Capítulo 38

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- ¿Quieres ver mi nuevo perro?- pregunté yo incómodo.

Se me quedó miranda intrigada.

- Si quieres al salir te acompaño a tu casa o algo...- continúe al ver que no me respondía.

- Claro sí, no sé si Alejandra se irá antes. Espera que le pregunte.- se iba a levantar pero le tomé la mano para que no fuera ella.

- No te levantes tú, voy yo.- hablé mientras me levantaba.

- Vale...- dijo bajito.

Fuera estaba Alejandra sentada viendo su móvil, al verme se inclinó hacia mí.

- ¿Qué pasó?- preguntó ella con indiferencia.

- Que si te importa que acompañe a Samanta ahora después. Quiero llevarla a mi casa y que vea a mi nueva perrita y eso.- expliqué yo rascándome la nuca.

Me miró a los ojos y sonrió pícaramente.

- Con que a tu casa ¿no?- dijo con una sonrisa de picardía.

Rápidamente me sonrojé y reí.

- Sólo le mostraré mi perrita. Lo juro.- levanté la mano en signo de juramento antiguo.

- Vale, vale... Confiaré en ti. ¡Pero nada de tonterías!- exigió ella con el dedo levantado.

- Si, lo sé. ¿Te pido un taxi?- pregunté yo sacando mi teléfono.

- No hace falta.- se levanta y me mira.- daré un paseo, se supone que a las embarazadas les viene bien.

- Vale, entonces perfecto.- le di dos besos y entré.

Al abrir la puerta, vi a Samanta nerviosa y tocándose la nariz con molestia.

- ¿Qué te ha pasado?- pregunté acercándome hacia ella.

- Nada, que me dado con el móvil en toda la nariz.- contestó con molestia.

- Quita un momento los dedos.- le dije sentándome en la cama, se me ocurrió una idea.

Me miró sin entender nada y dudó pero le asintí dándole confianza.

- Cierra los ojos.- susurré con mi voz más seductora.

Veía que se humedecía los labios incoscientemente. Mi idea es un poco malvada pero es para comprobar una cosa.

Cerró los ojos y puso sus manos en la cama, se aceró un poco lentamente.

- Bien, así...- susurré de nuevo.

Agarré suavemente su mandíbula y respiré un poco más fuerte de lo normal para que se pusiera nerviosa sin saber qué hacer.

Poco a poco se inclinaba hacia mí, mi plan estaba funcionando.

Se veía tan tierna que no pude evitar sonreír pero debía continuar con mi plan.

De repente, sonó un pequeño beso en su punta de su nariz.

Abrió  los ojos y me miró sorprendida no lo siguiente.

Parece que le sorprendió bastante, no se lo esperaba y vi que mi plan funcionó. Ella se estaba enamorando de mí como yo de ella...

***

-Bueno... ¿Y qué raza es tu nuevo perro?- preguntó poniéndose su chaqueta.

- Si quieres te la enseño ahora.- dije arrancando mi moto.

Asentió y se montó en mi moto.

Todo el camino pensé en lo ocurrido allí. Me arrepentí de darle ese beso en su nariz y no en sus labios, cada día los ansiaba de alguna manera. ¿Por qué me daba esa vena tan cursi? ¿Y en mí? Ya tenía algo pensado pero no sé cuando lo podía intentar. Me alegré al llegar a casa.

- ¡Llegamos!- contesté contento.

- ¿Preparada?- pregunté entusiasmado.

Asentió y ahí estaba mi cachorrita meneando su pequeña colita con ilusión.

- ¡Ay dios mio!¡Qué cosita mas pequeñita!- gritó tirándose en el suelo para acariciarla.

- Es una pastora australiana.- expliqué sentándome a su lado.

- Sí, lo sé.- contestó cortante.

"Menudo corte Ángel" pensé en mi cabeza.

Me miro y me dedicó una sonrisa.

- Es que estudié las razas de perro.

- Ah claro.- contesté  riendo.- Todavía no sé que nombre ponerle.- pensé con el ceño fruncido.- Ayúdame a escoger alguno.- continué  jugando con mi perrita al ver que no hablaba.

- Cirilla.- dijo.

- ¿Cirilla?- pregunté extrañado.

- ¿No has jugado a The Witcher 3?- preguntó con los ojos como platos.

- No....

La verdad no soy muy fan de videojuegos pero algunos los recordaba.

- ¡Ah!¡Te mataba!- gritó avalanzandose sobre mí.

Me quedé petrificado al verla sobre mí. Ella también se quedó igual. ¿Qué debía hacer? ¿La beso o no la beso? Joder, joder... ¡No sé que puñetas hacer!

Ella se sonrojó inmediatamente y se estaba quitando lentamente, así que, la agarré y le di un tímido beso.

Lo hice.

Vi como miraba con los ojos abiertos pero poco a poco se iban cerrando junto con los míos. Pasaron algunos segundos y la perrita soltó un pequeño ladrido.

Antes de que abriera los ojos, ella se apartó evadiendo mi mirada.

- ¿Qué acabo de hacer?- la oí decir susurrando.

- Lo-lo siento... Si te ha incomodado.- dije poniéndome de pie y muy vergonzoso.

Me miró y en un segundo me volvió a besar.

Y siguió besándome hasta fundirme con ella. Todo parecía de una película pero ella iba empujándome hasta que, desafortunadamente, mis pies se liaron con un calcetín y pues, me caí.

Ella me miró sorprendida desde arriba.

- Bueno, pues... Un corte de rollo ¿no?- reí al saber que la había cagado.

- Bueno, dime tú.- se dió la vuelta para coger a la perrita.

- Ven Cirilla.- canturreó buscándola.

¿Por qué siempre me debo caer? Parece que tengo una maldición o se alinean las estrellas cada vez que tengo algo bueno para que pase algo malo.

*Pasó el rato y jugamos con Cirilla.*

- Ángel, debo irme. Mañana tengo cosas que hacer.- dijo preocupada mirando su móvil.

- Claro, te suelto en un momento.

*Casa de Alejandra*

En todo el rato no volvimos a hablar del tema. No sé qué pasaba y tampoco sabía porque de repente me había dejado de hablar y volvió a ser fría como fue siempre.

Me bajé y tenía intención de ir hasta su portal pero ella me paró.

- Ángel, lo de hoy...- dijo seriamente y con una mirada perdida.

- ¿Te ha incomodado verdad?- pregunté con desilusión.

- No es eso, pero veo que no va a funcionar. Tengo problemas conmigo misma y estoy muy ocupada. Podemos ser amigos. No me lo tomes en cuenta ¿vale?- explicó cabizbaja y triste.

Quería preguntarle todo lo que pasaba. Sólo ha sido un beso. Un sólo beso.
Después, ha sido ella completamente diferente. Cariñosa, graciosa, atenta, divertida... Pero en un momento ha vuelto con sus inseguridades fría y cortante.
No me podía quedar con esas dudas.

- Espera.- le dije tomándole la mano.

Me miró con los ojos vidriosos y se fue.

Se fue dejándome con esas dudas y esas ilusiones. Solo en esa calle ya oscura por la noche.

Volví a ese sentimiento una vez más...

Amor MotoristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora