Aguas

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Alguien pensaba mucho, y mucho era mucho.

Pensaba en qué era querer y qué era odiar.

A veces se planteaba si quería a alguien de verdad.

—Si mi amor estuviera a punto de morir y yo pudiera morir por esa persona ¿lo haría?

¿Eso era querer?

—Si mi madre estuviera a punto de morir y yo pudiera morir por ella ¿lo haría?

Miles de preguntas se juntaban en su mente. Era como si justo en ese lugar las aguas del Atlántico se juntaran con las del Mediterráneo. El agua salada, eran sus pensamientos normales, pero en cambio habían pensamientos más oscuros (como el océano) y más claros (como el mar).

Era como si nunca fuera a tener las respuestas, pero en cambio las tuviera justo enfrente de sus ojos.

—¿Es porque soy Nadie? ¿Por qué nunca entiendo nada? —Se preguntaba agotada. —Creo que debería visitar a un psicólogo.

Alguien llevaba mucho tiempo buscando una salida. A veces pensaba en suicidarse. Y al día siguiente sonreía porque no lo había hecho.

Alguien vivía en un bucle.

Sonreía y quería morir.

Y nunca se libraría de esa pena que arrastraba desde que su cordón umbilical colgaba de su ombligo.

—Tal vez la vida no está hecha para mí. —Y tenía razón. —Tal vez unas pastillas para dormir serían la solución a mis problemas. ¿Lo serían? ¿Lo serían? ¿Lo serían?

Su pareja decía que era débil, pero que podía solucionarlo. Alguien siempre negaba esa opción, Alguien era Alguien y por mucho que quisiera ser Alguien, siempre sería Nadie.

Las personas no lo entendían, y no les culpaba, era solo que Nadie vivía la vida de una forma diferente, o no la vivía.

A veces lloraba a su océano porque tenía aguas demasiado profundas, a veces lloraba a su mar, porque incluso las preguntas más simples no sabía responderlas.

¿Era normal sentirse así?

Alguien dejó de sentir sin darse cuenta.

Historia que técnicamente no es una historia pero que podría serlo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora