Alguien le había escrito docenas de textos a Todo, que digo docenas, centenas de escritos sobre él.
Alguien no se los enseñaba, ya que, Todo no estaba en la vida de Alguien, pero él sabía de la existencia de estas letras.
Alguien escribía con el propósito de desahogarse, con el objetivo de sentirse escuchada, para entenderse a ella misma, pero sobretodo lo hacia por la esperanza. La esperanza de que algún día le leyera y volviera con una rosa amarilla, con un nota y un perdón sincero, pero por desgracia esas cosas no le sucedían a ella.
Alguien sabía que Todo no había leído nada de lo que ella le había dedicado.
En realidad no lo sabía, pero deseaba con todo su corazón que no lo hubiera hecho. Ya que, si había leído sus palabras, si había leído cuanto dolor le causaba sus acciones, si había leído lo mal que le hacía sentirse con ella misma, y no había hecho nada para remediar la situación, el muro se rompería para siempre.
A Todo le importaba una mierda Alguien, y ella lo sabía, por que algunas veces, los silencios decían mucho más que las palabras.
Alguien no era una persona muy inteligente, era cierto, pero aún así le llegaban las señales que Todo transmitía, o mejor dicho, que no transmitía.
Otra cosa es que ella quisiera aceptarlas.
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Historia que técnicamente no es una historia pero que podría serlo
PoesíaAlguien que está perdida en Todo.