p e l i g r o s o

88 1 0
                                    

Es peligroso asomarse al interior,
porque puede que cuando lo hagas observes el vacío que lo ocupa,
y lo transformes en el tuyo por intentar llenar un poquito el del otro.
Es peligroso verte,
porque cada vez que lo hago sé puede ser la última,
o al menos a tu lado en un banco y no en una grada pensándote mientras das patadas al balón y metes gol.
Es peligroso asomarse al interior,
porque si ya con el exterior te emocionas,
el interior te enamora y es peligroso cometer ese error con otra víctima de igual tradición.
Realmente, si lo piensas (y yo peco de ese exceso), no es tan peligroso hacerlo,
lo realmente peligroso es que esté en clase de matemáticas escribiéndote pero no enviándote,
y empeora al recordarte en cada canción,
en cada calle que recorrí contigo,
y en cada mirada al callejón donde tanto nos quisimos;
o bueno, más bien donde tanto te quise y tan poco pude demostrártelo,
pero es que qué quieres que haga
si es que contigo se me cae la baba, se me van las palabras, me quedo anonadada,
si eres el que más lejos ha llegado sin saberlo,
aunque para ti no se salga de lo rutinario ni te inmute o suponga un pero.
Mira, no entiendo lo que siento,
o tal vez no quiera entenderlo hasta que no salgas de mi pensamiento,
porque eres peligrosamente adictivo,
aunque suene tonto decirlo
y lo más doloroso sea tener que admitirlo porque ya me haya rendido.
Lo doloroso de haberme asomado por instinto,
es que ahora que ya no estás has añadido tu vacío al mío,
mientras echo de menos el reírnos a centímetros,
sabiendo que quizás nunca más pueda volver a acortar esa distancia contigo.

ReflexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora