente que poco a poco se convierte en menos, que cada vez es más como el resto: más para ellos y menos para ti.
Por la gente que antes te acompañaba, escuchaba y contaba sus vivencias, y que ahora parecen completos extraños.
Parece como si todo lo que vivimos con esas personas nunca hubiese existido, sólo en los lejanos recuerdos que existen en tu memoria y que parece que el otro haya borrado de la suya, como si no importasen.
Y es que duele recordar cómo los viejos amigos pasaron a ser extraños, y los extraños a viejos amigos. Cómo ha cambiado todo y cómo esas amistades se fueron alejando más y más hasta ser tan solo conocidos; aunque bueno, después de cambiar tanto, ya son irreconocibles.
Es triste este paso del tiempo: del desconocimiento a la amistad, y ahora al olvido; pero lo que tenemos que pensar es que quien quiera quedarse lo hará, cueste lo que cueste.
Quien de verdad te quiere, sigue a tu lado aunque no sea todo como antes y os pongáis al día de vez en cuando. Él sigue a tu lado aún sin estarlo siempre.
Porque se nota a quién le importas y a quién no: porque no es lo mismo un saludo con la mano que un cálido abrazo y una entusiasta conversación.
La verdad, este tiempo también sirve para darse cuenta de quién se queda y quién se va, para saber quién merece la pena y quién es el que la da.
Porque, aparte de los recuerdos, también almacenamos lecciones que nos acompañarán el resto de nuestras vida, para no volver a repetir los errores cometidos en el pasado.