Entre la espada y el muro

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Alguien se sentía entre la espada y el muro, no la pared, el muro.

Alguien había pasado casi un año esperando algo que ni siquiera tenía claro si iba a pasar, pero igual se sentaba cada mañana a esperar.

Los minutos pasaban como horas y las horas como días, los días se convirtieron en semanas y estas en meses. Casi un año había pasado desde que se había terminado todo.

Era mucho tiempo desperdiciado.

Alguien no tenía nada claro. Hacía unos pocos meses había conocido a alguien más, alguien que no era Todo, pero era Algo, Algo realmente bueno.

Algo era Algo, no sabría describirlo. Su pelo oscuro a conjunto con sus ojos y sus cejas. Algo era más que algo insignificante, era algo grande, algo que si Alguien dejaba entrar en su vida, sabía que le haría bien, que le cuidaría, que la valoraría.

El problema era ese sentimiento.

Alguien estaba perdida en su propia mente, no tenía ni idea de qué hacer, no sabía qué era lo mejor para ella, pero sí sabía que era mejor para Algo y Todo; que ella no estuviera en su vida.

Pero seguía ahí, porque le hacía sentir bien, le hacía sentir especial como nunca se había sentido.

Alguien estaba entre la espada y el muro.

Le daba miedo que la espada se clavara demasiado profundo y le volviera a romper el corazón que estaba reconstruyendo.

Pero tenía pánico de tocar de nuevo el muro, de apoyarse en él y que se rompiera, esta vez para siempre. Le daba miedo no ser suficiente fuerte, suficiente bonita, suficiente inteligente, le daba pánico no ser lo que el muro necesitaba, sobretodo en esos momentos.

Cuando estaba con Todo era una locura. Era una droga. No había dosis suficiente para calmar su adicción.

Cuando estaba con Algo era tranquilidad. Era como mirar al mar. El sonido de las olas y el silencio de los sentimientos.

Y era cierto que sentía algo por Algo, lo sabía sin saberlo siquiera. Pero era más cierto que sentía algo por Todo todavía.

Estar con Todo era ir a un parque de atracciones y subirse a todas las atracciones, y repetir, y hacer cola para volver a subirse a las más altas de las montañas rusas.

Cuando estaban arriba no quería irse nunca, en cambio cuando estaban en la bajada, cuando parecía que el tren iba a descarrilar, su estabilidad emocional bajaba a números negativos. Y no quería que eso sucediera porque llevaba años así, porque Alguien había construido su maldita autoestima de cero, había creado la mayor coraza vista, se quería y cuando estaba con Todo a veces todo lo que había construido se derrumbaba con unas simples palabras.

Confiar en el corazón no era fácil, y más después de tantas tiritas que tenía, pero confiar en la mente significaría renunciar a Todo, y Alguien no sabía si estaba dispuesta a hacerlo.

Incluso sabiendo que a Todo le importaba cero Alguien.

¿Acaso ella se lo merecía?

A veces pensaba que sí, otras que no, ¿pero qué sabrá ella? Solo era Alguien perdida en todo.

Historia que técnicamente no es una historia pero que podría serlo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora