Capítulo 19

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- Samanta... Quería decirte una cosa...- me dijo Juan agarrandome las manos con suavidad.

Yo lo miré y me aterré por lo que iba a salir de sus labios. Empecé a sudar y a ponerme nerviosa.

- ¿Ya saben que van a pedir?- nos dijo el camarero.

Esos segundos me parecieron eternos, gracias a Dios que apareció el camarero.

- ¡Ternera con caviar!- dije de repente haciendo que se sobresaltase el hombre.

- Claro-me miró y me dió una sonrisa sin dientes- ¿y usted caballero?- habló dirigiéndose a Juan que estaba nervioso.

- Lo mismo que ella.

- ¿Y para beber?- prosiguió.

- Agua, para los dos.- contestó Juan intentandose calmar.

Asintió y desapareció entre las mesas.

-Em...¿Dónde trabajas?- le solté de golpe.

- Soy repartidor de... Pizza.-me contestó riendo un poco.- Samanta... Es que...

- ¿Dónde te gustaría viajar?- le corté de repente.

- Em... Jeje... Me gustaría viajar a Tailandia. Pero...

- ¡Qué bonito lugar! Para ver esos bellos paisajes verdad... A mí me gustaría ir a Italia.- le corté otra vez y vi que empezaba a enfadarse un poco.

- Pues sí... Pero una cosa Samanta...-me contestó sonriendome.

- ¡Especialmente a Roma! Jejeje...-le corté nuevamente y riendo nerviosa.

- Te quería proponer una cosa...-me dijo acariciando mis manos.

Yo instintivamente tiré los cubiertos al suelo para seguir evitando su pregunta.

- Ups... ¡Qué torpe!- dije levantándome de la silla para recoger los cubiertos.

Me senté nuevamente y enseguida llegaron los platos con la deliciosa comida.

- Gracias.-dije yo al camarero.

Comenzamos a comer y transcurrieron los largos minutos, parecían siglos.

Estaba moviendo el tenedor de un lado a otro porque no tenía ni pizca de hambre.

- ¿No tienes hambre?- me dijo Juan serio.

- Es que...- lo miré con desgana y sonreí un poco.

- ¿No te gusta verdad?

- La verdad es que no pero es un sitio muy bonito, la verdad...- intenté arreglar el momento.

- Bueno...

Seguimos callados y yo estaba mirando alrededor mientras que él terminaba de comer.

***

- ¿Vamos a casa no?- pregunté abrochandome el cinturón de seguridad.

- Yes.- afirmó Juan poniendo en marcha el coche.

El camino se hizo eterno, estábamos los dos callados y serios, yo miraba la ventana mordiendo el labio inferior por el nerviosismo.

***

Estacionamos el coche en el garaje de la comumidad y antes de que abriera la boca Juan, salí rápidamente de su coche.

- ¡Eh!¡Espera!- alzó la voz Juan haciendo que me parara en seco.

Con pasos largos me alcanzó donde yo estaba quieta. Seguí el camino hasta el ascensor y...

- Samanta, ¿has estado evitandome?

- ¿Qué?- abrí los ojos como platos y la boca abierta, sabiendo que él decía la querida verdad.- ¡Claro qué no!

- Pues disculpame pero me lo ha parecido.- dicho eso cogió mis manos y me dijo:

- Todo este tiempo... He estado detrás de ti intentando conseguir una cita como la de hoy y... Quería decirte qu...

- ¡No puedo!- grité quitando mis manos rápidamente y saliendo rápido de el ascensor.

- ¿No puedes qué?- dijo él saliendo también del ascensor agarrándome una mano provocando que me quedara quieta.

Se acercó lentamente a mí, mirando mis labios y mis ojos.

- ¿No puedes hacer esto?- dijo acercándose hacia mi boca con intenciones de besarme.

Le metí un bofetón que se escuchó en seco. Sentí mi mano arder del golpe que le había dado en su cara.

Se me quedó mirando con una mano en el lugar afectado y con cara de pena pero a la vez rabia.

- Lo-lo siento...- dije con una sonrisa avergonzada.

Me miró y dió media vuelta y se fue de nuevo al ascensor, con una cara seria me echó una mirada cortante.

Que le metido un tortazo a Juan, que bien pero a la vez que mal...

Entré a casa y estaba Alejandra haciendo...

- ¿Yoga?- hablé cerrando la puerta.

- Sí, y lo que he escuchado a fuera a sido un tortazo ¿no?

- Si tía, que guantazo se a llevado, me sigue doliendo la mano del golpe.

- Normal, si se ha escuchado en todo el edificio.

- Pf...- dije sentandome en el sofá mirando las posturas raras que hacía mi amiga.

- Me he encontrado a Ángel.

- ¿¡En serio!? ¿Dónde?- pregunté intrigada.

- En su trabajo, ¿conoces la tienda de deportes Sportnow?

- ¿La que está al lado de una cafetería blanca y dorada?

- Esa mismo. Estaba comprando esto- señaló a la alfombra- y me atendió él.

- Ah... ¿Casualidad? No lo creo.-dije quitándole con dificultad las botas.

- Y él médico me ha hecho una ecografía y puede que no sea sólo un bebe...

- ¿¡QUÉ!?

Amor MotoristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora