Historia que técnicamente no es una historia pero que podría serlo

Monólogo

Alguien y sus pensamientos

—Soy débil, lo soy y no puedo cambiarlo.

—¿No quieres o no puedes?

—No puedo.

—¡Por supuesto que no puedes! —Y ella sabía que mentía. —Claro que no puedes si te ahogas en un vaso de agua. ¡Un vaso que ni siquiera está a la mitad!

—No me ahogo en nada. No soy así.

—Pues ¿cómo eres? —Silencio. —Dime, dime cómo eres y te diré quién eres.

—Soy... —Tres segundos de silencio. —Soy... —Veintisiete segundos de silencio. —Soy... —Cincuenta y dos segundos de silencio.

—Eres.

—Soy.

—Eres exactamente eso.

—¿El qué? No he dicho nada, solo un verbo que solo no tiene sentido. Tiene que existir alguna característica que me defina, algún adjetivo que acompañe a ese pobre verbo que no existe si yo no tengo ninguna cualidad.

—Eres la nada y el todo, eres ese verbo exactamente, que no puede existir sin lo que sea que te acompaña.

—Y pues ¿qué me acompaña a mí? ¿quién me acompaña a mí?

—Nada. —Tres segundos de silencio. —Nadie. —Veintisiete segundos de silencio. —Eso eres. —Cincuenta y dos segundos de silencio.

—Me niego a aceptar tus palabras. —Se queda pensando. —Es más, no tienes razón. Sí soy, sí soy, sí soy.

—¿Qué eres?

—Pues soy ese silencio en una conversación. Pues soy esa persona que se rinde al mínimo inconveniente. Soy de esas personas que se ahogan en un puto vaso de chupito, y soy de esas personas que hacen que las personas de mi alrededor se traguen el puto vodka que no puedo beber para que el vaso esté vacío de nuevo.

—Eres un problema entonces.

—Soy un puto desastre que cuando elige un camino coge un atajo para de nuevo llegar al sitio donde todo había empezado. Soy de esas personas que les da miedo hasta respirar ¡porque el puto oxígeno le está matando y lo sabe! ¡Lo sabe! y aún sabiéndolo, aún queriendo morir le da un pánico tremendo hacerlo. ¿Por qué luego qué? Luego ¿quién me va a recordar? ¿quién me va a llorar? ¿quién se va a arrepentir de no haberme conocido?

—Nadie. —Responde Alguien.

—¿Por qué coño eres así? ¿Por qué no puedes darme un puto abrazo en vez de apuñalarme una y otra vez? ¿Por qué no puedes simplemente callar esa puta boca? ¿Qué te he hecho para que me odies así? —Llora sobre el papel y se pregunta a ella misma. —¿Por qué eres así?