Capítulo 40

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Seguí caminando hasta que llegué a mi moto.

Parece ser que no va a ser lo mismo con Samanta.

Resoplé cansado y me dirigí a casa.

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Abrí la puerta y me encontré con mi perrita, estaba tumbada en el suelo con su panzita rosada hacia arriba.
Me acerqué y la acaricié, es más buena y noble.

- ¿Quién es la perrita más bonita del mundo?- dije con un tono de voz agudo.

Más feliz se ponía ella.

Vi la hora, era súper tarde, mañana tenía que entrar a las 09.00 de la mañana y eran las 23.47. Encima ni había cenado.

Fui a la cocina y me preparé una lasaña y de mientras que se hacía, le eché de comer y agua a la perrita.
Eché un vistazo a mi móvil y no había ninguna notificación, tengo la ilusión de que Samanta me hable o me envíe algún mensaje, algo de ella.

Estoy pareciendo un tonto esperando que ella me hablase después de una hora de lo que me dijo.

Pero espera... ¿Y si está arrepentida? ¿o no lo estará? ¿De verdad me siguió el beso por pena y para no dejarme cortado?
No creo que sea eso, después estuvo mejor que nunca conmigo.
Me estoy comiendo la cabeza.

- ¡Ring!- sonó el temporizador del horno haciéndome sacar de mis pensamientos.

Saqué la lasaña y mientras, esperaba a que se enfriara para poder comerla.

Me llegó una notificación al teléfono, me sobresalté y mi corazón se aceleró. Miré rápidamente el teléfono provocando que se me cayera encima de la lasaña.

- ¡Mierda!¡Putos nervios!- maldije intentando sacar el teléfono sin quemarme mucho.

Lo saqué y estaba lleno de queso y tomate. La pantalla empezó a apagarse y encenderse repetidas veces.

- ¡Mierda, mierda, mierda!

Se había metido toda la comida dentro del conducto de la batería.

- ¡Agh! ¡Qué torpeza!- grité dándole una patada a la mesa.

Y la pantalla se quedó congelada, intenté deslizar la pantalla pero no podía, mi teléfono murió.

- Bueno a la mierda el móvil.- dije con pesadez y tocando mi sien.

Después de comer, limpié lo máximo que pude el teléfono. Seguía en las mismas, no reaccionaba.

¿Ahora qué iba a hacer? Puede que me llamen de algo importante o un mensaje de Samanta.

Caí en la cuenta, cómo iba a poner el despertador sin la alarma de mi móvil.

Resoplé y fui a mi cuarto a buscar algún reloj.
Buscaba en el fondo del armario de mi cuarto en algunas cajas que tenía de la casa de mis padres.

Saqué una caja que ponía en rotulador "2002".

En esa época tendría 6 años y me regalaron muchas cosas para mi nuevo cuarto, en ese año nos mudamos a una nueva casa.

Rebusqué, había cuadros de fotos. Había una llena de polvo de todos estos años, estaba Alma y yo con nuestro perro de aquel entonces, se llamaba Maximus, su raza era un pastor alemán. Él era un perro obediente y noble. A los dos años de mudarnos a mi casa murió de el moquillo que provocaba debilidad, pérdida de ánimo cuando él era un perro muy activo y tenía una secreción verdosa en los ojos.

Esa foto me traía buenos recuerdos aunque él ya no esté. Mi hermana y yo lo queríamos mucho.

Dejé la foto a un lado para ponerla en mi cuarto. Seguí rebuscando y encontré un despertador de Toy Story. Soplé para quitarle el polvo de encima, miré si aún conservarba las pilas que tenía y sí las tenía, eso significaba que debería funcionar.

Puse una alarma para 1 minuto para comprobarlo y esperé...

Pasaron los segundos y sonó con el sonido diciendo:

- ¡Hay una serpiente en mi bota!¡Hora de levantarse! Pi, pi, pi, pi...

Tenía la voz de Woody y me encantaba, era mi personaje favorito por eso me lo regalaron.

Lo programé para que sonara a las 07.50.
Lo coloqué en mi mesita de noche con la foto de Maximus, Alma y yo.

Recogí las cosas y comprobé todo de mi perrita. Estaba dormida en su camita, era adorable.

Ya que todo estaba listo me metí en mi cama y cerré los ojos.

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- ¡Hay una serpiente en mi bota!¡Hora de levantarse! Pi, pi...

Abrí los ojos y apagué la alarma, me hacía recordar cuando me levantaba para ir al colegio.

Me levanté de la cama con la costumbre de mirar mi teléfono pero no estaba, como no.

La perrita seguía dormida así que me preparé lo antes que pude, desayuné y me fui.

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- Buenos días. - dije al entrar.

Me dirigí hacia las taquillas de los empleados y se encontraba Tania... ¿llorando?

- Hey ¿qué te pasa?- me acerqué a ella.

Me miró y me abrazó. 

- Ángel mi novio quiere que me vaya con él. No sé que puede hacerme, después de todo lo que pasó.- sollozó.

- Tranquila, cálmate.- seguí abrazandola.

- Joder no sé que hacer.- lloró con más pesar.

- ¿Estas segura en tu casa?- pregunté apartándola de mí y mirándola a los ojos.

- No lo sé.- respondió secándose las lágrimas.

- ¿Vive contigo?- dije otra vez seriamente.

- Sí. Los dos tenemos llaves.- contestó respirando hondo.

¿Qué puedo hacer? Esta mujer es maltratada por su novio y aún así vive con él. No lo dice y sólo parece ser que me di cuenta yo.

¿Y si se viene conmigo un par de días? No lo sé, si me viera Samanta podría ser el final con ella, aunque ya me lo halla dicho. No creo que pase nada.

- ¿Quieres venirte a mi casa un par de días? O si quieres vete a casa de tus padres. - sugerí yo pensativo.

Quería buscarle una solución como fuera, no me gusta que maltraten personas a otras, ya lo he vivido en mis carnes y sé lo que es eso.

- Vale. Tendría que llamar a mi madre,  viven en un pueblo lejano. Tardaría un par de días en irme o incluso 1 semana.- explicó ella.

- ¿Por qué tanto tiempo?- pregunté extrañado.

- El pueblo está a 2 días de aquí, tendría que sacarme los billetes de tren y coger toda mi ropa y pertenecias para irme.- me dijo tranquila.

- Entiendo, no quieres estar aquí por miedo a que te pase algo ¿no?

- Sí. También tenía pensado irme desde lo que pasó hace varios días  pero no he tenido tiempo ni nada.

- Pues cuando terminemos de trabajar cogemos tus cosas ¿no? Supongo que tendrás coche.

- Sí. Ángel muchas gracias.- me dijo dándome otro abrazo.

Parece que voy a tener una nueva amiga...

Amor MotoristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora