Pura supervivencia

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Alguien podía escribir sobre miles de cosas, sobre cientos de personas y millones de historias, todas diferentes y con personajes al azar, pero sobre lo único que escribía sin pensar era sobre él.

Mentía cuando se decía a ella misma que ya no era él, que era otro, que ya no podía, que ya no quería seguir en esa situación. Estaba metida hasta las pestañas.

Mentía cuando susurraba a las rocas que no iba a caer de nuevo, que había resbalado suficientes veces como para aprender. Estas se reían de sus palabras porque sabían que ya estaba con el agua hasta el cuello. Por supuesto que no iba a caer, ya que todavía no había salido.

Mentía cuando miraba a los ojos a Algo e intentaba con todas sus fuerzas no desear que fuera Todo. Por eso siempre se ponía a su lado y no enfrente, tenía miedo que la descubriera con los ojos azules, y eso que su iris era oscuro.
¿Sería el mar el que le provocaba ese sufrimiento? O tal vez era su cabeza llena de recuerdos.

Mentía cuando le decía a la gente que el amor no existía, mentía porque ella sabía exactamente lo que era estar ahogada en esa palabra. Mentía cuando decía que el amor no valía la pena, ya que era lo único que ansiaba conseguir en su vida.

Alguien no era una persona honesta, y lo reconocía, ya que un día podía odiar todo lo que tenía y al día siguiente necesitarlo como oxígeno.

Alguien tenía millones de preguntas en su mente que no tenían respuestas, como por ejemplo qué había después de la muerte o cómo pensaban los sordos de nacimiento, pero la única pregunta que no le dejaba dormir por las noches no trataba sobre aliens ni espíritus, ni siquiera sobre sordos o ciegos, iba más allá de este mundo y tal vez el siguiente.

¿Era él?

Si las personas solo nos enamoramos una vez, y esta no funciona y queremos a otras personas, ¿nos estamos conformando o es lo que realmente queremos?

El amor no valía absolutamente nada. Las personas enamoradas eran las más mentirosas que existían, ya que hacían promesas que sabían que no iban a cumplir.

No existía el amor verdadero, ni la media naranja, y si existía, no importaba ya que todo el mundo superaba a todo el puto mundo. Nadie luchaba por ese sentimiento sin sentido. Nadie luchaba por el humo que vendían sobre el amor.

Nada perduraba, y aunque a Alguien le diera un miedo tremendo aceptar que eso que creía que existía, que vivía, no existiera, realmente lo había comprobado.

El amor era egoísta, más que cualquier otro sentimiento. ¿Por qué? Por la simple razón de que cuando estás enamorado solo te centras en ese sentimiento, mandas a la mierda proyectos, personas, hobbies y situaciones solo por una única persona, una persona que se va a ir, que va a ser pasajera, que lo único que te va a aportar es felicidad, para luego arrancártela de las manos y no volver a saborearla en la vida.

El amor era mentiroso. Te hacía prometer cosas que no ibas a cumplir y te hacía creer en situaciones que no van a pasar. Te mentías para sobrevivir diciendo que volverá, que tu felicidad no termina en esa persona, y aún sabiendo la verdad seguías mintiéndote, por pura supervivencia, y te seguías enamorando, por pura supervivencia. Y sigues engañando, a la misma vez que te mienten.

¿Por qué?

Por pura supervivencia.

El ser humano no puede existir sin un mínimo de amor, por mucho que odiemos a este, por mucho que nos haga llorar, por mucho que suframos, lo necesitamos como respirar.

Historia que técnicamente no es una historia pero que podría serlo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora